Otrora pisoteados en las conferencias internacionales, los países en desarrollo muestran una renovada firmeza ante la presión del Norte, y para expresarla prevén crear una alianza que reunirá a 110 de los 149 miembros de la OMC.
Las naciones pobres se asocian cada vez con mayor frecuencia para desafiar a las ricas –en especial Estados Unidos y la Unión Europea (UE)– en la sexta conferencia ministerial de la OMC (Organización Mundial del Comercio) que concluirá este domingo en Hong Kong.
El miércoles, cinco representantes de grupos de países en desarrollo se reunieron en Hong Kong para unir fuerzas con el fin de presionar en conflictos clave, como los relativos a la agricultura y el algodón.
Se trata del el Grupo de los 20 (G-20), el Grupo de los 33 (G-33) –cuyos miembros reclaman mayor flexibilidad en el comercio de bienes agrícolas vitales para sus economías rurales–, el Grupo de África, el de los Países Menos Desarrollados y el Grupo de Estados de África, el Caribe y el Pacífico (ACP).
Se trata de un acontecimiento sin precedentes, según el canciller de Brasil, Celso Amorim, una de las principales figuras del G-20 y de la flamante alianza. «Esta es la primera vez que discutimos nuestros diferentes problemas entre nosotros y no esperamos que otros lo hagan», señaló.
Las naciones de África central y occidental también prometieron defender sus intereses comunes en bloque. Entre sus principales preocupaciones figura la caída del precios del algodón a causa de los subsidios que Estados Unidos brinda a sus cultivadores.
Nueve países en desarrollo (Argentina, Brasil, Egipto, Filipinas, India, Indonesia, Namibia, Sudáfrica y Venezuela) también anunciaron la creación de un nuevo grupo negociador sobre el acceso al mercado no agrícola.
Pero el paso más significativo en esa dirección fue la reunión de países en desarrollo celebrada este jueves con el fin de crear una alianza de 110 de los 149 países de la OMC, a la que se denominará Grupo de los 110 (G-110).
Si el pacto se concreta, será la mayor organización de países en desarrollo que participe como tal en las negociaciones comerciales.
«Esta nueva alianza podría marcar una radical conmoción en la OMC», dijo Adriano Camplina Soares, de la organización humanitaria ActionAid, con sede en Estados Unidos.
«A los países ricos les resultará mucho más difícil imponer sus demandas en estas conversaciones si los países pobres se unen e impulsan los derechos de la gente pobre», explicó el activista.
Estos nuevos grupos podrían operar como plataforma de largo plazo para que el Sur se resista a futuros intentos del Norte por aprobar reglas de comercio que beneficien principalmente a las corporaciones internacionales radicadas en países ricos, según observadores.
En la actual ronda de negociaciones de la OMC, el Sur demanda la eliminación de aranceles para lograr un acceso efectivo al mercado del Norte, en especial para industrias tradicionales como la textil, la de la vestimenta, el cuero, el calzado y otros productos cuya elaboración no demande grandes avances tecnológicos.
La protección que el Norte brinda a través de altos aranceles y subsidios a su producción agrícola, afectando la competitividad del Sur, sigue siendo el principal escollo en la Ronda de Doha de negociaciones multilaterales de comercio, lanzada en la capital de Qatar en 2001.
Las naciones ricas, por otro lado, presionan duramente a las pobres para que abran sus mercados a los bienes y servicios. Hasta ahora no lo lograron.
«La solidaridad y la firmeza de los países del Sur es vital para lograr un resultado favorable al desarrollo y para resistir los intentos de los países ricos de concertar un tratado que sólo sea funcional a sus intereses», dijo Phil Bloomer, de la organización humanitaria Oxfam Internacional.
La firmeza exhibida por las naciones en desarrollo en los últimos tres días de reuniones en Hong Kong representa una estrategia mucho más previsora por parte de los propios países.
Brasil e India, dos potencias económicas regionales, se declararon dispuestos a derribar algunas de sus barreras a las exportaciones de naciones más pobres y a concederles un acceso libre de cuotas y aranceles en un programa que equipararía las ofertas de las naciones ricas.
Ambos agregaron que ofrecerían sus conocimientos y asistencia técnica a las naciones más pobres para que afronten con menores desventajas las negociaciones, posición valorada por el representante de Comercio de Estados Unidos, Rob Portman.
«Veo que, tal vez, parte de las responsabilidades asumidas previamente fueron depositadas más sobre los hombros de los países desarrollados», dijo Portman a la prensa.
La confianza ganada por las naciones en desarrollo fue notoria en Hong Kong. Algunas, incluso, desdeñaron abiertamente las propuestas de liberalización, vistas como unilaterales, que Estados Unidos y la UE pusieron sobre la mesa.
El ministro de Comercio e Industria de India, Kamal Nath, ridiculizó una iniciativa del Norte sobre comercio de productos no agrícolas que propone una reducción de 75 por ciento en los aranceles para las naciones en desarrollo pero de apenas 25 por ciento para las industrializadas.
«Seguramente hay un error en alguna parte», dijo. «No puede ser tan absurdo.»
Nath también se burló de declaraciones del comisario de Comercio de la UE, Peter Mandelson, quien señaló antes de la conferencia que el bloque llegaría a Hong Kong sin ninguna oferta en materia agrícola aparte de la reducción de 45 por ciento en los subsidios, conocida a comienzos de mes.
En una conferencia de prensa que brindó junto con el brasileño Amorim, el ministro indio dijo que esta posición no servía como motor de arranque. «Si uno vino con los bolsillos vacíos, no puede ir de compras», dijo.
El optimismo entre los países en desarrollo también fue evidente en algunas nuevas propuestas. India, por ejemplo, solicitó que la OMC conceda más protección a los antiguos derechos de propiedad intelectual.
La delegación conducida por Nath reveló una base de datos con más de 30 millones de páginas de textos sobre medicina herbal, yoga y otras áreas. Esos conocimientos, alegó, deberían recibir una protección similar a la que gozan los patentados por empresas occidentales.
India pidió a la OMC un sistema que limite la capacidad de las corporaciones globales para patentar los conocimientos ancestrales de una nación.
Pero, además de los muchos mecanismos de solidaridad implementados entre las naciones pobres, funcionarios de sus gobiernos insisten en que esta unidad se alimenta de las irracionales demandas de los países industrializados.
«Nuestra gente está sufriendo de veras. Es por eso que usaremos nuestra fuerza en este proceso», dijo a IPS la ministra de Agricultura de Sudáfrica, Angela Didiza. «Este problema nos vincula. Allí hay un interés común.»
Consultado por IPS sobre las razones que unen a los países en desarrollo, el brasileño Amorín las resumió en una frase muy breve: «Tenemos una causa justa».