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El dólar sigue cuesta abajo en su caída

Fuentes: Red Voltaire

La devaluación del dólar hace temblar a las «economías emergentes» de América Latina adscritas a la hegemonía estadounidense y al modelo neoliberal, es decir, prácticamente todas. La importante noticia de la crisis estructural que augura un colapso del sistema monetario vigente desde los «acuerdos Bretton Woods» de la postguerra está siendo tapada por la gran prensa de todos los países de la región.

El consejo de Ministros de Colombia acordó el martes un reembolso de impuestos a los exportadores que han reportado pérdidas por la caída del 17% del dólar frente al peso colombiano durante el 2004. La primera idea fue comprar dólares para hacer subir el precio en el mercado financiero local, despedir personal y cerrar operaciones. El Presidente Alvaro Uribe está pensando en imponer una paridad cambiaria por decreto para asegurar que su propia moneda se mantenga baja en beneficio de los exportadores y en perjuicio del salario.

El economista Pablo Rosselli, de Tea, Deloitte & Touche, aseguró que «desde mayo la cotización del dólar en Brasil ha caído casi ininterrumpidamente y se ubica tras la disminución de estos últimos días en los niveles más bajos desde junio de 2002». «Si tomamos como referencia el cierre de ayer (21 de diciembre), el tipo de cambio acumula una reducción de 17% en los últimos siete meses», dijo.

En Chile, los empresarios exportadores ya pidieron agua en el primer semestre, pero nadie los oyó y terminaron quedándose tranquilos porque las ganancias del sector de todas formas fueron espectaculares en este año, bajo la sabia conducción del Presidente que les consiguió la entrada a los mercados estadounidense y europeo, entre otros. El gobierno de Ricardo Lagos comenzó a valorar discretamente los bonos públicos chilenos en euros en vez de dólares, en los mercados internacionales, una noticia ignorada «porque sí» por la gran prensa local. Los países de la Opep hace dos años que consideran pasarse al euro. El único país latinoamericano que tomó una decisión radical este año fue Cuba, que se fue de lleno con el euro y cuyas exportaciones han crecido en 37% en 2004.

El mercado monetario internacional es tan cruel como el mercado local. Los bancos centrales compran dólares, desesperadamente, con la inútil esperanza de frenar una crisis que se originó más allá de sus fronteras, una hebra cuyo final tampoco está en la Reserva Federal ni en el gobierno de Washington, sino en las economías que sostienen, en última instancia, el increíble déficit comercial del país del norte: China, Corea del Sur, Japón, el sudeste asiático, la India, Europa, etcétera.

El dólar se convirtió en «un tigre de papel» que ha vivido de prestado y del chantaje a los países que tiene «amarrados» con la tenencia de bonos, porque si los venden masivamente sus economías también se derrumban. Washington apuesta a que nadie se haga ese harakiri monetario.

Cada vez se ve más cerca el colapso que en agosto pronosticó para el año 2005 el periodista económico William Engdhal. Así como el dólar deshonró a la libra esterlina en la primera mitad del siglo pasado, hoy estamos asistiendo a la revancha europea del euro, la futura moneda mundial que en poco más de un año se desplazó de 0,80 a 1,30 dólares, más de 60%, pero sigue revalorizándose.

En los últimos nueve meses el dólar ha perdido una cuarta parte de su valor frente al euro. Entre otros efectos, esto significa que todas las reservas de los bancos centrales se han reducido al 75% de su valor original y que los países tenedores de bonos del Tesoro de EEUU –como China y Corea del Sur– cada vez arriesgan más la posesión de simples papeles que minan sus economías pero que a la vez sostienen a un sistema mundial donde están en peligro sus propias vidas en cuanto economías exitosas. También significa que un recurso natural agotable que vale nominalmente, a modo de ejemplo, unos cuarenta dólares en los hechos reales está costando treinta, como es el caso del petróleo.

El desenlace en un gran colapso está garantizado por la propia política de Estados Unidos. La invasión petrolera en Irak no está generando las ganancias simplistas que aguardaban hombres de la talla «intelectual» de G. Bush y D. Rumsfeld. Al contrario, aumenta el déficit presupuestario porque las guerras se financian con dinero ajeno que supuestamente revierte en tiraje interno de la chimenea económica. La sangre derramada se muta en billetes verdes.

El gobierno republicano transfiere ingresos desde los sectores medios y bajos de la población reduciéndoles los impuestos a los más ricos, de manera que el Estado sigue firmemente gastando mucho más de lo que recauda. Jamás hará Bush un cambio de política impositiva. Menos, un ajuste que pudiera frenar la precaria recuperación de su economía. Por lo tanto, un aumento del endeudamiento está más que garantizado. Y la suerte del dólar está echada, «cuesta abajo en la rodada»…

Pero la gran pregunta es ¿por qué el gobierno de EEUU no hace nada serio por impedir la caída del dólar? Simplemente porque busca más ventajas: terminará debiendo cada vez menos, en una suerte de gran estafa universal. La irresponsabilidad del país guerrero también arrastra a Europa en la caída del dólar, más allá de la fortaleza del euro, precisamente porque las economías están «globalizadas» e interrelacionadas.

Nuevo recórd histórico del euro

El euro, la moneda común de la eurozona, estableció hoy un nuevo récord histórico al cotizarse a 1,3484 dólares la unidad, a sólo unos días cumplir seis años de edad.

La divisa, convertida en alternativa frente al dólar, reinició hoy su carrera alcista en una jornada en la que se espera poca volatilidad por el escaso volumen de operaciones debido a las festividades por el fin de año.

En lo que va de año la divisa europea se ha apreciado el 6,8% frente al billete verde, de acuerdo con el cambio oficial establecido por el Banco Central Europeo.

La reciente publicación de datos macroeconómicos positivos en Estados Unidos no pudo frenar la carrera alcista de la moneda común, que en definitiva es fruto de la debilidad del dólar, provocada por el elevado déficit fiscal y por cuenta corriente de Estados Unidos.

Expertos advierten que la economía norteamericana necesita una divisa débil que abarate sus exportaciones y la ayude a lograr un, cada vez más improbable, saldo positivo en su balanza de pagos.