Traducido por Manuel Cedeño Berrueta
Para quienes no conocen los antecedentes de esta historia, Manuel Rosales se enfrentó al Presidente Chávez en las elecciones presidenciales de 2006 y perdió por un amplio margen. En cierto momento Rosales fue considerado como un líder de la oposición contra el gobierno Bolivariano. Estuvo activamente implicado en el fallido golpe de estado contra el Presidente Chávez en abril de 2002, pero en los últimos años la oposición perdió gran parte de su interés en él, relegándolo a la trastienda de la vieja guardia, cuyo fallido golpe de estado en 2002 dejó a la oposición derrengada. Desde entonces, el «movimiento estudiantil» apoyado por la CIA y financiado por la NED y la USAID, ha ocupado el lugar de la vieja guardia .
En mis entrevistas y conversaciones con miembros de la oposición, el asunto de Manuel Rosales surgió ocasionalmente. Su respuesta típica es voltear los ojos y desechar el asunto como algo insignificante con un gesto de la mano. Recientemente le pregunté a uno de ellos qué pensaban de Rosales y sencillamente respondió «un perdedor». Cuando sufrió la aplastante derrota del 2006, de nuevo puso a la oposición en una situación embarazosa y terminó como alcalde de Maracaibo. Es el ex gobernador del Estado Zulia, un semillero de la oposición en la frontera colombiana, y más recientemente, alcalde de la capital del Estado . Como es típico de los candidatos de la oposición, la plataforma política de Rosales se basó en ataques infundados contra el gobierno, sin ofrecer nada positivo para el futuro de Venezuela.
A principios de abril de este año, Salim Lamrani, un eminente erudito y analista parisino en asuntos latinoamericanos, escribió de Rosales:
«Es sospechoso de corrupción y enriquecimiento ilícito durante su mandato como gobernador del Estado de Zulia entre 2002 y 2004. Rosales, cuyo juicio se transfirió a Caracas debido a que se entrevistó con cuatro jueces del Estado de Zulia, entre otras cosas, es sospechoso de:
* donar más de 300 vehículos pertenecientes al Estado a familiares y amigos; * abrir empresas en Miami cuyos activos superan los 11 millones de dólares, y * recibir sobornos de la empresa alemana Siemens para la construcción del metro de Maracaibo. Esta empresa multinacional reconoció haber pagado ciertas sumas para conseguir el contrato, pero sin citar ningún nombre».
La Fiscalía se ha concentrado en casos de corrupción en el gobierno, imputando por corrupción a varios funcionarios actuales y pasados, lo que es un serio problema en Venezuela, igual que en todos los países. Entre los imputados está Carlos Giménez, quien era políticamente afecto al Presidente Chávez y fue removido de su cargo en 2008. En lugar de responder las acusaciones contra él en los tribunales, Manuel Rosales se dio a la fuga y terminó en Perú, donde el régimen de Alan García respaldado por los Estados Unidos le ha dado asilo con el pretexto de que es víctima de una campaña para eliminar a los oponentes políticos del Presidente Chávez. Esto, por supuesto, tiene gran acogida en la prensa de la rabiosa oposición venezolana y los medios antichavistas occidentales. Pero a decir verdad, Rosales nunca representó una amenaza política real para el gobierno electo ni para el Presidente Chávez, ni política ni personalmente. Manuel Rosales parece ser ni más ni menos que un vulgar delincuente de cuello blanco que le echó mano a los dineros de los contribuyentes, igual que tantos políticos en los Estados Unidos. Rosales debe ser enjuiciado y, si es condenado, encarcelado en Venezuela. Esta historia dice tanto de la corrupción del régimen de Alan García en Perú como de los ladrones a quienes protege. La piedra angular del crimen perfecto se está saliendo con la suya. La manera de hacerlo en Venezuela es declararse perseguido por el gobierno y escaparse al Perú, donde el asilo político está en venta. Pero es mejor que lleve algo de dinero. Parece que Manuel Rosales tenía al menos 11 millones de dólares guardaditos en Miami sólo para esa ocasión.
Fuente: http://axisoflogic.com/artman/publish/Article_55637.shtml
Manuel Cedeño Berrueta es miembro de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística.