Caída en Wall Street y en las bolsas mundiales a comienzos de semana. Iniciada en los Estados Unidos, la caída se ha propagado con rapidez a las bolsas europeas y asiáticas. En el momento de escribir estas líneas, la situación es aún incierta pero parece, no obstante, que un verdadero krach no está al orden […]
Caída en Wall Street y en las bolsas mundiales a comienzos de semana. Iniciada en los Estados Unidos, la caída se ha propagado con rapidez a las bolsas europeas y asiáticas. En el momento de escribir estas líneas, la situación es aún incierta pero parece, no obstante, que un verdadero krach no está al orden del día aún. Estos acontecimientos son, sin embargo, el signo de la incertidumbre que roe al capitalismo mundial, a pesar de la recuperación limitada del crecimiento en los Estados Unidos y en Europa.
Más allá de los sobresaltos del mercado bursátil influye, en efecto, sobre el funcionamiento del capitalismo, la perpetuación de un fenómeno que no concuerda con el derroche de inversiones en las nuevas tecnologías: la debilidad de las ganancias de productividad. Esta última provoca muchas interrogantes, pero es indudable y es un signo de falta de eficacia del capital. Falta de eficacia quiere decir riesgo en la rentabilidad del capital invertido. De ahí la ofensiva continua contra los salarios y en la intensificación del trabajo, que limita los mercados pero ha permitido una recuperación limitada de la tasa de ganancia estos últimos años, también apoyada en los regalos fiscales.
El retroceso de la bolsa estadounidense se ha desencadenado tras la publicación, el viernes 2 de febrero, de estadísticas sobre los salarios estadounidenses, que muestran un aumento del 2,9% en un año, el ritmo más rápido desde 2009. Estas subidas de salario amenazan con venir a arañar las ganancias de las sociedades cotizadas en bolsa y podrían provocar aumentos de precios. Ahora bien, cuando los precios aumentan, la Reserva Federal (banco central) estadounidense hace subir, tradicionalmente, sus tasas de interés: tal subida estaba programada, pero se ha extendido el temor de que fuera más rápida de lo previsto. A los especuladores en bolsa les gusta el estancamiento de los salarios, los impuestos bajos, las tasas de interés bajas y el crédito fácil: han comenzado a temer que esta conjunción de astros sea un poco puesta en cuestión.
Fundamentalmente, es vital para el capitalismo mantener la subida de los salarios por debajo de las ganancias de productividad. El mini-krach de esta semana no es sin duda anunciador de un hundimiento pero es significativo de lo que es el sistema hoy: una carrera sin límites por la ganancia a costa de las personas asalariadas, así como de las paradas y jubiladas, cuyas asignaciones deben ser recortadas para financiar reformas fiscales en favor de la gente rica, entre la que se encuentran Trump y Macron.
Traducción: Faustino Eguberri para viento sur