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El Che de Steven Soderbergh y Benicio del Toro

Fuentes: Rebelión

Admito que fui a la sala de cine con escepticismo, pero sin prejuicios. Conforme pasaban las imágenes, me he encontrado con una cinta a la altura de Paco Taibo II, aunque bebe además de múltiples fuentes y de algunos de los protagonistas reales. El respeto, la responsabilidad de Del Toro, los apellidos canarios y canarismos, […]

Admito que fui a la sala de cine con escepticismo, pero sin prejuicios. Conforme pasaban las imágenes, me he encontrado con una cinta a la altura de Paco Taibo II, aunque bebe además de múltiples fuentes y de algunos de los protagonistas reales. El respeto, la responsabilidad de Del Toro, los apellidos canarios y canarismos, los magníficos perfiles no sólo del Che, sino de Fidel, de El Vaquerito, Camilo, Celia…, el reflejo de la situación de Cuba y del pueblo cubano, el abordaje del papel de Estados Unidos -muy presente, como no podía ser de otra manera- para mi fue como ver con ternura a antiguos conocidos. He disfrutado, reflexionado y aprendido con la película de Soderberg, que dará mucho que hablar.

Pero sobre todo, me adhiero al retrato desapasionado de la revolución y los revolucionarios, sin mitificaciones, sin concesiones a la propaganda ni al culto a la personalidad, algo que es extremadamente difícil de conseguir en una obra cinematográfica de temática revolucionaria. No hay más romanticismo que el que pudieron sentir aquellos rebeldes. Vemos a simples personas, como nosotros, como cualquiera, con caracteres perfectamente comprensibles en la situación y contexto, sopesando la «locura» que fue aquella revolución. Vemos la chapucería típica de la lucha armada popular, poco convencional y poco militarizada. Vemos las diferencias internas en la revolución, la vida de la guerrilla en la sierra, la muerte en los choques con el ejército.

Para quienes hemos leido mucho sobre la revolución cubana, la visión de la cinta nos devuelve datos, anécdotas, posiciones y descripciones conocidas, poniéndole imágenes. Es una película útil políticamente. En conjunto, un recorrido interesante por el Che en la revolución cubana, apta para el gran público y para el conocedor del tema.

Soderberg y Del Toro han logrado crear, con rigor y respeto, un material didáctico de debate y formación política.

Desconozco la crítica cubana, pero espero que será positiva. Veremos si la segunda parte, «Guerrilla», no defrauda las buenas expectativas creadas por «El Argentino».

En definitiva, aprovechen y vayan a verla. La recomiendo. No hay muchas ocasiones en que una temática políticamente tan familiar como ésta satisface nuestras expectativas siendo, como es, un asunto tan exigente y del que tanto se ha hablado y escrito.