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El «Efecto Chávez» en las elecciones internas del PSUV

Fuentes: Rebelión

Las pasadas elecciones del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), celebradas el 28 de junio, han presentado múltiples interpretaciones, dado el nivel de politización de la sociedad y la significativa cantidad de ciudadanos que acudieron a elegir a los candidatos y candidatas que aspiran llegar a la Asamblea Nacional vía voto nominal. La Mesa de […]

Las pasadas elecciones del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), celebradas el 28 de junio, han presentado múltiples interpretaciones, dado el nivel de politización de la sociedad y la significativa cantidad de ciudadanos que acudieron a elegir a los candidatos y candidatas que aspiran llegar a la Asamblea Nacional vía voto nominal.

La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), quedó evidentemente preocupada, pues si bien las elecciones internas de los partidos políticos no dan resultados definitivos, si ofrecen una visión comparativa de la maquinaria, la movilización y el nivel de compromiso de los electores en un momento determinado; en este caso la preocupación se debe al alto nivel de participación del pueblo revolucionario, más si tomamos en cuenta que ellos en sus pasadas elecciones primarias obtuvieron 543.793 votos, en cerca de 33% de los circuitos electorales, pero bien saben que las matemáticas no engañan, y que ante tal tendencia, de haber permitido la participación en 100% de los circuitos habrían obtenido una cifra cercana a 1.650.000 votos, tan sólo 50% de los 3.162.400 electores que participaron en las internas del PSUV.

Es obvio que a nivel de medios y entre sus bases tratan de ignorar o no dar importancia a esta situación, utilizan descalificativos, ataques infundados y demás artilugios dignos de lo que representan: la bufonería política y la más contundente representación del mequetrefe que cree que el sol se tapa con un dedo.

Por las filas revolucionarias, o de los factores que apoyan el proceso revolucionario, existen aún más variadas interpretaciones, pienso que cada quien trata de aprovechar el momento para «catapultarse» y resaltar dentro del, cada vez más incierto panorama político; las posturas alcanzan costados muy distantes: unas son absolutamente triunfalistas, mientras en el otro extremo, son tajantemente reaccionarias.

Los triunfalistas, esos que en la mayoría de los casos son más obcecados que los adecos de cuando Carlos Andrés gobernaba, esos que le caen a palo (sus pares adecos lo hacían a cabilla) a cualquier voz crítica, presienten, vaticinan, decretan, profetizan y auguran que «ya ganamos«, que «vamos a arrasar«, que la oposición está en crisis y que desaparecerá del espectro político; de igual forma plantean que «acá no hay nada que corregir«, «vamos perfectamente bien» y casi que «nos la estamos comiendo«.

Por su parte los reaccionarios, asumen el discurso opositor, repitiendo el guion que ellos han venido utilizando en los distintos procesos electorales: «hubo fraude«, los electores acudieron «obligados«, «les pagaron por votar«, «la mayoría de los votantes eran escuálidos«, «todo fue una farsa«, entre muchas otras conjeturas.

En el centro de estos dos polos se encuentran los que coloquialmente se quieren creer más «papistas que el papa«, apasionadamente se atribuyen los votantes bien sea de su aldea, sector, municipio o estado a su «liderazgo» y al «dominio» sobre la masa. En su mayor clímax egocéntrico hasta llegan a creerse que la masa es una manada de borregos que se mueven a como ellos digan.

Si bien el proceso de elecciones internas del PSUV contó con la presencia de fenómenos propios de la cultura adeco-copeyana, de las cuales el partido está en la obligación de deslastrarse: no igualdad de condiciones entre los candidatos, compra de conciencias, ofrecimiento y entrega de dadivas al pueblo, entre otros, sería injusto generalizar estos actos y decir que el total de la población acudió a votar porque fue comprada, coaccionada o manipulada a hacerlo, seria incluso una falta de respeto al pueblo que cree en el proyecto revolucionario.

Debo decir que difiero de todas estas posturas, me parece que la lectura no ha sido la más adecuada, es evidente que en Venezuela existe una situación económica, política y social muy compleja: los niveles de inflación se han disparado, el salario del pueblo mayoritariamente chavista se viene a pique, los aumentos salariales de nada sirven, las mafias hacen de las suyas, el contrabando, la escasez, el acaparamiento y la usura se encuentran en todos los rincones del país; no hay caserío, aldea, pueblo, municipio o ciudad que se escape de ello; las colas son parte del día a día, la incapacidad del Estado venezolano es evidente, la improvisación en la toma de decisiones se acrecienta, la inseguridad crece de la misma forma en que crecen los índices de pobreza, la crítica hacia la gestión de gobierno aumenta, en todos lados la escuchamos, a toda hora, la hace como siempre la ha hecho la derecha, pero ahora también la hacen los revolucionarios, no en vano los niveles de popularidad del Presidente Nicolás Maduro Moros, han venido disminuyendo paulatinamente.

Todo lo anteriormente dicho no lo digo o lo invento yo, lo dicen las cifras dadas por los propios organismos oficiales, las encuestadoras, los analistas, hasta el ambiente de la calle lo dice. Por esto mismo a la Mesa de la Unidad Democrática y a muchos de sus partidarios les asombró que, aun con el escenario económico que hay, aun con la escases, la inflación y el alto costo de la vida, que perjudica incisivamente el bolsillo y el estomago de los pobres, más de tres millones de venezolanos hayan decidido ir a votar el pasado domingo; el asombro les generó más de una gastritis cuando la televisión y los diferentes medios de comunicación mostraban colas de gente, que por diversos motivos, duraban hasta siete horas esperando para sufragar.

Se me viene inmediatamente a la memoria las enormes filas de pueblo que se hacían para firmar en contra del insolente decreto de Obama, los ríos de lagrimas que fluyeron de los ojos del pueblo por la partida física del Comandante Chávez o aquella contundente y sólida frase de los difíciles años 2002-2003: «CON HAMBRE Y DESEMPLEO CON CHAVEZ ME RESTEO«.

¿Qué ocurre en Venezuela que la gente se restea tanto con su Revolución?, ¿Qué ocurre en Venezuela que la gente indignada va a hacer cola para comprar alimentos de primera necesidad, pero también va y hace cola para elegir los candidatos del partido de Chávez?, ¿Qué nivel de conciencia ha asumido este pueblo que valiente y casi desamparadamente ha resistido la embestida de los grupos oligárquicos que intentan ahorcar su determinación revolucionaria, por el campo de los alimentos y artículos de primera necesidad?.

Estoy seguro que muchos politólogos, sociólogos y psicólogos sociales, se preguntarán esto; el pueblo venezolano, mayoritariamente chavista pareciera sacar a relucir su carácter más inexpugnable en los momentos de crisis; que más del 16% del Registro Electoral Permanente haya acudido a las urnas es prueba irrefutable de ello, seguro estoy que muchos otros miles que no fueron a votar, pero que continúan resteados con el proyecto socialista también poseen ese carácter indómito, libertario y combatiente de quienes acudieron a las urnas, y están prestos a defender la patria y las conquistas alcanzadas en el terreno en que sea necesario.

El responsable de que los pobres heroicamente se encuentren resistiendo la embestida oligárquica, y de que una gran cantidad de personas haya decidido ir a votar es el «EFECTO CHÁVEZ«, su ejemplo, su lucha, su incondicionalidad, su compromiso y su memoria, para con el pueblo, se traducen en la «necedad» como diría Silvio Rodríguez, de continuar, pese a la coyuntura, pese a las colas, pese a los errores, resteados con el proyecto revolucionario. Hablar del «Efecto Chávez«, es hablar obligatoriamente de la lucha histórica de Guaicaipuró, Bolívar, José Tomas «El Taita» Boves, Zamora, Ali Primera y tantos otros que dieron su vida por marchar incondicionalmente al lado de los más humildes.

Estas cifras presentadas por el CNE, más que alegrar fanáticamente, deben servir para comprometernos en corregir las fallas, los retrasos y las deficiencias que presenta la gestión de gobierno; el gran apoyo popular y la confianza que el pueblo aún tiene en su Revolución, que la siente como suya, no debe embriagar a quienes ostentan los más altos cargos en la toma de decisiones; sería un craso error si se cae en la falsa interpretación de resultados, sino se entiende que el pueblo, nuevamente y hasta en contra de su estomago y bolsillo, puso de su parte, aportó más de lo que se le exigió, por tanto, es una obligación del alto gobierno, especialmente del compañero Presidente Nicolás Maduro Moros ser reciproco, devolver el esfuerzo, la resistencia y heroicidad de los humildes, solucionando radicalmente la crisis económica, social y política que hoy nos afecta.

¡CHAVEZ VIVE LA LUCHA SIGUE!

(*) Oscar Javier Forero es economista social e investigador.

@oscar_forero83

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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.