Con las abundantes informaciones, sobre todo falsas, que aparecen constantemente en los medios de comunicación hegemónicos relacionadas con la operación militar especial lanzada por Rusia con el objetivo de desmilitarizar y desnazificar a Ucrania, prácticamente se han querido borrar las desastrosas consecuencias que dejó Estados Unidos tras su abrupta retirada de Afganistán después de 20 años de invasión y ocupación
Como señala el analista y exasesor político jefe de la misión de la ONU en Afganistán, Vasili Kravtsov, «La guerra más larga y costosa de la historia de Estados Unidos terminó con una completa y aplastante derrota del Ejército estadounidense y de las fuerzas de la coalición de la OTAN dirigidas por el Jens Stoltenberg. Los talibanes, analfabetos y descalzos, derrotaron a la mayor alianza militar de la historia del mundo, deshonraron a la principal hegemonía mundial, a su ejército superinteligente y de alto presupuesto».
Después de la desordenada salida de las tropas, Washington y Occidente en general, tratan de presentar aquella derrota como si no hubiera existido guerra ni ocupación, ni cientos de miles de bajas por las partes en el conflicto y la propaganda en los medios de comunicación insiste en que los talibanes entraron en Kabul en la oscuridad para ocupar por la fuerza instituciones e infraestructuras gubernamentales.
Lo cierto es que pese a todo el poderío de la Alianza occidental, los talibanes desplegaron una ofensiva relámpago de 10 días en la que capturaron 32 de las 34 provinciasdel país sin apenas resistencia, los combatientes entraron en Kabul y obligaron a huir a su presidente Ashraf Ghani y a todo su gobierno, respaldado por Estados Unidos.
A un año y casi tres meses de esa estrepitosa retirada (15 de agosto de 2021), el país se enfrenta a numerosos problemas como el hambre, el desempleo, un creciente tráfico de drogas y problemas de seguridad.
Los datos son significativos pues el 50 % de la población se encuentra al borde del hambre, según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU.
Se han paralizado todos los proyectos de infraestructura los que han quedado en un limbo mientras 700 000 personas perdieron sus empleos.
Se hallan cerrados 219 medios de comunicación y más del 60 % de los periodistas perdieron sus empleos.
El régimen talibán ha tratado de controlar el tráfico de estupefacientes como lo hicieron antes de la invasión y ocupación. En los 10 meses de 2022 incautaron en la frontera tayico-afgana tres toneladas de drogas y el anterior año solo fueron confiscadas menos de una tonelada.
De todas formas, entre 5 y 6 millones de sus ciudadanos subsisten a expensas de ese negocio pues es difícil encontrar otro medio de subsistencia para alimentar a las familias.
El 46 % de las niñas no asiste a clases, mientras todas las escuelas para jóvenes mayores de 12 años están cerradas.
A pesar de esa calamitosa situación, Estados Unidos mantiene retenido 7 000 millones de dólares que Afganistán tiene depositado en diferentes bancos.
Durante la ocupación proliferaron diferentes grupos extremistas y terroristas; en la actualidad se cuentan más de una docena que desde enero de este año han cometido alrededor de 130 atentados, los más sangrientos adjudicados al Isis (Estado Islámico)
Los analistas indican que pese a esos sucesos, el número de atentados, enfrentamientos armados, incidentes criminales, secuestros, saqueos y violencia han descendido en comparación con el periodo de ocupación.
La corrupción proliferó durante la permanencia de las tropas extranjeras y muchos militares y compañías estadounidenses y europeas se enriquecieron con negocios fraudulentos.
Claro, Estados Unidos aspiraba a más, pues soñaba con apoderarse de las enormes riquezas existentes en el suelo afgano que no han podido ser explotadas por los largos períodos de guerras (ingleses, rusos y estadounidenses); falta de inversiones y de infraestructura en la extensa nación.
Washington había estudiado el informe del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) sobre la prospección desarrollada en 24 zonas afganas con datos sumamente impresionantes.
Fuentes de USGS, testificaron que el yacimiento de Zarkashan, en la provincia de Gazni, contiene cobre y oro por valor de 30 000 millones de dólares, además de los depósitos de zinc, aluminio, azufre y wolframio.
Otro en la zona fronteriza de las provincias de Kandahar y Zābul contiene 28 469 200 kilos de cobre, 724 010 de molibdeno, 9 067 de plata y 682 de oro. En la frontera entre las provincias de Zābul y Baghlan se detectó la presencia de aluminio (4 535 000 kilos), y el situado entre las provincias de Kandahar y Lawgar tiene 16 880 000 kilos de cobre y 600 000 de cobalto.
El de Bamyan, provincia de Baglán, posee 226 000 millones de kilos de hierro. En el de Badajshán, frontera afgana con Tayikistán, existe abundante presencia de lazurita, wolframio, oro, aluminio, zinc, hierro y azufre.
Los especialistas estiman que el país posee más de 130 000 millones de kilos de mármol, además de la presencia de tierras raras, niobio, litio, uranio y torio.
Según las fuentes citadas, esto es solo una pequeña porción de los descubrimientos geológicos obtenidos.
Estudios de los diarios The New York Times, The Guardian y el Financial Times, indican que el costo económico de la “aventura” norteamericana fue de más de dos billones de dólares, o sea, 300 millones de dólares diarios durante los 20 años.
La frustración estadounidense por la derrota en Kabul ha sido grande y está marcando el tiempo en que ese imperio comienza su declive. Mientras los habitantes de Afganistán se debaten hoy entre el hambre, la pobreza y la inestabilidad económica y política.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.
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