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Biocombustibles

El Caballo de Troya del Capitalismo

Fuentes: Rebelión

En la Odisea de Homero versan las aventuras guerreras entre Troya y Grecia, dos ciudades que estuvieron enfrentadas durante 10 años, al final de los cuales Grecia obtuvo la victoria de un modo tan inteligente que fue totalmente desapercibido por los troyanos. Las grandes y fuertes murallas de Troya impedían a los griegos atravesarlas, pero […]

En la Odisea de Homero versan las aventuras guerreras entre Troya y Grecia, dos ciudades que estuvieron enfrentadas durante 10 años, al final de los cuales Grecia obtuvo la victoria de un modo tan inteligente que fue totalmente desapercibido por los troyanos. Las grandes y fuertes murallas de Troya impedían a los griegos atravesarlas, pero fue tal su audacia que varios guerreros griegos lograron ingresar por la puerta principal de la ciudad escondidos en el interior de un enorme caballo construido de madera para realizar una ofrenda a la diosa Atenea, enemiga de los troyanos.

Los ciudadanos de Troya acudieron al inmenso caballo debido a su fe en las deidades, y en medio de la realización de su ofrenda, fueron sorprendidos por la arremetida de los guerreros griegos, demasiado tarde como para tomar cualquier medida al respecto ya que las huestes griegas los vencieron.

La semejanza de esta leyenda con la realidad que vive Bolivia y el mundo en general entorno a los biocombustibles es ilustrativa. Los agrocombustibles se convierten en el caballo de Troya del neo-neoliberalismo  que pretende ingresar en los países denominados del Tercer Mundo como una estrategia implícita para derribar las murallas que la emergencia de movimientos soberanos, en distintos países, están construyendo. Las luchas en contra del ALCA, los tratados comerciales con la U.E., Japón y los TLCs, entre otras cosas, son la manifestación de estas murallas que se materializan en la dificultad de las transnacionales para abrir los mercados y políticas estatales de estos países para su conveniencia.

Los agrocombustibles se promocionan como una alternativa para el «desarrollo» y «diversificación económica» de los países denominados «inviables» por la comunidad internacional y se maquillan de un discurso medioambientalista que pretende hacer creer que va a arreglar, al mismo tiempo que la crisis económica, la crisis medioambiental que está sufriendo nuestro planeta. En este sentido, se asemejan al caballo de Troya de dos modos. En primer lugar, apelan a la fe de las personas al endiosado «desarrollo», cuando en realidad ha sido un enemigo de los países en vías de desarrollo. Asimismo, Atenea (la Diosa a la cual se le ofrendaría el famoso caballo de Troya) es la Diosa de la razón, entre otras cosas, siendo la razón el eje central de la propuesta del «desarrollo». Encontramos la primera semejanza entre la diosa Atenea y el desarrollo.

En segundo lugar, la lógica productiva que ingresa a través del desenvolvimiento de mercados y paradigmas de producción colonizadores que no pueden ser controlados por los países en vías de desarrollo, se constituye en «enemiga» de estos países, así como se constituyó el caballo de Troya para los troyanos, debido a que desvaloriza y desintegra las lógicas y filosofías propias que no se basan únicamente en la razón, con lo que imposibilitan procesos soberanos descolonizadores.

La entrada de los agrocombustibles en los países que buscan su soberanía y se oponen a la lógica de libre comercio, es el envoltorio que cobija el ingreso de los guerreros del capitalismo, las transnacionales, los que tienen estrategias renovadas, múltiples y diversas para lograr su cometido primordial que es apropiarse de tierras, territorios, recursos humanos y recursos naturales.

La estrategia de combinación de transnacionales de varios rubros o joint-venture es crucial y se expresa visiblemente en la lógica de los agrocombustibles, actividad en la cual intervienen transnacionales fitomejoradoras, agroindustriales, energéticas, y todas aquellas relacionadas con el circuito productivo-comercialización y flujos financieros de los «commodities». Vale decir, los agrocombustibles permiten la entrada de un mecanismo importante, la diversificación de las actividades sobre las cuales las transnacionales pueden incidir, para que, a modo de un pulpo, puedan manipular distintos sectores económicos, sociales y políticos con el fin de paliar cualquier intento de soberanía sobre un sector específico. Por ejemplo, en Bolivia, la lucha por autodeterminación sin ingerencias impositivas se está desarrollando con más profundidad en el sector hidrocarburos, con grandes dificultades. Con la entrada de los agrocombustibles se posibilitaría la diversificación de las transnacionales petroleras, al convertirse en transnacionales de energía con lo que abarcan más rubros, así como la entrada de varias transnacionales, hecho que obligaría al gobierno a multiplicar sus esfuerzos para mantener y desenvolver sus prácticas soberanas en todos aquellos sectores en los que las transnacionales vayan afianzando sus tentáculos.

No olvidemos que la diversificación de grandes empresas globales en el interior del contexto nacional afianza la imposición de modelos jurídicos, políticos, sociales, económicos y culturales que permiten a las transnacionales dicotomizar la sociedad para resquebrajar la soberanía nacional. Esto se logra específicamente a partir del incentivo económico que estas empresas le dan a la oposición para fortalecerla técnica, económica, mediática y políticamente para responder a sus intereses y sobrepasar al presente gobierno de cambio. En caso que estos casos fallen, en sabido que las transnacionales auspician grupos mercenarios y medios de coerción violentos para defender sus intereses una vez instaladas. Asimismo, utilizan un discurso que viabilice sus prácticas impositivas y recolonialistas, basado en la defensa de las libertades de mercado y de expresión, y también sustentados en la lucha antiterrorista.   La prédica de los beneficios del modelo económico transnacional está entrando en nuestro país desde el nivel local, desde los pequeños actores, al modo de los grupos evangelistas que quieren imponer valores religiosos y quebrantar la identidad local.

En este sentido, los agrocombustibles se convierten en parte de una estrategia de ingreso de un modelo económico, social y cultural, en estos países, que se amolda muy fácilmente a lo local, a lo pequeño, a lo poco perceptible. Son parte de un retrovirus que cambia de acuerdo al portador y su identidad, y que detona nuevas olas re-coloniales. Si bien no se muestran de cara al frente como un ALCA o un TLC, son mucho más que eso, son peor todavía, porque ingresan desde las células sociales para luego detonar en un cáncer; son así, ingresos más refinados del re-colonialismo: se disfrazan con un atuendo discursivo que apela a las demandas sociales pero que en realidad pretende imponer su propio querer.

La lucha a favor de acuerdos comerciales y bilaterales más justos que ocupa gran parte de la concentración de nuestro gobierno, debe contextualizarse según a lo antedicho, para no caer en lo inverosímil.  Si bien la concentración en los marcos legales y comerciales más macro es indispensable, es de suma importancia saber que desde lo micro se está construyendo un caballo de Troya potente. Recordemos nada más el caso de la soya transgénica que entró al país como un experimento piloto y terminó invadiendo en un 70% aproximadamente toda la producción de esta oleaginosa.

Estamos en una etapa re-colonizadora y re-evangelizadora más compleja, diversificada y eficaz que ha superado incluso al neo-liberalismo. Es una etapa que disfrazada de un humanismo antiterrorista justifica su identidad guerrera y que maquillada de humanismo, inclusión, respeto a la biodiversidad y al medio ambiente, garantiza su geopolítica de control de los recursos naturales, tierras, territorios y recursos humanos, aspectos con los cuales avala la continuidad del modelo de acumulación de capital a costa de la des-socialización del ser humano, así como su desbiologización, descosmologización y destotalización. Esta etapa ha sido denominada neo-neoliberalismo por algunos autores .

Es preciso asumir que el caballo de Troya no se expresa únicamente en los agrocombustibles, sino en varios proyectos que impulsan la lógica re-colonizadora y re-evangelizadora que pretende terminar de devastar las visiones originarias, indígenas, que apelan a la unidad del ser con la tierra, el cosmos y la realidad. Esta lógica impositiva se ampara en la propuesta del «desarrollo» y enérgicamente lo defiende a pesar de la inviabilidad del mismo. Es por este motivo que se pretende promocionar a los biocombustibles alegando que si Bolivia no sube al tren, entonces dejará pasar una gran oportunidad; evidentemente, se refieren a la oportunidad del «desarrollo», es decir, «explotar más para tener más».

Es urgente asumir que la política está muy desasociada de los últimos avances científicos que exigen urgentemente nuevos paradigmas de vida más equilibrados. La crítica al desarrollo es  enérgica debido a la constatación de que no viabiliza el desenvolvimiento integral y pleno de la humanidad. La propuesta de desarrollo ha sido devastadora del medio ambiente y del ser humano desde hace ya muchísimo tiempo, hecho ante el cual se ha planteado el «desarrollo sostenible». Dentro del concepto «sostenible» encontramos varios planteamientos medioambientales que no han logrado parar el ímpetu destructivo del modelo de desarrollo.  Simplemente se han constituido en una fachada, un disfraz y un maquillaje para darle al «desarrollo» mejor apariencia, ya que los principales problemas de este sistema no se han resuelto: la pobreza ha aumentado, la sobreexplotación de los recursos naturales aumenta, la desigual distribución de la riqueza es cada vez más alarmante, el hambre aumenta y así sucesivamente.

En este contexto, los biocombustibles pretenden insertarse en una propuesta de «sostenibilidad» al disfrazarse con el logo de «combustibles obtenidos de recursos renovables» porque se obtienen de la biomasa vegetal, como si esta fuera eterna. La concepción de recursos renovables ya ha sido arduamente criticada debido a que los procesos de erosión y degradación de suelos son tan profundos que mata cualquier posibilidad de crecimiento de vegetales en distintas regiones del planeta. Lo de «renovable» es cosa del pasado y, una vez más, estamos ante la prueba de que los últimos descubrimientos de la ciencia y las últimas propuestas de la política son disparejas. De todos modos, la ciencia, así como la política, se rigen por relaciones de poder. En este sentido, se estructuran, desarrollan y socializan (mediante la educación) muchos conceptos científicos que le sirven a la política como caballos de Troya que pretenden camuflar las verdaderas intenciones colonizadoras.

La esencia filosófica del «desarrollo» se caracteriza por la escisión ser-realidad y su contigua, ser humano-naturaleza. Estas separaciones, entre otras, sustentan y justifican ontológicamente y epistemológicamente  la falta de complementariedad, consenso y equilibrio entre la naturaleza y el ser humano. A tal punto ha llegado esta separación que cuando se habla de medio ambiente se olvida que el ser humano es «medio ambiente». Es de este modo que las propuestas de conservación del medio ambiente están, en su generalidad, descomprometidas con el sentimiento de unidad del ser humano con la naturaleza, y se identifican, mas bien, con la lógica capitalista de mercado o de no unidad del ser humano con la naturaleza y la realidad.

Como parte del paquete de propuestas de desarrollo más recientes y acompañando a la lógica depredadora y no respetuosa de los biocombustibles, tenemos otros ejemplos desoladores como aquel que ve en el deshielo de los mares nórdicos una conveniencia económica y un nuevo plus para el mundo de los negocios del transporte naviero; asimismo, el proyecto de las hidroeléctricas sobre la cuenca del río Madera (Madeira en Brasil)  que está siendo impulsado vehementemente por Brasil, representan un peligro para la biodiversidad, un peligro ecológico, medioambiental, de salud, etc. En esta línea de análisis, las campañas medioambientales «Light», que son impulsoras del «desarrollo sostenible», no atacan la esencia del asunto y, mas bien, utilizan la defensa del medioambiente como un medio para agilizar la lógica de no unidad del ser humano con la realidad. Es así que algunos potentados promotores de este tipo de medioambientalismo hasta ganan premios Nóbel, a partir de los cuales el sistema occidental capitalista y neo-neoliberal asegura fuerza para mantenerse vigente.

Los Biocombustibles son parte de este medioambientalismo «Light» y, más allá de eso, son parte del paradigma de no unidad del ser humano con la realidad, pilar que sostiene a todos los modelos de sociedad que embanderan el antropocentrismo, el etnocentrismo, el geocentrismo y todos los centrismos que hacen que la naturaleza, el cosmos y la realidad total se conciban como entes sin vida y dispuestos a expensas del ser humano. Como bien lo dijo el presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, la tierra es una madre que no puede ser comercializable; como lo dijeron y sintieron aquellos seres que sintieron y vivieron la unidad del ser humano con la realidad, y como lo dicen y sienten aquellos que todavía la sienten y la viven, el ser humano debe recuperar su identidad descolonizada, vale decir, su identidad de ser la tierra, de ser el cosmos y de ser la totalidad misma, sin ninguna separación.

Además, Bolivia, mediante su presidente, está proponiendo un nuevo paradigma de desarrollo a partir del «vivir bien» y no del vivir mejor, propuesta que requiere de una reconstrucción ontológica, gnoseológica y epistemológica que asuma la unidad del ser con la realidad con todas las concepciones unitarias que la caracterizan, como la unidad ser humano-naturaleza, para a partir de allí construir propuestas respetuosas de la tierra y de la totalidad y cambiar la práctica actual que es devastadora y destructora.

En conclusión, los biocombustibles son parte de un caballo de Troya que en su exterior está armado de un endiosado discurso de «desarrollo sostenible» adornado de una propuesta de preservación del medio ambiente, de reducción de dióxido de carbono, de oportunidades de trabajo y económicas, cuando en su esencia no esconde nada más que la depredadora y angurrienta lógica de las transnacionales y los múltiples imperios de acaparar mayores recursos para explotarlos y así «desarrollarse» cada vez más para tener más poder.

No podemos dejar de considerar que la re-colonización y re-evangelización son el caballo de Troya que esconde en su seno a la propuesta de los biocombustibles y muchísimas otras más. El caballo de Troya es la denotación y connotación del proceder mentiroso y camuflado de las transnacionales y el sistema occidental, así como de la tendencia del ser humano a endiosar todo aquello que lo aliena y lo destruye, estando conciente de esta destrucción.

Maya Rivera Mazorco y Sergio Arispe Barrientos trabajan en la Comisión de Agricultura, Campesinado, Comunidades Originarias  y Etnias del Senado Nacional de Bolivia. Contáctelos en: [email protected]