Cada día es más real la afirmación realizada por el presidente de China, Hu Jintao cuando señaló que el dólar como moneda principal de intercambio es un «producto del pasado». Antes de iniciar su visita oficial a China en enero pasado, Jintao, en entrevista sostenida con los diarios Washington Post y Wall Street Journal, añadió […]
Cada día es más real la afirmación realizada por el presidente de China, Hu Jintao cuando señaló que el dólar como moneda principal de intercambio es un «producto del pasado».
Antes de iniciar su visita oficial a China en enero pasado, Jintao, en entrevista sostenida con los diarios Washington Post y Wall Street Journal, añadió que su país encaminaba sus pasos a reemplazar el dólar en la mayoría de sus transacciones comerciales con la utilización del yuan, aunque «ese proceso será bastante largo».
La historia nos remite a un ejemplo bastante reciente cuando la libra esterlina inglesa que era la moneda internacional en los siglos XVIII, XIX y principios del XX, se derrumbó debido al déficit acumulado por el imperio británico durante la Primera y Segunda Guerra Mundial y el ascenso incontenible de Estados Unidos como nueva potencial global.
En los últimos 30 años, el gigante asiático con más de 1.300 millones de habitantes, enorme extensión territorial y segunda potencia económica mundial con 5.750 billones de dólares de Producto Interno Bruto (PIB) se ha convertido en un fuerte contrincante para que su moneda oficial, el yuan o renmimbi, compita en el mercado internacional a la par del dólar.
Recordemos que desde los acuerdos de Bretton Woods, en 1944, Estados Unidos logró que el billete verde se estableciera como moneda de reserva en el orbe y su valor estaba garantizado por sus grandes acumulaciones de oro.
En la década de 1970, Washington alcanzó un acuerdo con la OPEP por medio del cual todas sus actividades comerciales petroleras se efectuarían solo con el billete verde, mientras al mismo tiempo Estados Unidos garantizaba un rearme militar a Arabia Saudí y protegería a las monarquías del Golfo de posibles invasiones o amenazas internas.
Durante el gobierno de Richard Nixon, Washington separó el dólar de sus reservas de oro y comenzó a imprimir a diestra y sinistra su moneda con la cual inundó al mundo, sin que esta tenga un valor real respaldada con las riquezas del país emisor.
De esa forma, la preocupación por la debilidad y el futuro del billete verde, que Estados Unidos imprime por cantidades sin tener un respaldo en oro, ha motivado que los acreedores extranjeros busquen alternativas a la deuda estadounidense que han comprado y en las cuales tienen sus reservas.
A finales de 2010, las reservas de divisas de China alcanzaron los 2,7 billones de dólares, o sea, más del 35% de la totalidad del orbe, de los cuales un billón toman la forma de deuda del Tesoro de Estados Unidos.
Como es lógico, si Pekín dejara de comprar bonos del Tesoro, se produciría una caída del valor del dólar que traería grandes repercusiones para el sistema financiero y la economía mundial, incluyendo principalmente a estas dos naciones, lo que no conviene tampoco al gigante asiático pues hacia el mercado estadounidense exporta la mayoría de sus mercancías.
Con una deuda externa que sobrepasa los 13 billones de dólares, Estados Unidos necesita para mantener sus abultadas importaciones, la entrada diaria de miles de millones de dólares que recibe de China, Japón, Corea del Sur y varias naciones petroleras árabes.
La depreciación del billete verde en los últimos años provocada por la crisis del sistema capitalista estadounidense, sus enormes gastos de guerra en Iraq y Afganistán, la baja en la productividad y el aumento del desempleo, entre otros males, han motivado que grandes bancos internacionales estén promoviendo el uso del yuan (y del euro) en sus transacciones comerciales con Pekín.
En 2009, Pekín estableció un programa piloto para permitir que las compañías chinas usen el yuan para sus compras y ventas externas.
Posteriormente, adoptó una serie de medidas que permiten a entidades privadas y públicas como bancos o empresas y a los gobiernos locales chinos emitir bonos denominados en yuanes. Compañías con gran presencia en esa nación, como McDonald’s y Caterpillar ya lo han hecho.
Por primera vez en su historia, el Banco Mundial emitió bonos denominados en yuanes, lo que reafirma la creciente importancia de China en los mercados financieros globales.
La emisión se elevó a 76 millones de yuanes con lo cual intenta promover el uso internacional del renmimbi.
También otros organismos como el Banco Asiático de Desarrollo ya han lanzado títulos en yuanes.
El diario británico Financial Times informó de que los bancos Citigroup, HSBC, JP Morgan y BBVA (este último español) realizan campañas en Asia, Norteamérica, América Latina y Europa para que las compañías utilicen el renmimbi.
Por su parte, China permite a naciones vecinas realizar negocios con su propia moneda sin necesidad de convertirla en euros o en dólares lo cual evita las fluctuaciones en los tipos de cambio.
En noviembre de 2010, China y Rusia decidieron renunciar al dólar y usar sus propias divisas para el comercio bilateral, según anunciaron el premier chino Wen Jiabao y su contraparte ruso Vladimir Putin, durante una reunión sostenida en San Petersburgo .
Como una excusa diplomática para disminuir posibles tensiones con Estados Unidos, expertos chinos dijeron que el cambio no tiene como finalidad retar al dólar sino proteger sus economías nacionales. Estas dos grandes economías emergentes, utilizarán en sus acuerdos comerciales sus propias divisas en vez del billete verde.
En los últimos años, Pekín ha firmado multimillonarios convenios con Brasil y Argentina donde la moneda de intercambio es el yuan, mientras que Perú y Chile están interesados en acogerse a esas transacciones. Asimismo la utilización del renmimbi se ha extendido a Corea del Sur, Malasia, Belarus e Indonesia.
Otras naciones tratan de utilizar lo menos posible sus intercambios en dólares, como en el caso de las naciones de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) que ya realizan parte de sus transacciones mediante el SUCRE, moneda virtual de convenio comercial.
Irán autorizó la apertura de un mercado de petróleo con operaciones en euros, lo que fue uno de los primeros golpes al dólar. La República Islámica registró una bolsa de petróleo en la isla de Kish, en el Golfo Pérsico, donde vende crudo en euros y es el quinto mercado de petróleo, después de Nueva York, Londres, Singapur y Tokio.
Dos años antes, Siria había comenzado a cambiar sus reservas por euros; el Banco Central de los Emiratos Árabes Unidos, convirtió en euros el 10% de sus reservas en dólares; Venezuela siguió el camino hacia la búsqueda de monedas más seguras como euros y yuanes chinos y Suecia recortó sus reservas en dólares a solo el 20% y elevó al 50% las acumuladas en euros; el Banco Central de Rusia, según el diario Pravda, tiene la mayor parte de sus reservas en euros.
Todo parece indicar que el dólar seguirá en el siglo XXI el mismo camino que en el siglo XX dio por terminada la hegemonía de la libra esterlina inglesa como moneda que regía el intercambio comercial.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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