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El ejercicio de la democracia popular

Fuentes: Brasil de Fato / Minga Informativa

El espíritu del Ágora -plaza donde los atenienses discutían los temas políticos- contagió los alrededores del gimnasio Nilson Nelson, en la tarde del día 27, en Brasilia. Distribuidos en 10 tiendas gigantes, los 8 mil integrantes de más de 40 organizaciones sociales brasileñas, asumieron el papel de protagonistas en la formulación de propuestas para los […]

El espíritu del Ágora -plaza donde los atenienses discutían los temas políticos- contagió los alrededores del gimnasio Nilson Nelson, en la tarde del día 27, en Brasilia. Distribuidos en 10 tiendas gigantes, los 8 mil integrantes de más de 40 organizaciones sociales brasileñas, asumieron el papel de protagonistas en la formulación de propuestas para los problemas de la población. En una ciudad donde política es sinónimo de maquinación y acuerdos por arriba, la Asamblea Popular recordó a los gobernantes y a los representantes del Parlamento el sentido original de la democracia: el poder del pueblo.

Los debates no partieron de cero. Fueron orientados por los resultados de un extenso proceso de discusiones locales. Desde mediados de 2005, movimientos sociales y otras organizaciones de la sociedad civil iniciaron un esfuerzo para estimular el ejercicio de la democracia directa, en una coyuntura de completo descrédito de la llamada democracia representativa. Se realizaron asambleas populares en comunidades, en los municipios, en las subregiones y, después, en los Estados. En todas ellas, los/as participantes pudieron elaborar propuestas, de acuerdo con sus vivencias, para intervenir en la realidad y asumir la conducción del proceso político.

Como resultado de estos debates locales salió un documento único con sugerencias divididas en diez temas, entre ellos, soberanía, trabajo, comunicación, campo, salud y sistema político. Esta síntesis sirvió como referencia de los acalorados debates de la Asamblea Popular, marcados también por la diversidad de los participantes – campesinos, jóvenes, trabajadores urbanos, etc. «Deberíamos aumentar y estimular la convocatoria de plebiscitos, pero es preciso tener instrumentos para evitar que los medios de comunicación distorsionen el contenido de las discusiones», señaló Tatiane Rodrigues, del Sindicato de los Municipios de Pelotas (RS). Ella habló, en su grupo de trabajo, sobre el sistema político y el decepcionante resultado del referendo sobre el desarme. «Nosotros tenemos que crear instrumentos para garantizar que se desarrolle un debate político de ideas, y no sólo una disputa de los publicistas», explicó. Inmediatamente después de la propuesta, otro participante del grupo se levantó y añadió: «esas consultas deben servir para elevar la conciencia del pueblo, pero eso no sucedió con el referendo del desarme».

En el grupo de al lado de donde estaba la sindicalista Rodrídues, las propuestas se concentraban en otro asunto. «Deberíamos acabar con la reelección para todo cargo electivo y reducir el mandato de los senadores a 4 años», sugirió el catarinense Mauro José Velho, del Sindicato de Trabajadores en Empresas de Asesoría, Pericia, Investigación e Información en Santa Catarina. Inmediatamente después, otra propuesta más radical: «porque no extinguimos al Senado, que hoy sólo sirve para que los ex presidentes hagan un palanqueo permanente». Un participante añadió: «Sí, y deberíamos proponer también el fin de las cámaras municipales y su sustitución por asambleas populares permanentes».

La temperatura del local no contribuía a las discusiones. Sol fuerte, clima seco y casi nada de viento. A más de 30 grados, sin embargo, Gilvânia Ferreira, permanecía atenta a la discusión sobre soberanía, mientras amamantaba a su pequeño hijo de un año, Kaioã (pájaro que vuela libre) en una silla de plástico. «Él ya está acostumbrado», dijo la militante del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Maranhão, cautivada por los debates. «Los trabajos en grupo son una de las etapas más importantes porque podemos compartir nuestras ideas con otros», dijo.

La paraenense Bruna Naiara Coelho coincide. Esta habitante de Igarapé-Apu (Norte de Pará) de 18 años de edad se encuentra en la capital del país por primera vez -como buena parte de los otros participantes – y lamenta la corta duración de la Asamblea, que terminará el 28. «Este es un momento en el que podemos intercambiar ideas, es con nuestras vivencias que podemos construir un proyecto. Lo malo es que sólo podemos participar en un sólo tema», afirmó, mientras su grupo discutía la relación entre soberanía, recursos naturales y bienes universales. Bruna trabaja en una comunidad de su ciudad formulando alternativas de desarrollo local, a partir de la economía solidaria y pretende compartir esta experiencia con otros habitantes de Igarapé.

(Traducción: ALAI).