Recomiendo:
7

El capital o la vida

Fuentes: Rebelión

El discurso sobre la economía o la vida retoma la palestra de los debates contemporáneos en tiempos de la pandemia de COVID-19. Tras meses de confinamiento, las empresas y los gobiernos impulsan la reactivación paulatina de la economía capitalista ante su posible colapso en tiempos en que el número de contagios es volátil y en algunos lugares persiste en ascenso. El retorno laboral emerge con ciertos protocolos de seguridad para intentar palear una posibilidad de rebrote sobre trabajadores y trabajadoras requeridos en sus puestos de trabajo o para aquellos en los que el sustento es producto del trabajo cotidiano.

El retorno a las actividades presenciales nos permite centralizar del debate entre la economía o la vida, o mejor dicho entre el capital o la vida. No resulta complejo entender que la producción depende de los trabajadores, también se sabe que sin ellos las sociedades podrían colapsar. Lo mencionaba Marx a Kugelmann en 1868 “cualquier muchacho sabe que si una nación dejase de trabajar, no digo durante un año, sino durante unas cuantas semanas, estiraría la pata”.[1] Los trabajadores –del campo y la ciudad- solventan las necesidades de la sociedad, sin ellos prácticamente la producción sería nula. Aún en sociedades con altos niveles tecnológicos de producción en las que subyace la obtención de plusvalía relativa los trabajadores y las trabajadoras mueven la economía.  

La reincorporación laboral para sostener la economía de mercado capitalista impulsa una reactivación laboral en la que se invisibiliza un problema siempre presente en la lógica de reproducción del capital: el capital importa más que la vida. No es una cuestión de economía, sino de capital, porque se pueden construir relaciones económicas o formas de organización que prioricen la vida como lo evidencian diversas alternativas alrededor del mundo.[2] La vida subsumida por la economía capitalista acumula ejemplos en la historia de los trabajadores y trabajadoras: condiciones deplorables de trabajo, enfermedades laborales, agotamiento paulatino de las condiciones de vida y de su sustento vital (la naturaleza), entre tantos otros.

Para el capital la vida nunca ha sido prioridad y difícilmente podría serlo ahora. La sociedad capitalista moderna -aludía Bolívar Echeverría- se caracteriza por ser una época de “genocidios y ecocidios”[3], para poder reproducirse tiene que someter al ser humano y la naturaleza. Por eso no resulta extraña la presión de grupos económicos para restablecer las condiciones de una “nuevas normalidad” de la reproducción de capital en tiempos de una nueva oleada de casos de COVID-19. “Nueva cotidianidad” que en la esfera laboral afecta al sector laboral mayormente desprovisto y excluido por la economía de mercado capitalista. La pandemia bien que entiende de condiciones sociales.

En la lógica de reproducción del capital la vida nunca ha sido prioridad. Resulta esencial hacer hincapié que bajo la lógica de reproducción de capital la vida quedará subsumida a la valorización. La “nueva normalidad” nos debe impulsar a un trastocamiento de reproducción social con la centralidad en los seres humanos y la naturaleza para valorar la vida por encima de cualquier interés económico, un esquema diferente de (re)construir o (re) inventar el mundo.

Notas:

[1] Carta de Marx a Kugelmann del 11 de julio de 1868.

[2] Kothari Ashish, Salluh Ariel, Escobar Arturo, Demaria Federico y Acosta Alberto (coords).Pluriverso. Un diccionario del posdesarrollo. Icaria editorial, Barcelona, 2019. https://rebelion.org/pluriverso-un-diccionario-del-posdesarrollo/

[3]  Echeverría Bolívar, La modernidad de lo barroco, Ediciones ERA, México, pág. 35.