Ha sido recientemente noticia que el Producto Interior Bruto (PIB) de China ha sobrepasado al de Japón, arrebatándole de ese modo el título de segunda potencia económica mundial. Regirse exclusivamente por el crecimiento del PIB para medir la prosperidad económica de un país es cometer un craso error. Se suele dar por supuesto que el […]
Ha sido recientemente noticia que el Producto Interior Bruto (PIB) de China ha sobrepasado al de Japón, arrebatándole de ese modo el título de segunda potencia económica mundial. Regirse exclusivamente por el crecimiento del PIB para medir la prosperidad económica de un país es cometer un craso error. Se suele dar por supuesto que el crecimiento siempre es bueno y que, además, repercutirá en mayor o menor medida en todos los ciudadanos.
La crisis que en estos momentos está atravesando España es un buen ejemplo de lo contrario. Aproximadamente durante 12 años, nuestro país ha presentado altas tasas de crecimiento, de manera que se hablaba del milagro español; pues bien, ese milagro está deviniendo en catástrofe. En primer lugar, esas tasas de crecimiento se lograron con un fuerte incremento de la población, con lo que la renta media, aún cuando creció, no lo hizo al mismo ritmo que el PIB; a lo que hay que añadir que la distribución de la renta evolucionó a favor del excedente empresarial y en contra de los salarios, de tal forma que estos apenas han mantenido el poder adquisitivo. Pero es que, además, el crecimiento de estos años se ha conseguido a base de generar enormes desequilibrios que se están pagando muy caros desde 2007. Aquel crecimiento, al que se dedicaban entusiastas parabienes, ha ocasionado graves daños a la mayoría de la población, ya que no se beneficiaron de él en su momento y les está generando considerables perjuicios en la actualidad.
China puede haberse convertido en la segunda potencia económica mundial; pero cuando ponemos en relación su PIB con la población, nos encontramos con que la renta per cápita es diez veces inferior a la de Japón, que ocupa el puesto 103 en la clasificación internacional entre Angola y El Salvador y, lo que es peor, que será uno de los países en los que la que desigualdad sea mayor y las condiciones laborales y sociales más penosas. Todo ello con un régimen comunista que mantiene en lo político una dictadura de hierro. Por otra parte, su crecimiento, basado en aumentar las exportaciones mediante un tipo de cambio irreal, unas condiciones laborales infrahumanas y en limitar las importaciones y el consumo, no puede perdurar indefinidamente. ¿Cuál es el motivo de que se hable de China con tanta admiración? ¿No será que es el modelo económico al que quieren que converjamos?
Fuente: http://blogs.publico.es/