El déficit de cuenta corriente de Estados Unidos es un riesgo cada vez mayor para la economía mundial, y si Washington sigue posponiendo los ajustes necesarios sólo hará que resulten más costosos. La forma y la velocidad con que el vecino país corrija sus desequilibrios tendrán «consecuencias significativas» a escala global, advirtió Deloitte Research. En […]
El déficit de cuenta corriente de Estados Unidos es un riesgo cada vez mayor para la economía mundial, y si Washington sigue posponiendo los ajustes necesarios sólo hará que resulten más costosos. La forma y la velocidad con que el vecino país corrija sus desequilibrios tendrán «consecuencias significativas» a escala global, advirtió Deloitte Research.
En un estudio sobre perspectivas para 2005, el área de investigación de la firma internacional de consultoría prevé que el déficit de Estados Unidos seguirá creciendo durante algunos años y tanto empresas como gobiernos enfrentarán una etapa de crecimiento económico reducido y volatilidad en los mercados financiero, de divisas y de materias primas.
Además, señala, aplicar medidas correctivas para evitar una crisis tendrá costos políticos que se traducirán en nuevas presiones proteccionistas y un aumento de la regulación.
El documento advierte que los crecientes desequilibrios en la economía mundial ponen en riesgo la posibilidad de lograr un crecimiento estable. El principal problema, agrega, es que Estados Unidos consume mucho más de lo que produce y hace que el resto del mundo produzca mucho más de lo que consume.
Además, los gobiernos asiáticos han prolongado esta situación al prestarle a Estados Unidos recursos para financiar esta aparente bonanza, mientras Washington sigue gastando más de lo que tiene y pidiendo prestado.
El déficit en cuenta corriente de Estados Unidos cerró el año pasado en un máximo histórico de 666 mil millones de dólares, 5.7 por ciento de su producto interno bruto (PIB); sin embargo, si las importaciones y las exportaciones de ese país mantienen las tendencias actuales podría llegar a 10 por ciento del PIB al final de esta década, lo cual haría la deuda externa estadunidense demasiado onerosa y difícil de financiar.
Para que el déficit de Estados Unidos disminuya y se estabilice es necesario que sus exportaciones crezcan mucho más rápido que sus importaciones; para ello no bastan una menor demanda y una moneda devaluada, sino también que los mercados a los que ese país exporta (Japón y Europa) tengan un crecimiento económico más acelerado, lo que parece poco probable.
A falta de disciplina fiscal, agrega Deloitte, la única vía para reducir el desequilibrio financiero de Estados Unidos sería una devaluación del dólar. Si China revalúa su moneda, el dólar caerá frente a la mayoría de las divisas más importantes, se elevarían las tasas de interés de largo plazo y ello a su vez reventaría la burbuja especulativa en el mercado inmobiliario.
El estudio destaca dos efectos del ajuste de Estados Unidos en la economía mundial: el aumento de las tasas de interés mermará la liquidez de los mercados emergentes. Durante los últimos 30 años la mayoría de las crisis financieras en los mercados emergentes (como México) fueron precedidas de aumentos de las tasas de interés en Estados Unidos. Ocurrió en 1982, 1994 y 1998, y podría suceder de nuevo.