La geografía agrícola y la economía de Brasil corren el riesgo de ser afectadas ante la eventual modificación del clima en el mundo, según las previsiones difundidas hoy por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas. El llamado de alerta se hizo durante el Simposio Brasileño sobre Cambios Climáticos Globales, que terminó […]
La geografía agrícola y la economía de Brasil corren el riesgo de ser afectadas ante la eventual modificación del clima en el mundo, según las previsiones difundidas hoy por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas.
El llamado de alerta se hizo durante el Simposio Brasileño sobre Cambios Climáticos Globales, que terminó este lunes en Río de Janeiro con la participación de investigadores locales.
En el caso específico de la soja, uno de los granos de mayor exportación en el país, Brasil cuenta con 3,4 millones de kilómetros cuadrados adecuados para su cultivo, extensión que podría resultar afectada.
El aumento de un grado centígrado a la temperatura, la hipótesis más benigna según los especialistas, provocaría una reducción de 400.000 kilómetros de ese territorio. Pero si el calentamiento fuese de tres grados, la reducción cubriría una superficie de 1,4 millón de kilómetros cuadrados.
En la peor hipótesis, un recalentamiento de cinco grados, la pérdida sería de 2,2 millones de kilómetros y, en consecuencia, la producción de soya caería a 37 por ciento de la actual en el estado de Mato Grosso, a 32 por ciento en Sao Paulo y a 7 por ciento en Paraná.
En el caso del café, que no se adapta bien a climas cálidos, el cambio provocaría una migración de los cultivos hacia el sur, sin embargo enfrentaría la escasez de tierras adecuadas.
De los grandes cultivos brasileños, se estima que el menos afectado sería el de la caña de azúcar debido a su resistencia, no obstante, la desertificación de la semiárida región noreste del país provocaría el traslado de las plantaciones hacia la Amazonia.
En ese caso, los especialistas plantearon un doble riesgo: la destrucción del actual ecosistema y una menor productividad para los cultivadores debido al clima más lluvioso.
La conservación de las selvas representa la mejor contribución a la causa de la Humanidad, para que exista vida en el planeta, señaló Paulo Nobre, experto en clima del Instituto Nacional de Investigaciones Estacionales.