Por diferencia de horas, el 21 de febrero, circularon en la red de correos de los grupos de trabajo de CLACSO dos documentos diametralmente opuestos en torno a la situación de Venezuela. En el primero, unos 30 miembros de «distintos grupos de trabajo de CLACSO» manifiestan su preocupación por la agudización de los problemas socioeconómicos […]
Por diferencia de horas, el 21 de febrero, circularon en la red de correos de los grupos de trabajo de CLACSO dos documentos diametralmente opuestos en torno a la situación de Venezuela. En el primero, unos 30 miembros de «distintos grupos de trabajo de CLACSO» manifiestan su preocupación por la agudización de los problemas socioeconómicos y políticos en ese país, descritos genéricamente, y sin explicar contextos y responsables del desabastecimiento, inflación, baja productividad e inseguridad, presentando un «cuadro de zozobra», que «busca canales de expresión».
Inmediatamente después de este diagnóstico superficial y falto del rigor que se espera en científicos sociales de varias universidades del continente, los preocupados académicos recuerdan que: » Como en tantos otros momentos de la historia contemporánea de Venezuela, es el movimiento estudiantil, acompañado por organizaciones sociales y políticas, quien ha tomado el liderazgo en la calle en un esfuerzo por hacerle llegar al ejecutivo nacional lo que ellos interpretan como el rosario de quejas y demandas de la sociedad».
Esto es, de la información con que cuentan, (dime el canal de noticias que ves y te diré quién eres), concluyen que existe «un movimiento estudiantil» que seguramente representa a los millones de estudiantes que gracias a la revolución bolivariana están en las aulas, acompañado por «organizaciones sociales y políticas», cuyo origen de clase, trayectoria golpista y proclividad para la violencia y los apoyos estadounidenses, obviamente no son mencionados.
Una vez, instalados en su perspectiva CNN de la realidad venezolana, refieren que la reaparición de «la política de la calle» , tiene lugar «dada la debilidad actual de las instituciones, así como la ausencia de mecanismos reales de diálogo democrático entre los principales actores políticos y sociales».
Nada sobre los repetidos llamados del presidente Maduro al dialogo y de las veces que los sedicentes opositores lo han rechazado. ¿A qué debilidad de instituciones se refieren? ¿A una que amerite una intervención extranjera? Continúa el documento lamentando los «hechos de violencia», con el trágico saldo de muertos y heridos, ocurridos en el marco de esas «protestas estudiantiles» y señalando la «angustia en la comunidad nacional e internacional.» Toda una perla de análisis sociológico profundo.
En el otro polo equidistante, el Comité Directivo de CLACSO, manifestó » su más decidido rechazo a los métodos y acciones dirigidos a promover la desestabilización de un gobierno democráticamente elegido por el conjunto de la sociedad venezolana.» Expresó: «su más firme solidaridad con el pueblo de Venezuela, apoyando firmemente las conquistas democráticas alcanzadas en el país durante los últimos años». Defendió: «el pleno derecho de todos los venezolanos y venezolanas a construir soberanamente y en paz un futuro de igualdad y equidad; rumbo que ha sido posible gracias al compromiso de su gobierno popular con la justicia social y con la dignidad de su pueblo.» Denunció: «la campaña de desinformación y la dictadura mediática llevada a cabo por las grandes corporaciones que dominan los medios de comunicación a escala planetaria, las cuales fabrican noticias, infunden el miedo y realizan acusaciones falsas acerca de la situación que vive el país, buscando producir el caos y promover el odio y los enfrentamientos violentos en el seno de la sociedad venezolana». Instó: «a sus centros asociados y a toda la comunidad de investigación en el campo de las ciencias sociales latinoamericanas y caribeñas, a desarrollar actividades que, en base a la producción de conocimientos y a la reflexión crítica, promuevan la comprensión veraz sobre la coyuntura venezolana, contribuyendo a fortalecer el diálogo democrático y a ampliar el proceso de transformaciones sociales, políticas y económicas que ha conquistado la Revolución Bolivariana». Afirmó: «su más ferviente compromiso con los derechos humanos y con la soberanía popular, base de sustentación de un proceso democrático que la sociedad venezolana ha construido colectivamente y debe perdurar».
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