El neoliberalismo es el genocida más respetado del mundo.
Henry Kissinger fue secretario de Estado, consejero de Seguridad Nacional, premio Nobel de la Paz, honor este último que refuerza la descomposición mundial. Aun así, era un secretario de Estado más malo que el pecado, sin escrúpulos morales ni indicio de humanidad, capaz de negocia con dios y el diablo si el negocio era conveniente, pero nunca dubitativo e incompetente como es la apariencia, y en los hechos, la marca de Antony Blinken, un judío neoconservador belicista negociando con los árabes, lo que no parece una buena idea.
Van 11 países, contando las escalas en Medio Oriente en cinco días, los que visitó el secretario de Estado, de los que no recibió más que desdén. Menos aún podría persuadir al primer ministro Benjamín Netanyahu, a quien fue a respaldar inequívocamente por el derecho de Israel a responder militarmente a Hamas, mientras alentaba silenciosamente al aliado de Estados Unidos a perdonar a los civiles en la Franja de Gaza y convencerlo que una invasión por tierra seria el suicidio para EE.UU. que el mundo no podría ignorar. ¿Cuántos bombardeos a hospitales de Gaza puede desconocer el mundo?
“Si me permiten un comentario personal, vengo ante ustedes no sólo como secretario de Estado de Estados Unidos, sino también como judío“, dijo Blinken a Netanyahu. Quizás imaginando esa frase con anticipación, es que, en Riad, una reunión que sería de noche, el príncipe heredero Mohammed bin Salman se presentó a la mañana siguiente, dejando toda la noche plantado al secretario. El heredero saudí subrayó “la necesidad de detener las operaciones militares que se cobraron la vida de personas inocentes» -en referencia a la ofensiva de Israel- y levantar el “asedio de Gaza» que ha dejado al territorio palestino sin agua, electricidad o combustible, según el resumen saudita de la reunión. El príncipe heredero también pidió que se detuviera la “escalada actual” del conflicto, una contradicción directa con la política estadounidense, y por cierto, se dejan congelados todos los acuerdo con Israel y se amplían las conversaciones con Irán.
Con Egipto la cosa no cambió demasiado: “dijiste que eres judío y yo soy un egipcio que creció junto a judíos en Egipto”, dijo Sisi. “Nunca han sido sometidos a ninguna forma de opresión o ataque y nunca ha sucedido en nuestra región que los judíos hayan sido atacados en la historia reciente o antigua“. Blinken respondió a Sisi diciendo: “Vengo como un ser humano” que está consternado por las atrocidades de Hamás. La incompetencia es infinita.
Abdel Fatah El-Sisi, presidente de Egipto, denunció el ataque de Hamás contra los israelíes, y culpó a Israel de llevar a los palestinos a la desesperación ante la falta de creación de dos Estados. Después de que Sisi se reuniera con su consejo de seguridad nacional, su oficina emitió un comunicado pidiendo una cumbre internacional “para estudiar el futuro de la causa palestina». Funcionarios estadounidenses anunciaban que habían llegado a un acuerdo con El Cairo para una apertura temporal en la frontera de Rafah, entre Gaza y Egipto, para los ciudadanos estadounidenses que quisieran huir de la violencia y los bombardeos israelíes, pero no para los palestinos. El cruce fronterizo de Rafah –la única salida que Israel no controla– ha permanecido cerrado a suministros críticos de alimentos, agua, combustible y medicinas que grupos de ayuda y naciones amigas, con la coordinación de Egipto, están tratando de enviar a Gaza.
Se podrá acordar que Naciones Unidas envíe ayuda humanitaria, pero Israel no está dispuesto a comprometerse a no atacar los vehículos de ayuda que ingresan a Gaza; de salir y entrar ni hablar. ¿Por qué causa Egipto convalidaría la limpieza étnica de Gaza que Israel ha sugerido y gran parte de su gobierno quiere? Abrir las fronteras y acoger a 2.300.000 palestinos liberados a Gaza y permitiría la limpieza étnica es lo que todo Medio Oriente ve, el Ministerio de Asuntos Exteriores sirio en un comunicado dejo claro, “Israel está perpetrando una política de limpieza étnica contra los palestinos, expulsándolos de su tierra y sustituyéndolos por colonos» más claro que le echen agua. Si quieren que Gaza quede desierta habrá que entrar y matar ¿cuántos, 100 o 200 mil palestinos para tomarla? La invasión es la solución que la extrema derecha y los ultraortodoxos dominantes quieren. El costo, para Israel, mínimo, para EE.UU., infinito.
Durante la cuarta guerra de Netanyahu contra los palestinos de Hamas, bien explicada por el Alfredo Jalife-Rahme, se agudizó la escalada retórica del inhumano sitio de Gaza y su idea para borrarlo del mapa. Al parecer una gran cantidad de personas desconocen, o quieren ignorar que, al fragor de la guerra asimétrica entre los guerrilleros sunitas de Hamas y el ejército profesional de Israel –dotado con 400 bombas nucleares clandestinas, dependiendo de quien haga las estadísticas interesadas- esto no puede llamarse una guerra. La presencia del portaviones estadunidense USS Gerald Fordy próximamente la del USS Dwight Eisenhower, frente a Israel, es decir, en Gaza, es desproporcionada para combatir a los guerrilleros de Hamas, o se quiere otra cosa. Quizás algunos hechos cobren sentido desde portaviones en las aguas de Israel hasta la nueva ayuda de Estados Unidos a Ucrania, encubierta como fondos a Israel. En el Gran Oriente Medio, el llamado Mando Central tiene unas connotaciones geopolíticas casi poéticas. El área de responsabilidad del Mando Central se parece mucho a la región que Zbigniew Brzezinski denominaba “Balcanes Euroasiáticos”, o “zona de infiltración global de la violencia” en su libro El Gran Tablero Mundial. Y como se ve, ahí están Israel, Ucrania, Rusia e Irán.
Ucrania es considerada una causa perdida por los propios coroneles estadounidenses y medios como The Economist. Y será sacrificada para favorecer a Israel, como lo suponía la precipitada visita de Biden a Netanyahu, con una relación directa con la consolidación del G-2 de Rusia y China, que deja aislado a los EUA, bajo la óptica del concepto de la estabilidad estratégica nuclear de las tres superpotencias. La piromanía en curso en Gaza resume el reciente incendio, más generalizado, de los Balcanes euroasiáticos, esquema Brzezinski, adoptado por el secretario de Estado Antony Blinken.
Lo que hay que destruir es la Ruta de la Seda, expuesta en el mapa. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ofreció un discurso televisado de unos 15 minutos desde el Despacho Oval de la Casa Blanca, donde ha enfatizado que el mundo está en “un punto de inflexión» y ha pedido miles de millones de dólares al Congreso de su país para luchar contra los “tiranos» y “terroristas» de Putin y Hamás. En el discurso, emitido por las principales cadenas de televisión, Biden argumentó que es “vital para el interés nacional» de Estados Unidos estar implicado en estos dos conflictos.
El presidente no especificó la cantidad exacta de fondos que solicitará al Congreso, pero se espera que la propuesta supere los 105.000 millones de dólares, según medios como The New York Times. La propuesta incluirá 60.000 millones de dólares para Ucrania, 14.000 millones para Israel, 7.000 millones para la región de Asia-Pacífico, que incluye a Taiwán, 14.000 millones para fortalecer la seguridad en la frontera entre Estados Unidos y México, así como 10.000 millones en ayuda humanitaria para diversos conflictos.
A cada uno su plan para golpear a Rusia y a China, donde la guerra de desgaste sirve. El reciente nuevo mapa de Netanyahu, donde elimina en forma unilateral la existencia de Gaza y Cisjordania, cumple al pie de la letra la postura de Rand, el laboratorio militar de ideas (think tank) de EE.UU. que “racionaliza” la inviabilidad de “dos Estados” contiguos de Israel y Palestina. De ahí cobra sentido la expulsión masiva de 1.1 millones de civiles palestinos del norte al sur de Gaza –del total de 2.3 millones– que, de facto, la subdivide en dos pedazos, creando un norte amortiguador desmilitarizado, con un argumento tan absurdo como que los buenos se vayan al sur y los malos de Hamas se queden en el norte, que vamos a bombardear.
En forma coincidente, las agendas de Zelenski y Netanyahu han llegado a perturbar la política doméstica de EE.UU., cuando Biden, en el marco de las internas por la presidencia americana, en un teatral ardid de demagogia electorera, ha enviado a su portaviones de lujo USS Gerald Ford a “proteger» a Israel, envía fondos, optando por la “fuga hacia delante», para mantener a Ucrania, convalidar la lógica de Taiwán sin abandonar la frontera sur tan reclama por los Republicanos. Si alguno de los engendros de intervención sobre rehenes y alto al fuego sale bien, será un poroto para la campaña neoconservadora de los demócratas, si sale mal, Trump estará cada vez más cerca de la Casa Blanca.
El mayor error estadounidense es reafirmar su alianza en medio de agitación en Oriente Medio. Mientras el foco global ahora está centrado en la guerra, en Pekín han desplegado alfombra roja para recibir a representantes de más de 130 países. Se cumplen 10 años de la nueva Ruta de la Seda, formalmente conocida como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), el vasto programa global de infraestructuras apadrinado por el presidente Xi Jinping, y la superpotencia asiática organiza una gran cumbre para celebrarlo. Mientras Pekín busca, con el III Foro de las Nuevas Rutas de la Seda, seducir al Sur Global con proyectos multimillonarios de inversiones, Occidente juega a la guerra con vistas a aumentar el precio del petróleo, la inflación y generar mayor caída en crecimiento. El caos parece la salida.