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El destino de Lula

Fuentes: Página/12

Antes aún de que empezara la sesión del Supremo Tribunal Federal que decidiría si la prisión luego de una condena en segunda instancia era constitucional, los abogados defensores del ex presidente Lula da Silva anticiparon que no tomarían ninguna iniciativa antes de consultarlo. En reiteradas ocasiones Lula advirtió que rechazaría cualquier decisión de la justicia […]

Antes aún de que empezara la sesión del Supremo Tribunal Federal que decidiría si la prisión luego de una condena en segunda instancia era constitucional, los abogados defensores del ex presidente Lula da Silva anticiparon que no tomarían ninguna iniciativa antes de consultarlo.

En reiteradas ocasiones Lula advirtió que rechazaría cualquier decisión de la justicia que no fuera la anulación de los juicios que lo condenaron y que se le declarase inocente. También reiteró que aceptaría que los juicios fuesen retomados «de cero», o sea, reiniciados.

En la sesión de hoy hubo fuertes debates entre los que respaldan la «Operación Lava Jato» y los que creen que lo que está en la Constitución es constitucional. Por seis votos contra cinco, se estableció lo obvio: lo que dice la Carta Magna es lo que vale.

De todas formas, la situación de Lula ahora depende básicamente de dos factores. Primero, de lo que él decida: puede o no pedir ser liberado hasta que la Corte Suprema decida sobre su caso.

Habría un punto delicado en esa decisión: sus derechos políticos quedarían suspendidos hasta la decisión final. Podría, claro, lanzarse en caravanas por todo el país, con vistas a las elecciones municipales del año que viene, pero no presentar una candidatura.

Para las municipales, Lula no pensó siquiera un segundo en lanzarse. Pero en 2022, para suceder al ultraderechista que está llevando el país rápidamente a la ruina, seguro que sí.

El segundo factor: Lula insiste en que la misma Corte Suprema, cuya decisión de hoy lo beneficia, se exprese sobre el pedido de anulación del juicio en que el exmagistrado y actual ministro del gobierno ultraderechista, Sergio Moro, lo condenó.

Hay hartas pruebas de que Moro en realidad actuó como coordinador de la acusación, orientando a los fiscales sobre los pasos que deberían ser dados para llegar al verdadero objetivo, que era condenar a Lula.

Si hasta hace poco la Corte Suprema, en su totalidad, actuó con omisión cómplice frente a todas las manipulaciones presentidas pero no comprobadas, a partir del material divulgado por la publicación digital The Intercept, del periodista norteamericano Glenn Greenwald, se hizo conocido el ostensible escándalo que ha sido el juicio contra Lula.

Esa puede ser la nueva apuesta de Lula: esperar que la Corte Suprema anule su juicio. En términos políticos, sería una salida mucho más poderosa que buscar amparo en la decisión de hoy.

A ver qué decide, al fin y al cabo, el mismo Lula sobre su destino.