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El sistema se descontrola

El cóctel petróleo-alimentos-recesión: ¿Un Titanic global?

Fuentes: IAR Noticias

En la relación crisis financiera-dólar débil-petróleo y su interacción con una escalada mundial del precio de los alimentos se conforman las líneas matrices y las variables claves de una crisis recesiva mundial en gestación que ya configura -según los propios analistas y organismos del sistema- la mayor «amenaza histórica» para el sistema capitalista globalizado que tiene como potencia imperial regente a EEUU.

Confirmando lo que ya habían proyectado los expertos a finales de 2007, el precio del crudo sigue batiendo sus propios récords y ya superó la barrera tan temida de los US$ 100 para cotizarse, el martes, por encima de los US$109 el barril, impulsado, entre otros factores, por la crisis financiera en EEUU y la baja del dólar.

Otros factores claves de incidencia en el precio del petróleo como detonante de una crisis mundial -según los analistas económicos- se motorizan por medio de la especulación bursátil con las acciones energéticas, la sobredemanda de energía, y el escenario siempre latente de conflictos geopolíticos y militares que se se cierne sobre regiones petroleras estratégicas en Asia, Africa y Medio Oriente.

A este panorama desestabilizador de los mercados se sumó, la semana pasada, un informe de la Reserva Federal de EEUU advirtiendo sobre una desaceleración de la economía estadounidense en todos sus niveles.

El sondeo de la Reserva Federal -elaborado con base en la información suuministrada por sus 12 bancos regionales- encontró una desaceleración en las empresas de servicios en la mayoría de sus distritos, mientras que en la mitad de las regiones encuestadas se evidenció un enfriamiento del sector manufacturero.

El informe del banco central estadounidense se hizo eco de los comentarios realizados previamente por el secretario del Tesoro de EE.UU., Henry Paulson, quien manifestó que la economía estadounidense se había desacelerado «considerablemente».

Estas apreciaciones son coincidentes -en general- con las proyecciones del FMMI, el Banco Mundial, el G-7 (potencias capitalistas centrales), el G-10 (los 10 bancos centrales más importantes del sistema), que indican un proceso recesivo a escala global con epicentro en la crisis financiera de EEUU, la depreciación del dólar y la espiral alcista del petróleo, que genera como emergente inmediato una escalada mundial del precio de los alimentos.

Los datos decisivos en esta caída generalizada de los mercados y su efecto inmediato acechante: la estanflación mundial (combinación de recesión con inflación), continúan siendo -según coinciden la mayoría de los analistas- el derrumbe del dólar, la escalada de los precios del petróleo y su impacto desestabilizador sobre los mercados y la economía global.

Según los expertos, sí las «turbulencias» en los mercados bursátiles se juntan finalmente con la escalada de los precios del petróleo, la baja del dólar, y un desenlace de los conflictos geopolíticos-militares latentes, este cóctel se pueden convertir en dinamita recesiva para la economía mundial liderada por el Imperio estadounidense.

Pero, por ahora, lo que ya se visualiza claramente (a nivel de acción-reacción) es el impacto de la escalada del costo del petróleo y de la energía en los precios de los alimentos a escala global.

En 2007 el precio global de los alimentos registró un aumento del 40%, y como su efecto más inmediato se está incrementando el número de personas que pasan hambre en el mundo, acaba de advertir la agencia de Naciones Unidas responsable de la ayuda alimentaria a los países pobres.

Entre los factores causales se encuentran el aumento del petróleo y la suba del maíz por la producción de biocombustibles.

La repercusión más inmediata de la suba récord de los precios del petróleo -según los expertos- puede ser una escalada mundial (como ya está sucediendo) de los precios de los alimentos de consumo diario, esenciales para la supervivencia, debido a la alta incidencia de los combustibles en sus costos, principalmente en el sistema de producción y comercialización y el transporte.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los productos más consumidos del mundo, como pan, carne, azúcar, maíz y arroz se tornan cada vez más caros debido al desarrollo de energías alternativas basadas en cereales, ricino y caña de azúcar (biocombustibles).

Pero ese proceso de suba gradual puede incrementarse a niveles imprevisibles si continúa la suba sostenida de los precios del crudo que ya han superado su propio récord en los mercados internacionales.

El precio del petróleo, por su incidencia en la cadena de precios, afecta directamente a los alimentos de mayor demanda de consumo en el mundo, como pan arroz, papas, azúcar, carne, leche, huevos y manteca, esenciales en la cadena alimentaria de cualquier familia.

En ese sentido, aclara la FAO, la disparada récord del precio del petróleo no afecta sólo a los automovilistas y transportistas, sino que también empuja el alza del precio de los alimentos cuya fabricación y transporte depende fundamentalmente de los combustibles.

Es por eso que, como repercusión más inmediata de la suba récord de los precios del petróleo -según se verifica- ya se desató una escalada mundial de los precios de los alimentos de consumo diario, esenciales para la supervivencia, debido a la alta incidencia de los combustibles en sus costos, principalmente en el sistema de producción y comercialización y en el transporte.

La suba de los alimentos de consumo esencial, a su vez, actúa como principal disparador de la tasa de inflación y del consecuente proceso de recesión económica que conlleva lo que los expertos denominan estanflación.

En este escenario, EEUU, la principal potencia económica-financiera imperial se encamina (y arrastra consigo a todo el sistema capitalista) hacia la estanflación (recesión con inflación), cuyo pronóstico (todavía en estado larval) lo viene vaticinando la propia Reserva Federal de EEUU con sus anuncios sobre que habrá una reducción del crecimiento de la economía estadounidense con posibles brotes inflacionarios.

El petróleo es el elemento clave y (el motor de todos los motores) para mantener una ecuación equilibrada del «modelo» de explotación capitalista vigente que tiene en el boom de las exportaciones de materias primas controlado por las trasnacionales en los «países emergentes» (pagando salarios africanos y eludiendo impuestos), y en el boom industrialista de los mercados asiáticos controlado por las trasnacionales (pagando salarios africanos y eludiendo impuestos) y en la «burbuja financiera» controlada por los grandes consorcios financieros sionistas (desde la Reserva Federal y los bancos centrales europeos y asiáticos), sus motores de crecimiento y expansión a escala global.

La preocupación de las autoridades del capitalismo mundial, según un informe de The Wall Street Journal, es que el inmenso castillo financiero construido sobre los cimientos del mercado de bienes raíces se está derrumbando, lo que ya comenzó a desacelerar la economía estadounidense con un efecto dominó recesivo sobre la economía global, tal como lo vienen anticipando el FMI, la Reserva Federal y el Tesoro norteamericano, además de las autoridades monetarias y principales gurúes (Greenspan, entre ellos) de los países centrales.

Y en esta dialéctica interactiva petróleo-crisis financiera-conflictos geopolíticos, el oro negro (por su incidencia sobre el precio de los alimentos) ya se ha convertido en el eje estratégico de una potencial crisis global del sistema capitalista que puede estallar en este 2008, según vaticinan un conjunto de especialistas.

En suma, y según la visión de los expertos en Wall Street, la conjunción del «dólar débil» y del incremento en la demanda, alimentan la escalada del precio del petróleo (el motor de las economías centrales y emergentes) con el consecuente peligro de desatar un proceso inflacionario con retracción de la economía y del consumo a escala global.

Otro factor a tener en cuenta es que, debido a que la mayoría de los commodities, incluyendo el petróleo, se cotizan en dólares, y a los productores se les paga en esa moneda, los precios de las materias primas y de los alimentos aumentan a medida que el dólar se deprecia, según explica un informe del diario The Wall Street Journal.

El factor dólar débil-petróleo alto afecta en primer término a las «economías centrales» de EEUU y Europa, y se cierne como un fantasma sobre China, la llamada «fábrica del mundo», y mayor demandante global de petróleo y materias primas, que comienza a experimentar los primeros síntomas inflacionarios-recesivos en su economía.

Como consecuencia más inmediata, ante un dólar débil (la moneda de transacción comercial del petróleo) los productores (para mantener sus ganancias) seguirán -según los especialistas- aumentando los precios con el peligro de desatar un proceso inflacionario con retracción (recesión) de la economía y el consumo a escala global.

En este escenario, con EEUU en proceso de una «recesión anunciada» (todavía en estado larval), con la crisis financiera-subprime pendiendo como una espada de Damocles y con el precio del crudo tocando los US$ 110, algunos de los principales países productores de petróleo ya estudian cómo desprenderse de su histórica dependencia de la divisa estadounidense y decretar su funeral como «moneda de transacción petrolera».

Pero la «dolarización» que rige el actual modelo de economía capitalista globalizada lleva a que las reservas de las principales potencias capitalistas (así como la mayoría del mercado financiero y las transacciones comerciales a escala global) estén atadas a la divisa estadounidense, y que desprenderse de ella implique un riesgo de descalabro financiero, no solamente para EEUU, sino para todo el sistema capitalista en su conjunto.

Resumiendo el cuadro: La actual crisis en desarrollo del «modelo globalizado» de economía capitalista (que amenaza, en primer lugar, al Imperio estadounidense) tiene tres actores-detonantes centrales:

A) El derrumbe del dólar (por ahora, la moneda patrón de las transacciones mundiales),

B) la crisis subprime-financiera de EEUU (que desequilibra los mercados mundiales),

C) la escalada de los precios del petróleo (que la mayoría de los especialistas ve como el desencadenante clave de un proceso recesivo a escala mundial raíz de su incidencia en el aumento del precio de los alimentos).

En la resolución de este peligroso cóctel se resume el futuro inmediato del planeta gobernado por el sistema capitalista sionista con sede central en Wall Street.