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El dólar y el dragón

Fuentes: Project Syndicate

Desde hace varios años, las autoridades estadounidenses vienen presionando a China para que reevalúe su moneda. Su queja es que un renminbi subvaluado representa una competencia injusta que destruye los empleos estadounidenses y contribuye al déficit comercial de Estados Unidos. ¿Cómo deberían responder entonces las autoridades estadounidenses? Justo antes de la reciente cumbre del G-20 […]

Desde hace varios años, las autoridades estadounidenses vienen presionando a China para que reevalúe su moneda. Su queja es que un renminbi subvaluado representa una competencia injusta que destruye los empleos estadounidenses y contribuye al déficit comercial de Estados Unidos. ¿Cómo deberían responder entonces las autoridades estadounidenses?

Justo antes de la reciente cumbre del G-20 en Toronto, China anunció una fórmula que permitiría una modesta apreciación del renminbi, pero algunos congresistas estadounideneses aún no están convencidos, y amenazan con aumentar los aranceles a los productos chinos.

Estados Unidos absorbe importaciones chinas, paga a China en dólares y China retiene los dólares, amasando reservas de moneda extranjera de 2,5 billones de dólares, gran parte en títulos del Tesoro de Estados Unidos. Para algunos observadores, esto representa un cambio fundamental en el equilibrio de poder global, porque China podría poner a Estados Unidos de rodillas si amenazara con vender sus dólares.

Ahora bien, si China pusiera a Estados Unidos de rodillas, podría infligirse un daño aún peor a sí misma en el proceso. China no sólo reduciría el valor de sus reservas conforme el valor del dólar decayera, sino que también pondría en peligro la continua voluntad por parte de Estados Unidos de importar productos chinos baratos, lo que implicaría pérdidas de empleos e inestabilidad en China.

Evaluar si la interdependencia económica genera poder exige analizar el equilibrio de las asimetrías, no sólo de un lado de la ecuación. En este caso, la interdependencia ha creado un «equilibrio de terror financiero» análogo a la Guerra Fría, cuando ni Estados Unidos ni la Unión Soviética utilizaron su potencial para destruirse mutuamente en un intercambio nuclear.

En febrero de 2010, furiosos ante las ventas de armas estadounidenses a Taiwán, un grupo de altos oficiales militares instaron al gobierno chino a deshacerse de los bonos del gobierno de Estados Unidos en represalia. Su propuesta fue desatendida. Por el contrario Yi Gang, director de la administración estatal de divisas extranjeras de China, explicó que «las inversiones chinas en bonos del Tesoro de Estados Unidos son un comportamiento de inversión de mercado y no es nuestra intención politizarlas». De lo contrario, el dolor sería mutuo.

No obstante, este equilibrio no es garantía de estabilidad. Siempre existe el peligro de acciones con consecuencias no intencionales, especialmente en vista de que uno podría esperar que ambos países tomen medidas para cambiar el esquema y reducir sus vulnerabilidades. Por ejemplo, después de la crisis financiera de 2008, mientras Estados Unidos presionaba a China para que permitiera la apreciación de su moneda, funcionarios del banco central de China comenzaron a decir que Estados Unidos tenía que aumentar sus ahorros, reducir sus déficits y tomar medidas para respaldar el papel del dólar como moneda de reserva con derechos especiales de giro emitidos por el FMI.

Sin embargo, China ladró más fuerte de lo que mordió. El mayor poder financiero de China puede haber incrementado su capacidad para resistir las súplicas estadounideneses, pero a pesar de las predicciones nefastas, su papel de acreedor no ha sido suficiente para forzar a Estados Unidos a cambiar sus políticas.

Si bien China ha tomado medidas menores para retardar el incremento en sus tenencias denominadas en dólares, no se ha mostrado dispuesta a arriesgar una moneda plenamente convertible por razones políticas internas. En consecuencia, es poco probable que el renminbi desafíe el papel del dólar como el principal componente de las reservas mundiales (más del 60%) en la próxima década.

Aún así, mientras China aumenta gradualmente el consumo interno en lugar de basarse en las exportaciones como su motor de crecimiento económico, sus líderes pueden empezar a sentirse menos dependientes que ahora del acceso al mercado estadounidense como fuente de creación de empleo, lo que es crucial para la estabilidad política interna. En ese caso, mantener un renminbi débil protegería la balanza comercial de una inundación de importaciones.

Las asimetrías en los mercados de divisas son un aspecto particularmente importante del poder económico, ya que están en la base del comercio global y los mercados financieros. Al limitar la convertibilidad de su moneda, China elude la capacidad de los mercados de divisas de disciplinar las decisiones económicas domésticas.

Comparemos, por ejemplo, la disciplina que los bancos internacionales y el FMI lograron imponer en Indonesia y Corea del Sur en 1998, con la relativa libertad de Estados Unidos -conferida por la denominación de deuda estadounidense en dólares- para aumentar el gasto gubernamental en respuesta a la crisis financiera de 2008. De hecho, más que debilitarse, el dólar se apreció ya que los inversores ven la fortaleza subyacente de Estados Unidos como un refugio seguro.

Obviamente, un país cuya moneda representa una proporción significativa de las reservas mundiales puede ganar poder internacional a partir de esa posición, gracias a mejores condiciones para el ajuste económico y la capacidad de influir en otros países. Como alguna vez se quejó el presidente francés Charles de Gaulle, «dado que el dólar es la moneda de referencia en todas partes, puede hacer que otros sufran los efectos de su mala gestión. Es algo inaceptable. No puede durar».

Pero duró. La fortaleza militar y económica de Estados Unidos refuerza la confianza en el dólar como refugio seguro. Como dijo un analista canadiense, «el efecto combinado de un mercado de capital avanzado y una máquina militar poderosa para defender ese mercado, y otras medidas de seguridad, como una marcada tradición de protección de los derechos de propiedad y una reputación por pagar las deudas, ha hecho posible atraer capital con gran facilidad».

El G-20 se está concentrando en la necesidad de «reequilibrar» los flujos financieros, alterando el viejo patrón de que los déficit estadounidenses equipararan los superávit chinos. Esto requeriría cambios políticamente difíciles en el consumo y la inversión -Estados Unidos tendría que aumentar sus ahorros y China reducir su consumo interno.

Estos cambios no ocurren de la noche a la mañana. Ninguna de las partes está apurada por romper la simetría de la vulnerabilidad interdependiente, pero ambas todavía pelean por tomar posiciones a la hora de dar forma a la estructura y marco institucional de su relación de mercado. Por el bien de la economía global, es de esperar que ninguna de las partes yerre en sus cálculos.

Fuente: http://www.project-syndicate.org/commentary/nye84/Spanish 

rCR