Primeramente, quería agradecer a Ivan Pinheiro y a la Dirección del PCB (Partido Comunista Brasilero), la invitación para participar hoy de este debate, de esta mesa temática sobre estrategia e táctica de la Revolución brasilera. En primer lugar, quisiera enfatizar que, así como mis antecesores en esta mesa afirmaron, considero el carácter de la revolución […]
Primeramente, quería agradecer a Ivan Pinheiro y a la Dirección del PCB (Partido Comunista Brasilero), la invitación para participar hoy de este debate, de esta mesa temática sobre estrategia e táctica de la Revolución brasilera.
En primer lugar, quisiera enfatizar que, así como mis antecesores en esta mesa afirmaron, considero el carácter de la revolución brasileña (que es la misma cosa que la estrategia) como socialista. ¿Por qué? Porque tenemos el dominio del capital, o sea, en Brasil hace tiempo se puede hablar de un modo de producción capitalista. No hay dudas al respecto; en otras palabras, el modo de producción dominante en Brasil es el capitalismo, aunque se trate de un capitalismo marcado por la dependencia con respecto al imperialismo.
Me parece que no es posible negar el carácter dependiente del capitalismo brasileño; otra cosa es estudiar más y discutir con más profundidad las transformaciones por las cuales ha pasado esa dependencia. Imagino, por lo poco que entiendo de ese tema, que las formas de dependencia del capitalismo brasileño de las grandes empresas del capitalismo mundial, o sea, de las grandes potencias imperialistas, cambió mucho, y debe de haber cambiado bastante en estos últimos 20 / 30 años. Por eso, es necesario conocer mejor, investigar esa cuestión.
Tengo serias dudas cuando se habla de subimperialismo brasileño, o imperialismo brasileño; me parece que la dependencia aún es muy seria y que no se puede negar.
Otro punto que quiero destacar es que la burguesía industrial basileña nunca fue revolucionaria, y mucho menos hoy. Eso, en la historia del Brasil, está muy claro: la burguesía está asociada en posición de dependencia al capital internacionalizado. Por más que haya indicadores de posiciones imperialistas, que haya exportación de capitales brasileños – como dijo la compañera Virginia Fontes -, la dependencia, la asociación, el capitalismo dependiente y asociado a los grandes capitales internacionales, no puede ser negado. Tenemos el dominio de los grandes monopolios capitalistas a nivel mundial. No tiene sentido, por eso, como mis antecesores afirmaron, postular una posible revolución nacional-libertadora en el Brasil, o sea, no existe la posibilidad de desarrollar en Brasil un capitalismo autónomo. Si eso ya estaba equivocado en los años 60, hoy es mucho peor; es una tesis totalmente caduca.
En Brasil, hoy, luchar contra el imperialismo significa luchar contra el capitalismo; pienso que esa bandera no puede ser abandonada. La lucha antiimperialista, a mi entender, está profundamente asociada a la lucha contra el capitalismo. Cuando se levanta la bandera del antiimperialismo, cuando se lucha contra las diferentes formas de dominación del capital extranjero en Brasil, estamos luchando contra el capitalismo. El capital brasileño, el monopolio capitalista brasileño ya está hace mucho tiempo entrelazado y asociado al capital externo; por tanto no se puede separar eso. Al emprender cualquier medida de carácter antiimperialista, se estará, a mi entender, tomando medidas también de carácter anticapitalista.
Una cosa que también me gustaría destacar es que no se puede llegar al socialismo sin revolución, o sea, sin la conquista del poder político por las fuerzas revolucionarias, algo que muchos sectores pasaron a negar, a considerar que era posible llegar al socialismo sólo a través de reformas. Los clásicos del marxismo, Marx, Engels, Lenin, Gramsci, nos enseñan que es necesaria la conquista del poder por las fuerzas revolucionarias para que realmente pueda ser victoriosa la propuesta socialista. Esto también se revela y es importante destacar- por la experiencia histórica, pues el socialismo no fue victorioso en ningún lugar sin revolución, sea en Rusia, en 1917, sea en China, en 1949, sea en Cuba, en 1959. No se trata, por tanto, sólo de un postulado, de una concepción teórica, es una enseñanza práctica de la revolución. Lo que uno percibe es que, sin la conquista del poder político, es imposible llegar al socialismo.
Sin embargo, los temas que traté hasta ahora creo que son temas de consenso, por lo menos entre nosotros aquí presentes. El gran problema, a mi entender, son las formas de transición al socialismo, o, en otras palabras, las tácticas de aproximación al objetivo estratégico trazado, o sea, a la revolución socialista. Se trata, a mi entender, de un proceso de acumulación de fuerzas, de formación de un bloque de fuerzas populares, o, mejor, de lo que podría ser llamado de «sujeto pueblo», hoy mucho más amplio que el proletariado, capaz de llevar adelante una propuesta realista de alternativa de poder. Creo que es mejor no hablar de «bloque histórico», porque esto provoca confusión con el concepto adoptado por Gramsci. Ese «sujeto pueblo» abarca, a mi entender, no solamente a la clase operaria los trabajadores vinculados directamente al proceso productivo, a la producción de plusvalía según Marx-, sino también a una cantidad enorme de trabajadores que, en el modo de producción capitalista de hoy, y en Brasil también, son asalariados, brutalmente explotados. Son víctimas del capitalismo, pero no producen directamente la plusvalía; tenemos profesionales de las más variadas funciones, bancarios, médicos, profesores; la gran mayoría son asalariados, y deben, a mi entender, constituir lo que estoy llamando de «sujeto pueblo». Podemos decir de otra forma «bloque de fuerzas populares»; sin duda, el proletariado, la clase operaria, es el «núcleo duro», el centro, la fuerza más importante dentro de esa fuerza aglutinadora. Sólo que no estamos más en la época de considerar sólo al proletariado como fuerza revolucionaria.
La cuestión de las formas de transición o tácticas, que contribuyen con la acumulación de las fuerzas, para la unión de los sectores abarcados por la explotación capitalista de una forma o de otra, es algo fundamental.
Tenemos, en ese sentido, un ejemplo histórico significativo. Hasta 1921, la propuesta de Lenin, del Partido de la Unión Soviética y de la 3ª Internacional era la lucha por la dictadura del proletariado, considerando que al final de la 1ª Guerra Mundial, en Europa, existía una situación revolucionaria y había expectativa de revoluciones en Hungría, en Alemania, Italia y otros países. Y se esperaba que se intentase instalar la dictadura del proletariado en esos países, como había sucedido en Rusia en 1917. Sin embargo, las revoluciones fueron derrotadas en Alemania, en Hungría, en Italia, tornándose evidente que no había más condiciones para levantar aquellas mismas banderas. Lenin va a proponer, frente a esa nueva situación creada, la lucha por un gobierno operario, un gobierno de frente único, en la medida en que la situación revolucionaria en Europa había sido superada. La forma de transición para el socialismo, en aquel momento, debería ser otra; y la bandera levantada por Lenin de un gobierno de frente único tenía ese sentido.
La propuesta alternativa de poder debe expresar, a mi entender, las ansias de los sectores populares que constituirán lo que yo estoy llamando de «sujeto pueblo», acompañando lo que algunos autores latinoamericanos ya vienen escribiendo.
Ninguna revolución se hace bajo la bandera del socialismo: «¡salgamos a la calle a luchar por el socialismo!». Ni la revolución rusa, ni el asalto al palacio de invierno (no creo que el asalto al Palacio de Invierno, que ocurrió en Rusia, se repita en Brasil, con el asalto al palacio del Planalto; es muy difícil; los caminos serán otros). A mí me gusta mucho la frase de Mariategui, gran revolucionario latinoamericano- cuando dice que nosotros tenemos que hacer la revolución socialista sin copia ni réplica, sino como invención heroica de nuestros pueblos. Creo eso. Tenemos que encontrar el camino brasileño, no será probable el asalto al Palacio del Planalto, pero yo estaba hablando de otro asalto, el asalto al palacio de invierno. ¿Cuál era la bandera en aquel momento?, era una bandera bien simple: «Pan, Tierra y Paz». ¿Qué significaba en la Rusia de aquel momento? Las ansias de las camadas populares; la guerra aún no había acabado, estábamos en 1917, la gran aspiración era que hubiese paz, que acabase la guerra, que hubiese pan el hambre era terrible en Rusia en aquel momento y que hubiera tierra para los campesinos. Había una masa enorme de campesinos en Rusia, que querían tierra; y bajo esta bandera se realizó la revolución rusa. Fue correcta esa bandera y contribuyó para que se avanzase rumbo al socialismo.
En ningún lugar si miramos Cuba, por ejemplo – se hizo la revolución con la bandera del socialismo; fue la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, en los años 50, que movilizó al pueblo cubano en aquel momento. Cuando Fidel proclamó el socialismo en Cuba, por ocasión de la invasión de la Bahía de los Cochinos en un momento extremamente grave para la revolución cubana, ¿qué dijo él en aquel momento? Fidel nos dijo: «nosotros estamos yendo para el socialismo»; él hizo un gran comicio, con todo aquel entusiasmo y con todo aquel carisma, y al final dijo: «¿a ustedes no les está gustando tener comida, tener escuela, tener educación?; pues sí, todo eso se llama socialismo». Era eso que Fidel decía al pueblo; entonces iba movilizando alrededor de los problemas que el pueblo sentía. Socialismo era algo muy abstracto; nos puede movilizar a nosotros aquí, pero no moviliza a las grandes masas, ni movilizó en ningún lugar, ni en Rusia Soviética, ni en Cuba de Fidel. En las condiciones actuales de Brasil, el movimiento popular se encuentra reconocidamente desmovilizado y desorganizado, debemos tener la sensatez de reconocer eso. (La excepción es el MST Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra; eso ni se discute, reconocido inclusive, por líderes de los demás países latinoamericanos. El MST es el mayor movimiento popular de América Latina). En esas condiciones, las organizaciones revolucionarias necesitan encontrar las reivindicaciones que puedan movilizar y contribuir con la organización de los diferentes sectores populares. Creo que el MST encontró tales reivindicaciones. ¿Cómo surgió el MST 25 años atrás? Fue a partir de la desesperación de las masas rurales que estaban siendo expulsadas de la tierra. El movimiento surgió de una necesidad prioritaria; la iglesia ayudó a través de las comunidades eclesiales de base (las CEB); surgieron auténticos líderes, que no fueron fabricados en laboratorio, fue a partir de la necesidad de lucha de esos trabajadores, que se veían sin tierra, se veían en desgracia total, comenzaron a organizarse y de ahí surgieron sus líderes. De esa organización inicial se llegó al MST de hoy, que conmemoró 25 años en enero. Estuve en esas conmemoraciones como invitada: pude ver 2.500 trabajadores rurales reunidos con un nivel de conciencia política que es difícil encontrar aquí, por la ciudad. Eso es muy interesante, fue el resultado de un trabajo de 25 años de organización y de educación de esos trabajadores.
Para llegar allí, para conseguir una relación estrecha con los trabajadores, es necesario estar allí donde están los trabajadores, en las fábricas, en los sindicatos, en las escuelas, en los barrios, etc. Parece que estoy diciendo cosas muy obvias. El PCB, toda la vida, habló sobre eso, que era necesario estar donde estaban los trabajadores, pero en realidad estaba poco. Pocos militantes y dirigentes do PCB efectivamente estaban en las bases, todo el mundo quería estar en la dirección. Es necesario un trabajo conciente, a largo plazo, como el MST realiza, un trabajo de organización popular, que solamente puede ser hecho en torno de las reivindicaciones de los propios trabajadores. No tiene sentido decirles a los trabajadores: «nosotros queremos la revolución socialista, vamos para el socialismo, vamos a luchar contra el capital». Quien diga eso se va a quedar hablando solo, no va a conseguir nada, va a conseguir sólo la adhesión de un o de otro elemento más avanzado.
En el momento que vivimos, en el nivel actual de organización y movilización en que se encuentran los trabajadores, no me parecen adecuadas, por lo tanto, las propuestas sea de «frente anticapitalista», como está en las Tesis del PCB, sea de «frente antiimperialista», sea de «frente socialista». En ese sentido, existen diversas propuestas de frentes; yo creo que ninguna cabe en este momento, porque esas propuestas se quedarían en el papel, estarían condenadas a no ser realizadas en la práctica. Quiero recordar un ejemplo de la historia del PCB: el famoso Manifiesto de Agosto de 1950, y su desdoblamiento en el Programa del IV Congreso del PCB, realizado en 1954. ¿Qué se decía? ¿Qué se proponía? En ese Manifiesto, reiterado por el IV Congreso (4 años después), era propuesta la formación de un Frente Democrático de Liberación Nacional. Bueno, ¿qué sucedió? El PCB, en ese período, en los años 50, era un partido bastante monolítico, con una disciplina rígida, y los militantes del Partido, muchos heroicamente, se lanzaron a la lucha por la construcción de ese frente.
Pero el Frente Democrático de Liberación Nacional nunca salió del papel, nunca salió adelante. Salió adelante la lucha por la democracia; el PCB participó activamente de una amplia coligación de fuerzas que organizó una campaña de «El petróleo es nuestro», por el monopolio estatal del petróleo. Esa campaña realmente convenció y movilizó a amplios sectores, inclusive sectores de los trabajadores, pero también a las camadas medias, a los líderes sindicales, etc. Entonces, ese fue un movimiento real, que sensibilizó, que movilizó mucha gente. Pero el Frente Democrático de Liberación Nacional, que tenía todo un programa en el papel, bien bonito, etc. no salió adelante, a pesar de todo el empeño de los militantes comunistas.
Personalmente, pienso que en el Brasil actual sería en vano formular propuestas de frentes; nosotros no tenemos madurez en el movimiento popular en Brasil para eso. A mi entender, lo más importante en este momento es elaborar un programa de propuestas concretas, viables de movilizar hoy diferentes sectores populares y organizarlos políticamente. Se trata de organizarlos en torno de lo que ellos quieren, de lo que ellos estén dispuestos a hacer. Yo hallo muy interesante, y voy a citar aquí, una declaración de João Pedro Stedile del MST, en que propone: «Un proyecto popular, en los marcos de nuestra sociedad, de fortalecer de hecho el Estado para que él adopte una política económica que lleve al desarrollo del país en beneficio del pueblo. ¿Cuáles son los problemas fundamentales del pueblo en Brasil? Alto desempleo, falta de vivienda, necesidad de reforma agraria y ausencia de educación» (UOL Noticias -Política -15/08/2009).
Creo que podríamos agregar: ausencia de políticas de salud pública y también, lo que es muy actual, el monopolio estatal del petróleo. Pienso que son cuestiones que pueden unificar a determinados sectores. No voy a decir que el monopolio estatal del petróleo va a unificar a toda la sociedad brasileña; ciertamente no va a hacerlo; pero hay sectores que se están organizando para eso y se pueden movilizar, y juntamente con sectores de trabajadores urbanos que ya están movilizados, avanzar en esa lucha. El gran problema es cómo organizarse, cómo apostar en ese trabajo, cómo conquistar los trabajadores que están completamente manipulados por todo tipo de «pelegos» (posición conciliadora). Es en ese trabajo que surgirán nuevos dirigentes.
Como reconoce el propio Stedile: «No basta colocar en el papel `Ese es nuestro proyecto´. Es necesario construir, acumular fuerzas populares que actúen para la construcción de ese proyecto». (ídem). Yo diría: es preciso movilizar y organizar amplios sectores populares en torno de sus problemas reales. Lo decisivo será siempre la presión popular. La presión popular puede y debe arrancar conquistas, sea del Estado, sea de los patrones. Sin presión popular no se va a conquistar nada significativo.
En el proceso de organización y lucha por tales reivindicaciones, cabe a los comunistas y a los revolucionarios de manera general (y nadie tiene el monopolio de ese tipo de liderazgo) demostrar a las masas que la solución definitiva de los problemas existentes sólo será posible con el socialismo. Ahí se ve la importancia de la educación; nuevamente citaré al MST, que es el movimiento concreto que tenemos hoy en Brasil, que, al mismo tiempo que organiza a los trabajadores, que los moviliza en torno de sus reivindicaciones, procura educarlos, mostrando que la única alternativa es el socialismo. Se trata pues, de la formación de cuadros capaces de liderar al movimiento, pues las direcciones surgen espontáneamente, no son fabricadas en laboratorio, de nada sirve designar una persona, por mejor que ella sea, y colocarla como líder. Eso no funciona; es en la lucha que van a surgir los dirigentes; y cabe a los revolucionarios, a los marxistas, educar a esos nuevos líderes, para que ellos puedan ejercer su papel de dirección y entiendan que el socialismo es la única solución definitiva para el problema de la tierra, de la salud pública, para todos los problemas que afectan al pueblo brasileño, para acabar con la explotación capitalista e imperialista.
Pero hay fases intermediarias; es lo que llamamos de momentos de transición, para llegar al socialismo. Para llegar allá, sin caer en el reformismo, es necesario conquistar el poder político, o sea, la revolución. Yo ya me referí a eso: la educación de los dirigentes, de los militantes más activos, que se vayan destacando en los movimientos populares. Ellos deben ser educados, deben ser preparados y transformados en cuadros revolucionarios, con el entendimiento de la necesidad de dominar una teoría científica, que los oriente en la marcha para la conquista del poder político. Y esa teoría es el marxismo. Para dominarla, es necesario estudiar, conocer a fondo la teoría marxista.
Eso es diferente de levantar de inmediato la bandera del socialismo, o inclusive, la lucha abierta contra el capitalismo, pues tal postura, tal tesis, no va a movilizar. Al mismo tiempo, quiero destacar mas una vez una vez más la enorme importancia de la formación de cuadros con conocimiento del marxismo, la formación revolucionaria de los dirigentes que surgirán en el proceso de la lucha y no en los gabinetes. Ese es a mi ver, el camino real, efectivo, en los días de hoy, en Brasil, para dar pasos concretos rumbo al socialismo.
La experiencia de la izquierda, tanto en Brasil como en muchos otros países, revela que existe una cierta tradición de enmarañarse en discusiones interminables y no aproximarse a los trabajadores, no buscarlos donde ellos están, no realizar el trabajo de organizarlos en torno de sus reivindicaciones, intentando «abrir la cabeza» de sus líderes, de sus militantes, buscando educarlos para avanzar en la lucha. ¿Es un trabajo difícil? ¡Sin duda! ¿Es un trabajo a largo plazo? Sí. Indiscutiblemente.
Existe una visión medio romántica influenciada por la Revolución cubana, que efectivamente tuvo aspectos románticos, de que Fidel desembarcó con 12 revolucionarios, en una canoa e hizo la revolución, subió la montaña e hizo la revolución. En realidad, cuando Fidel hizo esto junto con Ernesto Guevara y otros revolucionarios, existía el Movimiento 26 de Julio desde el asalto al Cuartel de Moncada. Cuando Fidel pronunció aquel discurso «La historia me absolverá», aún en 1953, ya existía todo un trabajo del Movimiento 26 de Julio, que después fue un soporte fundamental de la guerrilla en Sierra Maestra. Había en las ciudades, contra la dictadura de Fulgencio Batista, un movimiento muy fuerte, un movimiento extremamente organizado, que garantízaba los recursos financieros para la guerrilla, así como vestimentas, armamento y combatientes. Muchos trabajadores se movilizaron, pero muchos revolucionarios eran también estudiantes. Fueron organizados, movilizados, concientizados, fueron educados por el Movimiento 26 de Julio y eran enviados para fortalecer la guerrilla. La guerrilla sobrevivió por causa de esto, y, también, conquistando el apoyo de los campesinos, pues levantaba los problemas que afectaban los campesinos de Sierra Maestra. Hubo un aspecto romántico, pero lo principal fue el trabajo de base, el trabajo de educación, el trabajo de recaudación de fondos financieros, fundamental; sin eso, no sería posible mandar armamento para la guerrilla, importar armamento extranjero, que era enviado para la guerrilla. Eran enviados también alimentos, diversos recursos, ropa y gente, gente que era formada en la ciudad y que estaba dispuesta a abandonar todo e ir para la guerrilla. Entonces, se ve el nivel de organización que existió y garantió que la guerrilla fuera victoriosa. Claro que hubo mucha lucha, y que no fue fácil, pero sin trabajo de base, sin organización popular y organización popular sólo se da en torno de lo que el pueblo está sintiendo, sin eso, no se va para adelante, nos vamos a quedar reuniéndonos con nosotros mismos; podrán hasta surgir cuestiones interesantes, pero desvinculadas de las luchas reales, de los intereses reales de los trabajadores.
Lamentablemente, hoy en Brasil, principalmente después de todos esos años de dictadura militar, de toda la represión que fue desencadenada por la dictadura, nuestro pueblo está bastante desmovilizado no por culpa del trabajador, sino debido a la fuerza de la clase dominante en nuestro país. Yo siempre digo que la historia de Brasil es una historia trágica, es una historia en que la clase dominante siempre tuvo mucha fuerza; tuvimos cuatro siglos de esclavismo, con dueños de esclavos muy poderosos, dueños de vastas extensiones de tierra, que siempre reprimieron con gran violencia cualquier movimiento popular que surgiese. Durante el siglo XIX, por ejemplo, los innumerables movimientos populares que tuvieron lugar en diferentes puntos del país, fueron reprimidos con extrema violencia, fusilamientos, ahorcamientos, etc. Las clases dominantes en Brasil nunca permitieron que los movimientos populares se organizasen, que pudieran ser victoriosos.
En la historia de Brasil, por lo que pude investigar, el único movimiento contra el poder público que no fue derrotado, aunque no haya sido victorioso, fue la Columna Prestes. Todos los demás movimientos populares en Brasil fueron derrotados. Siempre fueron liquidados por el Ejército y por la Policía. Esa es una herencia nuestra, muy diferente hasta de nuestros vecinos latinoamericanos. Si miramos Argentina, Uruguay, Chile, veremos que, diferentemente de ellos, no tenemos en Brasil tradición de organización popular. Hay que resaltar que, en Brasil, los comunistas del PCB hicieron grandes esfuerzos en el sentido de organizar a los trabajadores. Soy testigo de esto; pero era muy difícil, debido a una serie de problemas tanto una realidad compleja como por todo lo que se refiere a errores tácticos y estratégicos cometidos por el Partido. Era muy difícil organizar a los sectores populares. Entonces, hacer eso no es fácil, pero es posible, porque el capitalismo está allí, las contradicciones están allí, la lucha de clases está presente, los trabajadores están siendo triturados y van a tener que rebelarse, van a comenzar a hacer huelgas. Hoy mismo hay una huelga de los bancarios, como hay otras huelgas que en este momento también están sucediendo. Es junto a los trabajadores en lucha que los comunistas deben estar organizando y buscando llevar adelante esas luchas.
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Conferencia impartida el 24 de septiembre de 2009 en el Salón Noble del Instituto de Filosofía y Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Río de Janeiro en el ámbito del seminario para debate de la tesis principal del XIV Congreso do PCB (A Estratégia e a Táctica da Revolução Brasileira).
* Anita Leocádia Prestes: Profesora. Graduada en Química y con Doctorado en Economía Política. Actualmente es profesora de Historia. Hija de los militantes comunistas Olga Benário Prestes y Luís Carlos Prestes, nació en la prisión femenina nazista Barnimstrasse. Después de una vida conturbada por separaciones familiares, persecuciones políticas, exilio y clandestinidad, Anita Leocádia Prestes vive hoy en Rio de Janeiro y se considera hija de la «solidaridad internacional» por las circunstancias de la vida.