En el programa radial El Círculo Rojo, el columnista Pablo Anino hizo un contrapunto con el informe que Alejandro Bercovich presentó en el programa Brotes Verdes de C5N
Alejandro Bercovich, un amigo de la casa, estuvo de viaje en Portugal y el martes presentó un informe en esta radio y en su programa Brotes Verdes, que se emite por C5N. El hashtag que utilizó Berco, #SalirdelFondo, se transformó en trending topic.
Hay algo muy cierto en esa idea: las recetas del FMI llevan al infierno. La clave del informe es mostrar que el primer ministro Antonio Costa, del Partido Socialista, que inició el Gobierno en 2015, terminó con las políticas de austeridad. Frente a la tragedia de Grecia, se muestra Portugal como un caso distinto, un ejemplo exitoso de ruptura con el FMI ¿Pero es realmente así?
Los puntos de partida de Portugal y Grecia fueron muy distintos: el país heleno estaba mucho más grave en términos de deuda, déficit fiscal y rojo externo. Las recetas de la troika (compuesta por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI) hundieron la economía griega casi 30 % y en la actualidad la desocupación supera el 20 %. Por el contrario, hace algunos años, Portugal comenzó a crecer y a recuperar el empleo.
Portugal se transformó en un caso que reivindican kirchneristas y hasta Roberto Lavagna para decir que «otro camino es posible»: compatibilizar connivencia con el Fondo y crecimiento. Pero, desde el punto de vista de los trabajadores, el caso de Portugal no significa ningún éxito que haya que festejar.
Lo que perdió la clase trabajadora en la crisis no se recuperó íntegramente después
Durante los años de mayor austeridad se aplicó el siguiente combo:
Recortaron los salarios 14 % durante varios años por la suspensión del pago de aguinaldos.
Los docentes llevan una década de salarios congelados. El mes pasado Costa amenazó con dimitir si el Parlamento avanzaba en descongelar la antigüedad de los docentes, lo que habilitaba la suba salarial.
Se realizó una reforma laboral para abaratar «costos».
Se congeló el salario mínimo.
Se recortaron 25 % los sueldos de los empleados públicos. A la vez, la jornada laboral se elevó a 40 horas.
Se realizó una reforma previsional que elevó la edad jubilatoria.
El Impuesto al Valor Agregado (IVA) subió de 21 % a 23 %. En el caso de algunos servicios públicos, la suba fue desde el 7 % al 23 %.
Privatizaciones.
El Gobierno de Costa impulsó la reducción de la jornada laboral del empleo público nuevamente a 35 horas semanales, tal como era previo a los planes de austeridad. También descongeló las jubilaciones y habilitó la suba moderada del salario mínimo, pero las medidas esenciales, tales como la reforma laboral y previsional o la suba del IVA, no se revirtieron.
La baja de la tasa de desempleo que en 2013, en el pico de la crisis, se ubicó en 16,2 % de la población activa, comenzó con un Gobierno conservador, pero se acentuó en la gestión de Costa hasta reducirse al 7,3 % de 2018. Aun así, se trata de un nivel todavía más elevado que el promedio del período que va desde el 2000 al 2008, cuando el desempleo promedió era el 6,1 %. Los salarios mínimos, aún cuando se elevaron, representan la mitad que en Francia y Alemania.
La recuperación del empleo se da con base a bajos salarios, precarización y flexibilización laboral, situación que afecta principalmente a la juventud: en 2008, el 10 % de las y los jóvenes de 16 a 24 años tenían un empleo a tiempo parcial, de corta duración; en 2015 llegó al 22 %. Ahora ya llega al 67,5 %. Dos tercios de los nuevos empleos generados son precarios, de tiempo parcial o mediante contrato de obra, sin estabilidad laboral. Un modelo de «modernización» como sueña Macri.
No se rompió con el FMI
En 2014 el FMI casi daba por concluida su tarea. En noviembre de ese año, la misión del Fondo declaraba que «el esfuerzo de consolidación fiscal está listo para detenerse en 2015». Portugal le seguía debiendo plata al FMI, pero era un crédito como cualquier otro, ya sin metas para cumplir.
Cuando asumió Antonio Costa, a fines de 2015, tuvo enfrente una visión más conciliadora de la troika. Claudio Katz explica que «Después de la virulenta sanción impuesta a Grecia, primó la decisión de actuar con mayor consideración. En el primer caso prevaleció la penalización a una población movilizada que desafió a los mandantes de Europa. La conciliación con Portugal fue un gesto compensatorio, en el nuevo escenario de crisis continental generado por el brexit».
En diciembre de 2018, Antonio Costa, anunció que Portugal cancelaba la deuda con el FMI: como Néstor Kirchner, pagó por anticipado hasta la última moneda. Aquí surge una pregunta: ¿hay que pagar a los saqueadores? El objetivo de esa política no fue una ruptura con los organismos internacionales, sino ahorrar intereses de la deuda: Costa aclaró que lo hacía porque creía que «reforzará la credibilidad internacional».
La «cogestión» del ajuste: ningún partido rompió las reglas
Para tener una perspectiva de cómo se sucedieron las medidas de ajuste es importante destacar la sucesión de gobiernos desde que se inició la crisis:
José Sócrates (Partido Socialista) fue primer ministro desde el 12 de marzo de 2005 hasta el 21 de junio de 2011. Este último año el país entró al programa de asistencia financiera de la troika. Sócrates renunció cuando el Parlamento rechazó su cuarto plan de ajuste en medio de protestas contra los planes de austeridad.
Pedro Passos Coelho, del conservador Partido Social Demócrata, gobernó entre 20 de junio de 2011 y 26 de noviembre de 2015. Aceleró el ajuste.
Antonio Costa (Partido Socialista), quien moderó el ajuste, gobierna desde el 26 de noviembre de 2015.
La ofensiva de los capitalistas sobre la clase trabajadora se inició en 2011 con José Sócrates del Partido Socialista, se profundizó con Coelho y se moderó con Costa. En ese recorrido, Portugal hizo el ajuste en todos los terrenos (salarios, gasto público, déficit externo, reformas estructurales).
El crecimiento económico comenzó antes que se aplicase la moderación del ajuste con Costa: se inició tímidamente a mediados de 2013 con el Gobierno conservador de Coelho. A fines de 2015, cuando asumió Costa en oposición a algunos planteos de austeridad gran parte de la tarea sucia estaba hecha.
Andrés Malamud, politólogo argentino ligado a la UCR, que enseña en la Universidad de Lisboa, observó en Twitter que «Portugal se convirtió en la Biblia del antiajuste. Pero la Biblia tiene dos partes. En el Antiguo Testamento (2011-15), intervención y masacre. En el Nuevo Testamento (2015-19), amor y resurrección»
Un «milagro» modesto
Es cierto que en los dos últimos años Portugal consiguió tasas de crecimiento moderadamente más elevadas que la Unión Europea: 2,8 % en 2018 frente al 1,7 % de la UE. En contraste, la inversión (una suerte de medida del estado de salud de la economía) es particularmente baja en Portugal en comparación con la UE.
Un dato importante es que Portugal se benefició del empuje de la economía europea. Pero el signo común en el viejo continente desde la crisis de 2008 es el crecimiento excesivamente bajo, fenómeno del que no escapan los portugueses: crecieron menos de 2 % promedio entre 2014 y 2018.
Donde verdaderamente Portugal vive un boom económico es en el sector turismo y en el inmobiliario. También existe una recuperación importante en las automotrices y en textiles. Este fenómeno no es ajeno a que muchos capitales extranjeros llegaron para aprovechar las ventajas impositivas y los bajos salarios en relación a las potencias de la Unión Europea.
Los bancos fueron salvados
Con la crisis mundial de 2008 muchos bancos de las principales economías del mundo quedaron al borde de la quiebra. En el caso de Portugal (como en otros países), todo el arsenal de políticas económicas fue utilizado para salvar a los bancos. Esto puso al propio Gobierno al borde del default de la deuda porque ese salvataje fue absorbido por el Estado. Esta política continuó con el actual Gobierno socialista, que inyectó miles de millones de euros a los bancos.
Desde el inicio la intervención de la troika para evitar una cesación de pagos de Portugal fue orientada a salvar a los bancos alemanes y franceses, que eran los acreedores principales de los portugueses. Y en última instancia fue un salvataje del euro, frente al riesgo de disolución de la Unión Europea.
Portugal no llevó adelante ninguna ruptura con el capital financiero internacional. Tanto que a Mario Centeno, el actual ministro de Finanzas, se le llamó el «Ronaldo de las finanzas» (en alusión al crack Cristiano Ronaldo). El elogio proviene, no de los trabajadores, sino del ultraortodoxo exministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schäuble.
Portugal sigue endeudado hasta las manos: su deuda equivale a alrededor del 130 % del PIB. Este indicador muestra un riesgo latente alto de crisis de deuda.
Algunas conclusiones
Portugal no rompe con las generales de la ley en el capitalismo: los empresarios son los principales ganadores de los últimos años. De hecho, aumentaron su participación en la torta de lo que produce el país cada año.
¿Los trabajadores están peor o mejor que antes del comienzo de la crisis? Cuando se moderó la austeridad se devolvió a la clase trabajadora mucho menos de lo que se le robó en los peores días del ajuste. El descontento de la clase trabajadora continúa hasta hoy y se expresa en qué 2019 promete ser récord en cantidad de huelgas. Y, para nosotros, este es el dato más alentador.
@PabloAnino
Fuente: http://www.laizquierdadiario.es/El-caso-de-Portugal-un-ejemplo-milagroso-para-superar-la-crisis