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La propuesta británica de la anulación de la deuda externa de 18 países más pobres del mundo, aprobada por los ministros de relaciones exteriores del Grupo de los Ocho, representa otro cuento chino

El cuento de la anulación de la deuda

Fuentes:

«El malo, cuando se finge bueno, es pésimo». Bacon.América Latina está acostumbrada a los cuentos que periódica y cínicamente crean los países más poderosos para mostrar su generosidad y humanismo hacia países donde ellos mismos implantan una miseria estrangulante. La propuesta británica de la anulación de la deuda externa de 18 países más pobres del […]

«El malo, cuando se finge bueno, es pésimo».
Bacon.

América Latina está acostumbrada a los cuentos que periódica y cínicamente crean los países más poderosos para mostrar su generosidad y humanismo hacia países donde ellos mismos implantan una miseria estrangulante. La propuesta británica de la anulación de la deuda externa de 18 países más pobres del mundo, incluyendo Bolivia, Nicaragua y Honduras, aprobada por los ministros de relaciones exteriores del Grupo de los Ocho (G-8: Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Japón y Rusia), representa otro cuento chino.

Los medios de comunicación masiva, al servicio de las grandes trasnacionales distorsionaron la realidad y convirtieron esta propuesta en un hecho de anulación de la deuda externa de 18 países involucrados por G-8 en la llamada iniciativa para los Países Pobres Altamente Endeudados (HIPCI). Ignoraron que recién el próximo julio será aprobado por los presidentes de las naciones de G-8. No dijeron que la deuda externa de Bolivia y del resto de los países incluidos en HIPCI no va a ser cancelada en 100% sino aliviada en menos de un 20% y solamente con el Banco Mundial (BM), excluyen la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que constituye el 30% y los préstamos otorgados por la banca privada internacional que representa un 50% de toda la deuda.

Nadie anunció que este alivio parcial e insignificante es estrictamente condicionado, como lo recalcaron tanto George Bush como Tony Blair, al cumplimiento estricto de las recetas de austeridad y apertura incondicional de todos los sectores de la economía a las trasnacionales de G-8. Esto incluye el desmantelamiento completo del sector público y la privatización de todos los recursos naturales, incluyendo el agua. Lo que quiere decir, anulación de la soberanía nacional y sometimiento total a los Estados Unidos, ya que G-8 está bajo el control y dominio de Norteamérica, igual como la OTAN, la OEA, etc.

El caso de Bolivia, que desde 1985 está siguiendo las recetas del FMI, primero, la «terapia de choque» y después «el reajuste estructural», es uno de los más aberrantes económicamente porque los intereses de la oligarquía boliviana, que representa un poco más de un por ciento de la población, coincide con los de neoconservadores norteamericanos. Así convirtieron este país, de tremendo potencial económico debido a sus inmensos recursos naturales en un lugar donde la miseria y la injusticia imponen sus leyes.

Esta iniciativa de G-8 no es nueva. Bolivia ya fue insertada en el grupo de HIPCI en 2002 y desde 2003 su deuda fue supuestamente «cancelada-aliviada» en términos que ahora anunciaron como algo sofisticado. Las estadísticas aclaran mejor esta «iniciativa» . En el año 2000, Bolivia pagó por la deuda externa 270 millones de dólares, en 2001 – 244 millones, en 2002 – 245 millones de dólares; desde que el país antiplano fue insertado en el grupo HIPCI y recibió el «alivio» financiero su pago por la deuda externa en 2003 como por un «milagro» en vez de disminuir, incrementó a 310 millones de dólares; en 2004 pagó 306 millones y este año ya transfirió 297 millones.

¿Entonces, de qué alivio se habla? Es una cortina de humo con los fines políticos. El anuncio de la «cancelación» de la deuda externa coincide con el fantasma del populismo y socialismo que con inusitada fuerza recorre este país rico en gas natural, estaño, zinc, productor de ganado, soya, azúcar, maíz, arroz etc., alarmando a EE.UU. Los mineros, campesinos y los intelectuales progresistas de Bolivia formando un frente de resistencia, exigen la nacionalización del gas como única alternativa de salir de la miseria. Ya hicieron renunciar a varios presidentes y ahora han dado el ultimátum al recién asignado, ex alumno de Harvard, Eduardo Rodríguez Veltzé que ni sueñe con las maniobras de Carlos Mesa. Como dijo Gualberto Choque de la Federación de Campesinos de La Paz, «no nos rebelamos para destruir el país, nos rebelamos para sacarnos de encima a este peste que lo gobierna y son quienes realmente lo están destruyendo».

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