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El creciente perfil de Pekín

Fuentes: La Jornada/The Economist

A diferencia de las empresas japonesas, que han hecho inversiones pequeñas en la región, China intenta controlar capitales y ejercer influencia política

El hambre de materia prima estratégica, aunada a las visitas de líderes chinos de alto nivel, han elevado de manera importante el perfil de Pekín en las capitales de América Latina.

China ha prometido también, contra un escenario de rápido desarrollo comercial, cerca de 50 mil mdd de inversión en caminos, puertos y otra infraestructura, sobre todo para facilitar la exportación de productos que alimentarán su rápido crecimiento.

A diferencia de las compañías japonesas, las cuales han hecho inversiones pequeñas en la región, principalmente para establecer «puestos de escucha» que monitorean productores y competidores, China intenta controlar capitales y ejercer influencia política.

«Cuando los chinos toman la decisión de establecer una relación estratégica, obviamente va a haber implicaciones estratégicas», dice Riordan Roett, de la Universidad Johns Hopkins de Washington.

Las ventas realizadas por Brasil, Argentina, Perú y Chile de cobre, mineral de hierro y soya, necesarias para la industria china de alimentos, contribuyeron a elevar 45% las ventas de Latinoamérica a China: 21.7 mil mdd el año pasado. Sobre todo, el comercio bilateral se ha más que cuadruplicado en los últimos cuatro años. Hasta ahora los ingresos han sido relativamente modestos y el progreso lento.

Por ejemplo, dos de los proyectos más grandes en lo que se refiere a mineral de hierro y aluminio -aventura en la cual participaría CVRD, el más grande productor de mineral de hierro de Brasil-, se han tenido que borrar del pizarrón. Pero los analistas afirman que la estructura vertical de las decisiones en China y la escala en sí de sus demandas hacen que la expansión se vuelva inevitable.

«Los chinos decidieron esto hace siete u ocho años», dice Michelle Billig, analista del grupo PIRA de energéticos, de Nueva York. «Es un empeño que no ha ocurrido de la noche a la mañana.»

Además, Pekín ha demostrado habilidad para reforzar los intereses económicos con presiones diplomáticas y políticas, según su concepto del «levantamiento pacífico», versión china del «poder suave».

La relación entre China y Brasil es cardinal. Los dos países han formado una alianza en la Organización Mundial de Comercio. Pekín apoya la propuesta brasileña de incorporarse como miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y a su vez cuenta con apoyo brasileño en su petición de unirse al Banco Interamericano de Desarrollo. La membresía, la cual podría ser anunciada el próximo mes en Okinawa, Japón, daría a las compañías chinas acceso privilegiado a proyectos de infraestructura y otros financiados por el banco.

En una escala más reducida, China extiende su influencia diplomática por el norte de la región, una de las pocas áreas del mundo donde el gobierno nacionalista de Taiwán es aún reconocido.

Dos pequeños estados isleños, Granada y República Dominicana, han optado por reconocer a China en lugar de Taiwán a cambio de paquetes de ayuda.

China ha demostrado interés por la estabilidad regional: ha mandado un contingente de policías a Haití, a patrullar las calles al lado de colegas brasileños, argentinos y chilenos, pero no estadunidenses.

David Jessop, director del Consejo Caribeño, con sede en Londres, afirma que muchos líderes caribeños reciben con agrado el interés de China, en parte debido a que su región ha sido considerada de baja prioridad por los aliados tradicionales de Europa y Norteamérica. «La región necesita que un jugador global así de serio entienda sus preocupaciones.»

La incontenible y fuerte participación del país asiático ha despertado ciertas inquietudes. México y países como República Dominicana y Honduras han sido golpeados por la fiera competencia de China en sectores como textiles y electrónicos. Ahora los industriales de países como Brasil y Argentina, que se han beneficiado sobre todo de la demanda china de materia prima, empiezan a preocuparse por la velocidad con la cual China penetra en su mercado doméstico en sectores como la fabricación de juguetes.

Líderes empresariales brasileños han criticado al presidente Luiz Inacio Lula da Silva por acceder a considerar a China una «economía de mercado», decisión que según las reglas de la OMC reduce en gran medida la capacidad del gobierno para proteger a la industria local contra las importaciones baratas.

Rubens Barbosa, consultor de Sao Paulo, dice que las exportaciones de China a Brasil crecen a un ritmo tres veces mayor que las exportaciones brasileñas a China. De la misma manera, Brasil sigue dependiendo fuertemente de las ventas de dos productos: mineral de hierro y soya.

Si el comercio continúa creciendo al ritmo actual, el superávit comercial de Brasil con China podría desaparecer este año. «Es una concentración peligrosa e incómoda. Nuestras exportaciones se basan más en el aumento de la demanda china que en nuestra competitividad», afirma Barbosa.

Evan Ellis, asociado de la firma Booz Allen Hamilton, de Washington, advierte que, a menos que la industria de América Latina pueda responder a la amenaza que representa la competencia de China, su actividad tendrá que centrarse en las industrias extractivas, que crean pocos trabajos y poca riqueza.