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El capitalismo avanza hacia una nueva gran crisis mundial (Parte II – Final)

Fuentes: Argenpress

3. Grietas en la hegemonía estadounidense sobre el mundo En la década de 1990 la desaparición de la URSS dio paso a un mundo unipolar bajo la hegemonía norteamericana. Cuando George Bush hijo llegó al poder en el 2000 los neoconservadores que lo acompañaban vaticinaban que el siglo XXI sería el siglo del predominio yanqui […]

3. Grietas en la hegemonía estadounidense sobre el mundo

En la década de 1990 la desaparición de la URSS dio paso a un mundo unipolar bajo la hegemonía norteamericana. Cuando George Bush hijo llegó al poder en el 2000 los neoconservadores que lo acompañaban vaticinaban que el siglo XXI sería el siglo del predominio yanqui sobre el mundo globalizado. Pero en esta primera década del siglo XXI se han venido desarrollando circunstancias que auguran que la hegemonía norteamericana pudiera estarse resquebrajando bastante más rápido de lo que se suponía (18). Algunos de esos síntomas serían:

– Estados Unidos se expandió como potencia imperialista basado en su condición de gran país productor y exportador de petróleo. Esa condición ha variado en las últimas décadas, y actualmente los Estados Unidos importan el 65 % del petróleo que consumen, originando una fuerte y decisiva dependencia energética con relación a factores externos, además de la enorme transferencia de dólares hacia el exterior que significan anualmente esas importaciones de petróleo (por encima de los 500.000 millones de dólares al año). La actual alza de precios del petróleo a niveles que apenas el año pasado se consideraban como fantasía (138 dólares el barril al momento de escribir esto), generan graves problemas sociales en la propia sociedad norteamericana, contribuyendo al aumento de la inflación y a la caída del consumo, acelerando de esa manera los factores de la crisis económica en curso (19).

– En esta última década Rusia se ha recuperado y alcanzado el estatus de potencia económica y militar mundial, impulsada por su producción energética (segundo productor de petróleo y primer productor de gas del mundo), y por las medidas proteccionistas y nacionalizadoras impulsadas por la gestión de Wladimir Putin. Las reservas internacionales rusas ascendieron de 12.000 millones de dólares en 1999 a 315.000 millones en 2006. El desfile militar del 1º de mayo del 2008 en Moscú, en la cual se mostraron los poderosos cohetes atómicos intercontinentales, pudieran ser una muestra de que la Rusia débil y caótica que surgió del derrumbe de la Unión Soviética en los noventa es cosa del pasado. La oposición de Rusia a la instalación por Estados Unidos de «escudos antimisiles» en países de Europa oriental, oposición que ha recibido el apoyo de China, es otra demostración del creciente poderío ruso que comienza a enfrentarse a las ambiciones expansionistas de los gringos.

– China se ha convertido en las últimas décadas en una gran potencia manufacturera, recipiente principal de las inversiones mundiales de capital. De las 10 grandes corporaciones multinacionales, tres de ellas son chinas. Sus reservas en divisas superan el billón de dólares, y su capacidad productiva se ha desarrollado vinculada tanto a la demanda de la economía norteamericana, como a las economías de países como Japón, Corea del Sur, Taiwán, Filipinas, Malasia y Australia (20). Sus esfuerzos por modernizar sus fuerzas militares se ejemplifican con el lanzamiento, en enero de 2007, del primer misil antisatelital que destruyó con éxito un satélite meteorológico chino en desuso. Pero lo más resaltante de la estrategia china es la conformación desde 1996 de la Organización de Cooperación de Shangai (SCO), integrada por China, Rusia, Kasajstán, Kirguizia, Tayikistán, Uzbekistán, y como países observadores están India, Pakistán, Mongolia e Irán. En agosto de 2007, la SCO realizó sus primeros ejercicios militares conjuntos. Este acuerdo económico, político y militar entre las principales naciones asiáticas constituye un reto a la influencia occidental en la región, algo que por supuesto no debe ser bien visto por los norteamericanos, sobre todo después que les fuera negada su participación como país observador en la SCO. China ha mejorado sus vínculos políticos y económicos en otros continentes como Africa y América Latina. En términos energéticos, el crecimiento y consumo de petróleo por China entra en contradicción con los objetivos norteamericanos de controlar las regiones productoras de hidrocarburos del medio oriente y de Asia central (objetivo gringo que de por sí busca restringir los suministros de petróleo hacia China). En cualquier caso, hacemos la salvedad que tanto China como Rusia, representantes principales de las tendencias multipolares del mundo actual, no constituyen fórmulas de superación del capitalismo imperante; no pasan de ser alternativas de recambio, o sucesión de hegemonías, dentro del sistema capitalista, si ello llegara a concretarse. Pero dado que el capitalismo occidental eurocristiano viene edificándose desde hace 500 años, es obvio que una probable sustitución de su condición hegemónica implicaría profundos cambios en el sistema de relaciones internacionales. Nuestra referencia a China y Rusia no obedece, por tanto, a simpatía alguna que tengamos hacia sus sistemas político-económicos, sino a la circunstancia de que su condición de potencias emergentes los coloca como factores agravantes de la crisis mundial que enfrenta la hegemonía estadounidense.

– La ruptura del monopolio informativo que estaba en manos de Estados Unidos e Inglaterra, con el surgimiento de canales informativos como Al Jazeera y Telesur (21). Irán y Rusia han desarrollado igualmente canales televisivos de información en idioma inglés. El viejo monopolio de la BBC y CNN ha dado paso a visiones multipolares sobre la información en todos los rincones del mundo, creando las condiciones que dificultan cada vez más la manipulación informativa que el capitalismo occidental ha desarrollado por siglos para favorecer sus intereses imperiales alrededor del mundo.

– El crecimiento de las fuerzas de izquierda en Latinoamérica, y la creciente pérdida de influencia norteamericana en la región, considerada por ellos mismos en términos históricos como su «patio trasero». Quizás el ejemplo más patético haya sido, hasta ahora, la votación en la OEA para elegir a su secretario general, en mayo de 2005, votación perdida por el candidato mexicano apoyado por los Estados Unidos, y ganada por quien contaba con el respaldo y la promoción explícita del gobierno de Hugo Chávez, el chileno José Miguel Insulza. De manera general, los reiterados triunfos electorales de fuerzas de izquierda en Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Chile y Paraguay, y el crecimiento electoral de las mismas en países como México, Colombia y Perú, constituyen una circunstancia sin precedentes en la región. Iniciativas de integración regional que ya están en desarrollo, como el Banco del Sur, la UNASUR, el ALBA, y un acuerdo militar suramericano que promueven varios gobiernos entre los que destacan Brasil y Venezuela, constituyen ejemplos palpables de que América Latina está intentando seguir caminos de soberanía y distanciándose de la histórica influencia norteamericana en la región. Aunque todo este proceso sea aún incipiente, puedan ser revertidos en el mediano plazo, o culminen en simples experiencias reformistas, de cualquier forma es indudable que las formulaciones de los teóricos de la dependencia realizadas en la década de 1960 se han quedado cortas y conservadoras ante este crecimiento y los logros alcanzados por este nacionalismo de izquierda latinoamericano del siglo XXI. La pérdida de influencia estadounidense en América Latina es reconocida de una u otra forma por multitud de organizaciones y personalidades de los propios Estados Unidos, incluyendo al Presidente Bush y a los candidatos Mac Cain y Obama.

– El empantanamiento de Estados Unidos tanto en Irak como en Afganistán. Lo que se planificó como intervenciones de rápida definición han terminado convirtiéndose en una guerra irregular que además de causarles miles de bajas en muertos y heridos, los obliga a mantener un gasto militar enorme, no previsto en los planes originales. La incapacidad de los Estados Unidos para acabar con las resistencias iraquí y afgana han puesto en duda la efectividad real de sus avances tecnológicos en el campo militar. Algo similar ha sucedido luego de que la invasión israelí contra el Líbano, en julio-agosto de 2006, se demostrara incapaz de derrotar a la milicia del Hizbolá. La superioridad militar norteamericano-israelí, fundamento de su papel como potencia hegemónica del mundo unipolar, está seriamente cuestionada a la luz de los acontecimientos en Afganistán, Irak y Líbano. Haciendo una analogía histórica, la resistencia iraquí contra la invasión estadounidense-británica es también un acontecimiento inesperado que amenaza con cambiar el curso de los acontecimientos en el medio oriente, de la misma forma en que la resistencia soviética en Stalingrado volteó el rumbo de la segunda guerra y marcó el inicio del colapso para el imperio nazi-alemán (22).

– Otro elemento vinculado a lo anterior es la creciente influencia iraní en los gobiernos de Irak y Afganistán. Siendo Irán el principal enemigo declarado por el gobierno de los Estados Unidos, amenazado de un ataque militar casi inminente contra sus instalaciones de energía nuclear, no es comprensible que mantenga al mismo tiempo las mejores relaciones con los gobiernos títeres de Bagdad y de Kabul. Hoy mismo (8 de junio de 2008) el presidente de Irak, Al-Maliki, ha visitado Teherán y afirmado que no permitirá usar el territorio iraquí para atacar desde allí a Irán, saliéndole al paso a las amenazas proferidas el viernes 6 por el viceprimer ministro israelí que habló de que no quedaba otra salida que atacar militarmente las instalaciones nucleares iraníes. El propio Ahmadinejad ha visitado Kabul en 2007, desafiando la influencia norteamericana en Afganistán. Un último detalle acerca de las vicisitudes de un imperio que no es respetado ni por los mismos gobiernos títeres que impone en los territorios invadidos: el gobierno de Al-Maliki le vende la gasolina a las fuerzas militares de ocupación tres veces más cara que el precio de venta para la población iraquí (23).

4. La estrategia del imperio y el desarrollo de la crisis

En la historia de la humanidad no todos los imperios han desarrollado las mismas estrategias. Diversos autores han profundizado sobre las diferencias entre la política del Imperio Romano y las de otras formaciones sociales como la India, China, Mesopotamia, Egipto, Mesoamérica (Mayas y Aztecas principalmente) y los Incas en los Andes (24). El imperialismo de los romanos se caracterizó por la imposición del esclavismo como modo de producción y por el expansionismo cultural, a diferencia del modo de producción tributario existente en todo el resto de sociedades mencionadas.

Esas características propias del Imperio Romano se repitieron en los imperios absolutistas europeos que surgieron a partir del siglo XV. La conducta del Imperio Español en América no tuvo nada que ver con «dominar a cambio de protección y orden interno», como afirma Roland Denis en el artículo mencionado al principio de este trabajo. Los españoles arrasaron totalmente con las sociedades existentes en América, las integraron por la fuerza a su sistema económico, a su modo de vida, a su religión, idioma y costumbres, además de saquearlas sistemáticamente durante más de trescientos años y de explotar la mano de obra gratuita de la población indígena y de los esclavos traídos de Africa.

Si ha existido algún tipo de soberanía en el mundo no es precisamente por responder a una política consciente del imperialismo. Las soberanías de los países, por ejemplo en América Latina y en los propios Estados Unidos, se conquistaron mediante largas guerras de independencia que en modo alguno pueden enmarcarse en una estrategia específica del imperialismo. En todo caso las fuerzas imperialistas establecieron estrategias a partir de allí, como hacen todos los actores en la confrontación social, de acuerdo al desarrollo particular de la lucha de clases.

Igual ocurre con el llamado «orden internacional». Durante la década de 1930 se violentó radicalmente el orden internacional, se pisoteó la soberanía de multitud de países, se violaron todos los acuerdos previos establecidos entre las grandes potencias, y finalmente se desembocó en el estallido de la gran guerra mundial a partir de 1939. El orden internacional ha sido algo que funciona si sirve a los intereses imperialistas, y se rompe cada vez que se contrapone a los mismos. En las grandes crisis imperialistas, precisamente es el orden internacional lo primero que salta por los aires, junto a la soberanía de las naciones y pueblos. No ubicamos en que época pudieron desarrollarse esos «cuatro siglos de formación de soberanías, estados liberales y orden internacional», como afirma Denis.

El promover la desorganización y el caos no es, por tanto, una estrategia novedosa para el imperialismo. Por el contrario, ha sido una receta utilizada desde el Imperio Romano hasta el presente, como mecanismo de subyugación de los pueblos y naciones.

Siguiendo la tesis de Samir Amin sobre el imperialismo colectivo instaurado a partir de 1945 (25), el cual estaría integrado por los Estados Unidos como potencia hegemónica, Japón y la Europa Occidental, el objetivo que se trazaron los gringos en ese entonces sigue siendo el mismo actualmente, dominar militarmente el mundo para garantizar la explotación segura de los recursos naturales destinados a satisfacer las necesidades de la ciudadanía norteamericana. Este objetivo, luego de diversas vicisitudes a lo largo de varias décadas, se comenzó a facilitar luego del derrumbe del Bloque Soviético entre 1989-1991.

Las prioridades de los Estados Unidos se orientan a impedir el surgimiento de cualquier otra potencia que amenace su hegemonía mundial, y a garantizarse el libre acceso a recursos naturales como energía, agua y alimentos, ante la perspectiva de su progresiva escasez y agotamiento en el transcurso del presente siglo. En el primer caso, China y Rusia reúnen esas condiciones para desarrollarse como potencias y desplazar en el futuro al imperio unipolar estadounidense. Sin perder de vista que la propia Europa (la Unión Europea) también reúne esas potencialidades. La necesidad de controlar militarmente el medio oriente, región desde la cual se puede atacar militarmente tanto a China, como a Rusia e incluso a Europa, se fortalece con la existencia allí de las principales reservas de petróleo del mundo.

Cuando ocurren los sucesos del 11 de septiembre de 2001, el plan desatado a partir de allí por los Estados Unidos tenía por objetivo final el cercar a China, de manera de restringirle los suministros de petróleo y limitar su influencia regional mediante la ocupación militar de territorios en Asia central y el Medio Oriente (26). Luego de 7 años de intervención en Afganistán y de 5 años de haber invadido Irak, los Estados Unidos no han podido estabilizar su influencia en ambos países; tampoco han avanzado hacia la ocupación de Irán, invasión que siempre ha estado a la orden del día pero que se posterga una y otra vez ante la incertidumbre cada vez mayor del resultado militar de esa confrontación. Mientras eso ocurre, Rusia se ha ido recuperando como potencia económica y militar, y se ha unido a China como potencias emergentes que comienzan a desafiar la hegemonía estadounidense.

Tratando de dominar el Medio Oriente, a los Estados Unidos se le ha insubordinado su propio patio trasero, los países de América Latina. Como si eso no bastara, la inestabilidad económica ha vuelto con una fuerza no vista desde la época de la Gran Depresión, a partir de la ruptura de la «burbuja inmobiliaria», los precios del petróleo escalan diariamente nuevos records y amenazan seriamente los niveles de vida de los ciudadanos de los países centrales. La crisis alimentaria se fortalece con su progresiva escasez (ayudada por su utilización en la elaboración de bio-combustibles) y con los aumentos de precios en el último año. Toda una serie de factores que enredan al máximo la estrategia que venía desarrollando el imperio yanqui al comienzo de esta década.

Todo lo anterior no implica que la estrategia del imperio haya fracasado, o que se vaya a modificar. Hay que tener claro que los actores dentro de las fuerzas imperialistas responden, como en todas partes, a diversas tendencias. La circunstancia de los últimos años, de hegemonía de los neoconservadores gringos, pudiera variar en el marco de las próximas elecciones estadounidenses de noviembre. Pero también hay que tener claro que no hay sectores en la elite política norteamericana que pongan en duda o que se propongan modificar la condición imperial de los Estados Unidos. Tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata son dos piezas centrales de la conducción política del imperio. En todo caso dos estilos diferentes, pero con los mismos objetivos de fortalecer y prolongar la hegemonía estadounidense en todo el mundo.

El desarrollo inmediato de la crisis implica el desarrollo de múltiples circunstancias políticas y económicas, y de actores cada vez más enfrentados. En los hechos, se pudiera estar configurando no sólo una gran crisis económica, sino también una gran crisis política que crearía las condiciones para el estallido generalizado de confrontaciones militares, a partir del Medio Oriente y extenderse por otras regiones del mundo. Entre esas circunstancias actuantes destacamos:

• El aumento de precios del petróleo, con el consiguiente aumento de combustibles. Se están generando protestas populares tanto en los países de la periferia como en los propios centros capitalistas. La tendencia actual es a la profundización y masificación de dichas movilizaciones populares.

• El aumento de precios de los alimentos y la escasez de algunos rubros alimenticios. Igualmente están generándose manifestaciones, pero circunscritas por ahora a los países más pobres: países del Africa, Haití, etc. Los análisis de este aumento de precios se orientan a culpabilizar a las grandes multinacionales de la industria de alimentos como los responsables de los altos precios debido a la especulación en los mercados bursátiles. Algunos autores afirman que se promueven concientemente hambrunas en los países de la periferia, como un mecanismo de controlar la sobrepoblación y «garantizar que dicha sobrepoblación no afecte los intereses norteamericanos hacia el futuro» (27).

• Ambos factores, petróleo y alimentos, generan inflación, recesión, y desequilibran la estabilidad de las economías centrales (puesto que las economías periféricas nunca han estado estables).

• Continúan los efectos económicos de la crisis inmobiliaria en los Estados Unidos, que se ha extendido de manera directa a la Europa Occidental. La inestabilidad en la Bolsa de Valores de Nueva York pudiera ser un indicativo de la desconfianza que impera en los mercados, y de que los propios capitalistas están esperando tiempos peores. Algunos actores de las finanzas mundiales se atreven a formular la pregunta: «¿Cuáles son los límites del sistema capitalista? Tal vez el mercado no sea siempre el mejor mecanismo para solucionar la crisis» (28).

• Sobre los efectos de esta crisis financiera en la economía mundial, las opiniones mayoritarias se orientan a aceptar que incidirá tanto en Europa como en China e India, por los vínculos existentes entre estas economías. El agravamiento de la crisis financiera en Estados Unidos conduciría a una recesión mundial en el corto o mediano plazo, derivado de la interdependencia de las economías en todas las regiones del planeta.

• La crisis misma radicaliza las posiciones políticas en bando y bando. El imperio ve como tienden a resquebrajarse sus alianzas, y los centros de poder multipolares que se han comenzado a configurar en la última década (29) fortalecen sus argumentos para profundizar la «desconexión» con las estructuras económicas y políticas centrales.

• No obstante, no se debe subestimar la capacidad del sistema capitalista para encontrar salidas a la crisis actual. Algunos hablan del «keynesianismo militar», que pasaría por el desarrollo de diversas confrontaciones bélicas que impongan una economía de guerra en los países centrales. Lo que Naomi Klein llama el «capitalismo del desastre», es decir, promover la destrucción social en el mundo, para luego proceder a reactivar la economía mediante el proceso de reconstrucción de lo que se ha destruido. Fórmula que ha sido aplicada en Irak, y que se asocia a la doctrina de las «guerras preventivas», destinadas a invadir los países y territorios que potencialmente puedan desafiar la hegemonía estadounidense en el futuro.

• A lo interno de la elite norteamericana también existen posiciones radicales en cuanto a la permanencia en Irak y la posible intervención armada contra Irán. Mientras Bush, Mc Cain y los Republicanos insisten en prolongar al infinito su permanencia en Irak, y no descartan en ningún momento la posibilidad de un ataque militar contra Irán para detener su supuesto plan de desarrollo nuclear, los demócratas, encabezados por su candidato Obama, insisten en una pronta salida de las tropas de Irak, y no hacen mucho énfasis en soluciones militares contra los países del llamado «eje del mal», sino que priorizan las negociaciones y el diálogo. Este detalle no debe pasarse por alto, porque una contradicción de ese tipo en cuanto a las prioridades militares del imperio, referidas a intervenir o no en Vietnam, fue lo que condujo en 1963 al asesinato de Kennedy.

• Las presiones cada vez mayores del Estado de Israel para realizar un ataque militar contra Irán. Estas presiones se extienden tanto al gobierno de los Estados Unidos como a la Unión Europea. Un eventual ataque militar contra Irán trastocaría el orden mundial actual y daría paso a una serie de agresiones militares entre países que en poco tiempo pudieran conducir a una guerra de carácter mundial. Para el imperialismo sería una estrategia de «darle con el palo a la lámpara», ante la progresiva pérdida de control político y económico sobre el mundo. Pero recordemos que esas soluciones extremas a las que ha recurrido el imperialismo sólo han conducido a profundizar su propia crisis y a que se constituyan y fortalezcan actores en el campo popular y revolucionario que desarrollan formas políticas alternativas al imperio (como ocurrió en la crisis de 1914-1945).

Finalmente, sobre el desarrollo previsible de los acontecimientos, siempre habrá que tomar en cuenta que las estrategias del imperialismo ante las crisis implican un tránsito hacia lo desconocido. En una situación de pérdida de control, el imperialismo recurre a estrategias cuyos resultados le pueden o no ser favorables. La estrategia de los nazis en los 30 los condujo a su aniquilamiento total, y a la desaparición de Alemania como potencia mundial por varias décadas. De las estrategias que los focos de poder multipolar desarrollen, como respuesta al imperio, dependerá el futuro de la humanidad. Nosotros nos pronunciamos a favor no sólo de la construcción de ese mundo multipolar, sino a favor de la transformación profunda de las relaciones económicas capitalistas, por el derrocamiento efectivo de la burguesía financiera y el desarrollo de sociedades donde se respete la diversidad política y cultural, basadas en la economía social cooperativista y en la democracia participativa. Tal vez esté llegando de nuevo la hora del socialismo, pero no ya del viejo socialismo de partido y de estado que fracasó en la URSS y demás países del llamado bloque socialista. Es la hora del llamado Socialismo del Siglo XXI, única alternativa de organización social que puede salvar a la humanidad de la barbarie a las que nos conduce el decadente imperio de la llamada civilización occidental eurocristiana.

Notas:

18) Víctor Wilches. 2006. La era del dominio unipolar de Estados Unidos declina aceleradamente. lunes, 18 de diciembre de 2006. http://www.elclarin.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=5080&Itemid=996.

19) Jorge Beinstein. 2008. El hundimiento del centro del mundo. Estados Unidos entre la recesión y el colapso. www.aporrea.org.

20) Walden Bello. 2008. Un capitalismo con tonos apocalípticos. http://www.pensamientocritico.org/walbel0408.html.

21) Dilip Hiro. 2007. La aparición de un mundo multipolar. www.rebelión.org.

22) Guardando las distancias, no dejan de ser fenómenos con grandes diferencias en lo específico, pero sus efectos sobre el curso de los acontecimientos históricos tienden a ser parecidos.

23) Michael T. Klare. 2008. Retrato de una ex-superpotencia adicta al petróleo. www.rebelion.org.

24) Samir Amin. 1974. Sobre el desarrollo desigual de las formaciones sociales.

25) Ese imperialismo colectivo se ubica en el capitalismo occidental. Amin agrega otros dos focos de poder luego de 1945: la experiencia socialista, que colapsó en 1989-1991, y la experiencia nacionalista-antiimperialista que desarrollaron naciones del Tercer Mundo entre 1955-1975, incluyendo principalmente al nacionalismo árabe y los Países No Alineados. Samir Amin. 2000. La economía política del siglo XX. Monthly Review.

26) Según declaraciones del ex-presidente italiano Francesco Cossiga, los servicios de inteligencia estadounidenses e israelíes planificaron y ejecutaron los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, para acusar de terrorismo a los países árabes y así poder atacar Irak y Afganistán. http://www.corriere.it/politica/07_novembre_30/osama_berlusconi_cossiga_27f4ccee-9f55-11dc-8807-0003ba99c53b.shtml. Estas declaraciones fueron publicadas en español en www.rebelión.org.

27) Michel Chossudovsky. 2008. Tres necesidades vitales en peligro. La crisis global: Alimento, agua y combustible. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=68624&titular=la-crisis-global:-alimento-agua-y-combustible-.

28) George Soros, en intervención en el Foro Económico Mundial, en Davos. Enero de 2008.

29) Como la Organización de Cooperación de Shangai, y el bloque de países Suramericanos.

Fuentes:

• Amin, Samir. 2000. La economía política del siglo XX. Monthly Review. http://www.rcci.net/globalizacion/2000/fg129.htm.

• Amin, Samir. 2004. Geopolítica del imperialismo contemporáneo. CLACSO. Buenos Aires (Argentina). http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/hegemo/amin.rtf.

• Beinstein, Jorge. 2008. El hundimiento del centro del mundo. Estados Unidos entre la recesión y el colapso. www.aporrea.org.

• Bello, Walden. 2008. Un capitalismo con tonos apocalípticos. http://www.pensamientocritico.org/walbel0408.html.

• Chossudovsky, Michel. 2008. Tres necesidades vitales en peligro. La crisis global: Alimento, agua y combustible. http://www.rebelion.org

• Hiro, Dilip. 2007. La aparición de un mundo multipolar. www.rebelión.org.

• Klare, Michael T.. 2008. Retrato de una ex-superpotencia adicta al petróleo. www.rebelion.org.

• López Sánchez, Roberto. 2006. Una perspectiva actual del socialismo. Revista Cuestiones Políticas. Nº 36. Enero-Junio 2006. Maracaibo (Venezuela).

• PETRAS, James. 2006. Petras, Evo, Chávez y el imperialismo. http://www.voltairenet.org/article139664.html#article139664.

• Roberts, Paul Craig. 2008. ¿Por qué los precios del petróleo son tan altos? CounterPunch. Publicado en www.rebelión.org.

• Wilches, Víctor. 2006. La era del dominio unipolar de Estados Unidos declina aceleradamente. lunes, 18 de diciembre de 2006. http://www.elclarin.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=5080&Itemid=996

Roberto López Sánchez es integrante del Departamento de Ciencias Humanas, Facultad Experimental de Ciencias. Universidad del Zulia. Av. Universidad. Edif. Grano de Oro. Maracaibo, Venezuela.