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El Caso Juan Carlos Caldera o la ética de la oposición venezolana

Fuentes: Rebelión

La oposición venezolana no abandona su falsa conducta. A lo largo de estos trece años han construido un discurso político lleno de mentiras y manipulaciones ideológicas, las cuales han logrado convertir en paradigmas para sus seguidores. Frases como «aquí no hay democracia»; «queremos un país libre»; «abajo este régimen comunista»; «Chávez es un dictador»; «aquí […]

La oposición venezolana no abandona su falsa conducta. A lo largo de estos trece años han construido un discurso político lleno de mentiras y manipulaciones ideológicas, las cuales han logrado convertir en paradigmas para sus seguidores. Frases como «aquí no hay democracia»; «queremos un país libre»; «abajo este régimen comunista»; «Chávez es un dictador»; «aquí no hay libertad de expresión», han alimentado la retórica oposicionista y han logrado convertirlas en representaciones sociales del colectivo que adversa al Comandante Chávez. Con la determinante ayuda mediática, han hecho creer a sus militantes y simpatizantes, que ciertamente vivimos en una dictadura con signos comunistas. Valdría la pena escudriñar en los conceptos y dimensiones ideológicas que constituyen la cotidianidad discursiva de la oposición venezolana, para identificar sus permanentes contradicciones, falsedades y manipulaciones.

Sin lugar a dudas, en este país se vive una profunda democracia, caracterizada por la participación protagónica del pueblo, tal cual lo establece nuestra CRBV. Las libertades públicas se ejercen plenamente, en concordancia con la observancia de la norma y el principio constitucional de la justicia social. El proceso revolucionario y su gobierno asumen la proposición del Socialismo, ejercicio sustentado en una legitimación reiterada por la soberanía popular. La revolución bolivariana ha logrado construir una mayoría, que conjuntamente con el Estado, desarrollan una supremacía democrática respecto del sector opositor. El gobierno bolivariano impulsa y desarrolla un proceso de integración latinoamericana y caribeña, la cual asume como una necesidad estratégica, antiimperialista y democrática para el desarrollo soberano de nuestros pueblos. La libertad de expresión se realiza a plenitud y con mayor vigor que en los gobiernos de la IV República. Se ha privilegiado la atención fundamental al ser humano. Sobre todo, a los sectores pobres del país. Se ha transformado el principio sobre la distribución de la riqueza, privilegiando la inversión social para conquistar un equilibrio social que permita un significativo mejoramiento en las condiciones materiales y espirituales de nuestro pueblo. En fin, son muchas las respuestas para dar al traste con las falsedades y manipulaciones por parte de la oposición venezolana.

La semana pasada, el diputado socialista y revolucionario Julio Chávez presentó al país un video donde se evidenciaba un acto bochornoso con participación de un diputado de la derecha venezolana. El diputado Juan Carlos Caldera recibía una suma de dinero como pago a gestiones y diligencias, requeridas por un empresario, tendentes al establecimiento de una relación del gran capital con el candidato burgués. De seguro, para favorecer supuestas operaciones futuras del empresario en referencia en un gobierno de la derecha venezolana. Sin lugar a dudas, estamos frente a un delito de corrupción. Presuntamente, se violan los artículos 70, 71 y 79 de la Ley Contra la Corrupción y los artículos 253, 255, 257, 259, 260, 261, 265 y 272 del Reglamento General de la Ley Orgánica de Procesos Electorales, todos ellos relacionados con el título VII de la Ley denominado «Del Control de Financiamiento de Campaña Electoral». Así, resulta un imperativo la apertura de una averiguación administrativa por parte del CNE. Sería un aporte definitivo y develador a la investigación iniciada por la Asamblea Nacional. La comprobación de la inobservancia de los artículos ya mencionados seguramente probaría la actuación ilícita del diputado de la MUD, dirigente nacional de Primero Justicia y representante de HCR ante el CNE Juan Carlos Caldera, y por ende, la responsabilidad del candidato de la burguesía Capriles Radonski.

Otro aspecto significativo de este affaire, se refiere a la ética que alimenta el comportamiento político de la derecha venezolana y su candidato presidencial. Tal como lo refería el diputado Oscar Figuera en la Asamblea Nacional, estamos frente a un evento que ratifica los valores que impregnan la ética del capital. Este acto pone al descubierto los verdaderos intereses que componen la agenda oculta del candidato de la oposición. Este acto reivindica el compromiso del candidato de la oligarquía con los ricos y no con nuestros sectores populares. Define una relación que privilegia a la burguesía contra los intereses de los trabajadores.

Este hecho ilícito y corrupto para la gran mayoría de los venezolanos, no lo es para la gran mayoría de los medios de comunicación, identificados con la oposición. Tampoco para los partidos integrantes de la MUD. Asumen como normal y natural que un empresario compre los favores futuros de un candidato presidencial, mediante la utilización de un intermediario quien ejerce el cargo público de diputado. Aun cuando Capriles Radonski intentó deslindarse del hecho, la lectura del diálogo entre el diputado y el emisario del empresario lo involucra. Además, basta con saber el grado de relación política y afectiva entre ambos, para concluir que ciertamente se trató de una operación financiera conocida, aprobada y direccionada por el candidato de la oligarquía.

Lo ocurrido no debe causar sorpresa alguna. Un conjunto de hechos materializados por esta casta política describe claramente la catadura ética de este sector. Basta recordar que Primero Justicia, partido político del candidato burgués, nació de la comisión de un acto de corrupción en el año 98. La madre de Leopoldo López, Gerente de Asuntos Públicos de PDVSA para la época, le entregó 60 millones de bolívares del presupuesto de la empresa estatal, para la fundación de la organización política. En los hechos acaecidos el 11 y 12 de Abril del 2.002, el protagonismo fascista del candidato Capriles Radonski fue más que evidente. Persiguió y apresó a dirigentes del gobierno y la revolución sin el acatamiento al debido proceso. Asaltó la Embajada de Cuba y violentó la soberanía territorial de ese hermano país. De reciente fecha, recuerdo aquel desmentido sobre el forjamiento de un oficio del Ministerio de la Defensa, difundido y utilizado por él. Ahora, ha negado rotundamente el contenido neoliberal de su programa de gobierno, suscrito el 23 de Enero en acto público. Igualmente, el documento reciente sobre las primeras acciones económicas de su gobierno, el cual fue denunciado por David de Lima y William Ojeda.

Sin temor a equivocarme, estamos frente a una gran estafa política. Su comportamiento cínico y manipulador lo convierte en una oferta engañosa, ratificando la ética que sustenta a la derecha venezolana: la ética del capital, del imperialismo, de los ricos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.