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EL cultivo de soja arrasa la selva amazónica brasileña

Fuentes: Radio Nederland

En un año la deforestación de la Amazonía brasileña llegó a uno de los puntos más altos de los que se tiene registro: entre el 2003 y el 2004 la mayor reserva de biodiversidad del mundo perdió más de 26 mil kilómetros cuadrados, un capítulo más en la historia de depredación incesante que ya acabó […]

En un año la deforestación de la Amazonía brasileña llegó a uno de los puntos más altos de los que se tiene registro: entre el 2003 y el 2004 la mayor reserva de biodiversidad del mundo perdió más de 26 mil kilómetros cuadrados, un capítulo más en la historia de depredación incesante que ya acabó con 680 mil kilómetros de ese territorio, un área equivalente a Francia y Portugal juntos.
 
La deforestaciónLos números presentados por el Institutos Nacional de Investigaciones Espaciales provocaron la inmediata reacción de los ambientalistas, al punto de que el Partido Verde abandonó la base aliada del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.
 
El coordinador de los proyectos de Greenpeace en la Amazonía, Paulo Adario, opina que la persistencia de los índices de deforestación, inclusive después de la puesta en marcha el año pasado del ambicioso Plan para la Prevención y Control de la Deforestación, muestra la impotencia del gobierno Federal para conseguir resultados concretos.
 
La principal crítica está dirigida a la contradicción del actual Gobierno, que por un lado tiene un ministerio de Medio Ambiente que lanza proyectos para proteger la Amazonía y, por el otro, apoya y da recursos para las actividades del agronegocio, especialmente al monocultivo de la soja, una de las principales causas de la deforestación indiscriminada.
 
El mayor productor y exportador de soja del mundo es el gobernador del Estado de Mato Grosso, Blairo Maggi, conocido como «El Rey de la soja». Precisamente ese estado de la región amazónica es el responsable del 48% de la deforestación, que creció notablemente desde que el dueño del grupo Maggi llegó a la gobernación en el 2003. Ese año, el «Rey de la soja» facturó 532 millones de dólares, el 28% de aumento con respecto al 2002, antes de asumir como gobernador de Mato Grosso.
 
La tala de la selva para cultivar soja transgénica es el centro de los reclamos de los grupos ambientalistas. Recientemente el Congreso brasileño, por iniciativa del Gobierno de Lula, aprobó la legalización de este cultivo genéticamente modificado. Según Paulo Adario, el modelo económico brasileño actual, basado en la exportación agrícola que genera superávit para pagar la deuda externa, junto a la explotación ilegal de las madereras, son los responsables de la destrucción de la Amazonía.

En la región existe una especie de estado paralelo formado por hacendados y madereros que desafían al poder público y en muchos casos trabajan «asociados»: las madereras ilegales compran los árboles «sobrantes» de la tala que realizan los terratenientes para expandir sus cultivos.
 
Internacionalización

En febrero de este año, el actual presidente de la Organización Mundial del Comercio, Pascal Lamy, propuso la «gestión internacional de la Amazonía», lo que provocó una dura reacción de la cancillería brasileña, que desestimó de plano esa posibilidad. Para la diputada italiana del Parlamento Europeo, Mónica Frassoni, que llegó a Brasilia integrando una delegación europea, es necesaria una protección internacional de la Amazonía, para evitar su destrucción, sin quitarle soberanía a Brasil sobre la región.
 
La impotencia gubernamental para detener la depredación amazónica da a esta idea sustento y en cierto modo, lógica, teniendo en cuenta que es la principal reserva natural del Planeta, sin embargo, esas buenas intenciones pueden ser un Caballo de Troya de los grandes intereses económicos mundiales que están deseosos de poner las manos en la Amazonía.
 
Para el geógrafo brasileño y estudioso del tema, Aziz Ab Saber, las debilidades de Brasil para enfrentar el problema están abriendo camino a aquellos que aspiran a quedarse con los recursos minerales, el agua dulce y el petróleo recientemente descubierto en la Amazonía Occidental.
 
Desarrollo sustentable

Pero entre la deforestación indiscriminada y la propuesta poco clara de la internacionalización de la Amazonía, existen números positivos que muestran un modelo alternativo posible: en los estados donde los gobiernos se preocupan por la explotación racional de sus florestas e incentivan los proyectos económicos de desarrollo sustentable, disminuye notablemente la destrucción de la selva amazónica. Es el caso Tocantins, por ejemplo, que redujo los índices de deforestación en un 44% y del Estado de Amazonas, que consiguió disminuirlos en un 39%.