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Continúa el descenso de espectadores en el cine español

El cine, también una cuestión ideológica

Fuentes:

Los datos oficiales del Ministerio de Cultura reflejan un descenso significativo de espectadores  que asistieron a ver cine español. Según nos dicen hubo 18 millones de entradas vendidas y una recaudación de 86 millones de euros, a los largo del 2004, o lo que es lo mismo, un 2.5% menos que en el año anterior. […]

Los datos oficiales del Ministerio de Cultura reflejan un descenso significativo de espectadores  que asistieron a ver cine español. Según nos dicen hubo 18 millones de entradas vendidas y una recaudación de 86 millones de euros, a los largo del 2004, o lo que es lo mismo, un 2.5% menos que en el año anterior. Desde siempre se nos ha explicado, que la falta de una fuerte promoción publicitaria, hace muy difícil que el público medio se acerque a ver cine español, que es visto (es un escribir) con bastante prejuicios e infinitamente más pobretón en recursos, que el cine norteamericano. Para soldar este argumento es interesante comprobar que la película con mayor taquilla es Mar Adentro con 18 millones de euros, y era evidente que iba a ser así porque esta bien publicitada, léase tinglado de los Oscares, premios europeos, polémica sobre la eutanasia con debate político incluido, imágenes en televisión con sospechosa frecuencia, entrevistas, reportajes y documentales a los actore s de ficción y a la familia de Ramón Sampedro, en cuya historia se basa la película, incluso no es ajena la noticia de las preferencias sexuales de su director Alejandro Amenábar, o el protagonismo del mejor actor del momento, Javier Bardem, es decir, el aparato propagandístico al completo, con una elección del momento oportuno y el derroche de millones que sólo las productoras de Mar Adentro, Sogecine, Himenóptero, UGC Images, y Eyescreen , sabrán.

Sin embargo, parece poco probable que la media de una película española pueda llegar a ese nivel de inversión promocional, ya que es sabido que acaban la producción con deudas mil, que su rodaje es posible con la ayuda del Ministerio y de los acuerdos con alguna de las televisiones, cuando no con el añadido del riesgo económico personal o la venta anticipada de una taquilla insegura donde las haya. Puede estar ocurriendo que la necesidad de gastar cientos de millones de euros, no ya para la realización de una película, sino para la promoción de la misma, esté operando como verdadero censor, como implacable sentencia de muerte para todo aquel cine que no sea norteamericano.

El cine procedente del país de Bush, acapara el 70% del mercado nacional, sus 450 millones de euros de recaudación en las salas (a los que habría que sumar lo recaudado en venta y alquiler directo, y en derechos de emisión televisiva) durante el año 2004, lo reflejan con total nitidez. Ellos saben que los 93 millones de entradas vendidas, lo son gracias a un cine ajeno a la idiosincrasia, la cultura y la cotidianidad de los españoles. Ellos saben que el medio audiovisual es fundamental en la transmisión de valores, ideologías, y formas de entender la vida, y para ello colocan en las pantallas paquetes de basura con guiones ñoños e intelectualmente vacíos, esto es, buenos contra malos, guapos contra feos, triunfadores contra marginados, héroes fascistas aplicando a su libre arbitrio leyes, e interpretando la Historia de los pueblos al revés. Ellos saben que junto a la película se vende turismo, hamburguesas, modas, ropas, diseño…, y que fue por eso, que cuando se discutía en   Maastricht el Tratado, y el gobierno francés propuso potenciar el cine europeo a costa del de Estados Unidos de América, éstos enviaron con urgencia una poderosa delegación a la ciudad francesa para disuadir  -vía chantaje- a tan grave osadía. Ellos saben que el star system y el ritmo de montaje corto, similar al que cada noche se ve en programas de televisión y en publicidad, acerca al público a su cine, lo cautiva, lo secuestra. Ellos saben que en los paquetes de películas basura debe incluirse algo de cine, para no renunciar a un público un poco más exigente, que encima esta complacido por la ideología progresista (si aceptan esta denominación para el Partido Demócrata) de sus actores y actrices. Ellos saben que es necesario controlar las tres patas de este negocio: producción, distribución y exhibición, y lo hacen. En definitiva, ellos saben que son imperio y que la herramienta audiovisual es imprescindible en su perdurabilidad.

Y ante este panorama, ¿qué hacer?, ¿cómo resistir?, ¿cómo enfrentarse?.

 Un articulo de Salvador Llopart  en el diario catalán La Vanguardia, titulado «Hay un cine invisible» (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=5470), alertaba, hace unos meses, de la cantidad y calidad de películas europeas que, aún ganando festivales o con la firma de autores de la talla de Godard o Wim Wenders, jamás serían estrenadas en España. La progresiva desaparición de películas de calidad de las pantallas cinematográficas, aún más acentuado en provincias que no son Madrid, Barcelona o Valencia, es un tema muy preocupante y que obliga a responder con urgencia a las tres preguntas planteadas arriba.  No sorprende afirmar que de acuerdo a la ideología con la que se parta, la respuesta será una u otra, esto es, el neoliberal dice que debe ser el mercado el que regule público, entradas, y producción, y si la gente quiere cine yanqui pues perfecto, que no se debe subvencionar cine deficitario. Estos, esconden los beneficios que obtendrán de la transmisión de los valores filo-fascistas, e irán haciendo negocio electoral, porque del miedo y el envilecimiento siempre han sabido sacar rédito.

El socialdemócrata dice  que hay que ayudar al cine nacional porque es negocio, pero también cultura, y así, ayuda a guiones que en su mayoría tienen el denominador común de no criticar el orden establecido, esto es, un guiño progresista por aquí, y una subvención a artistas con un curriculum correcto por allá, y aquí la gente de PRISA tiene mucho que contar. Su política no se distancia en lo esencial del neoliberalismo, pero es con talante, dando vida al sector y argumentando que es posible la convivencia con el cine norteamericano, eso sí, regulando las normas, y con asistencia de ministros a estrenos. Quizás esta interesada miopía, sea fruto del reparto del pastel que haya acordado con el imperio, al fin y al cabo, si este le puso como condición para el reparto del mercado, que el capitalismo es intocable, ellos ya lo tenían claro. A la mano que da de comer, no se le toca.

A las personas que entienden que también en el terreno cultural es imprescindible enfrentarse al imperialismo cultural de los Estados Unidos de América, y de paso a los dueños del cine español, les va a resultar necesario crear, o en su caso potenciar, circuitos alternativos de producción, distribución y exhibición, aprovechando los medios tecnológicos, co-haciendo imágenes muy cercanas a los problemas cotidianos, y posibilitando que cuenten sus propias historias, potenciando a través de charlas y debates, películas con guión (http://www.divxclasico.com). Nada nuevo en realidad, siempre ha habido gente dando esa batalla, la de crear un red alternativa también en el terreno audiovisual, y que mientras, los dueños del poder (y del cine) se peleen por la venta de entradas (y la compra de votos).


Jorge López Ave (Colectivo cádiz rebelde)