Carlos Losilla es crítico de cine y escritor. Tiene publicaciones muy interesantes, como “El sitio de Viena. Huellas de Fritz Lang” (2008) o “Flujos de melancolía. De la historia al relato del cine” (2010) o el monográfico dedicado a “Raoul Walsh” (2020). Lo que se plantea en esta ocasión es un reto muy arriesgado: hacer un diario personal de su pasión, que es el cine. Pero no se trata de un diario de críticas, lo cual no sería demasiado complicado, sino de algo más complejo. Lo que intenta es enlazar su vida cotidiana con el cine. ¿Será el cine entonces una forma de vida, como decía Pierre Hadot al referirse a la filosofía? Tampoco es esto lo que nos plantea el autor. En realidad, como bien dice, no plantea nada. El libro no nace de un proyecto. Se origina a partir de la combinación entre azar y necesidad. Losilla escribe unas notas, fragmentos sin intención concreta, casi de manera terapéutica, a partir de lo cual surge un torbellino que va encadenando lo escrito, con el deseo de implicarse en la propuesta que le hacen con todo lo que se va produciendo a partir de aquí. El filósofo francés François Jullien frente al plan que constituye el esquema de acción occidental, con unos objetivos y unos medios para conseguirlos, reivindica la idea china de eficacia, que es aprovechar el potencial que ofrece una situación. Losilla es aquí “algo chino”, por suerte. Porque todo aparece así más fresco, más creativo, menos encorsetado. Me parece que la manera como Carlos Losilla expresa sus comentarios, impresiones, afectos con respecto a las películas tiene un gran valor porque las transforma en experiencia. Esta me parece que es la palabra clave, en una sociedad en que tanto se ha perdido la experiencia, en la que nos limitamos a repetir lo que oímos y lo que leemos. Hay un esfuerzo sostenido por elaborar esta experiencia de la percepción fílmica que me parece que por sí sola ya da un sentido al libro. También una reflexión singular sobre el estatuto del cine, sobre la situación actual del cine. Mucho sabe de cine (y no solo de cine) Carlos Losilla y se nota. No me refiero aquí a un saber académico sino a un trabajo a la vez riguroso
El diario no aparece además en un tiempo cualquiera, lo hace en el tiempo de la pandemia. Otra intervención del azar que dará un determinado aire a este diario. Lo va a volver más claustrofóbico y también más sombrío. Tanto con respecto a la vida como con respecto al cine, porque el autor no puede separarlo. Su elaboración es un ejercicio libre de análisis de películas, nuevas y viejas, muchas veces unidas por la libre asociación. Pero no es solo una reflexión sobre el cine, tiene también unas resonancias filosóficas muy sugerentes. Tiene además un carácter circular en el tiempo y en el espacio. Parte de un lugar al que vuelve otra vez. Como cerrando un círculo.
Lo único que criticaría es una excesiva autocrítica. Carlos Losilla cuestiona demasiado lo que escribe y esto provoca (por lo menos en mi caso) la impresión de que necesita justificar lo que hace. En todo caso es un matiz que en absoluto
En todo caso todos aquellos para los que el cine es una pasión debemos felicitarnos tanto de la aparición de esta nueva colección Mikeldi (dedicada a ensayos breves sobre el cine como fenómeno estético y cultural), como de que sea este original diario de Carlos Losilla el que lo inaugure. Doy aquí al significante “original” su sentido más pleno. Algo que es radicalmente propio, nuevo, que no es repetir más de lo mismo y que, por lo tanto, aporta algo.