Idurre Eskisabel dirige Kontseilua, el organismo que aglutina a más de treinta organizaciones que trabajan a favor de la normalización del euskera.
Idurre Eskisabel (1970) dirige Kontseilua, un organismo formado por más de treinta organizaciones que trabajan a favor de la normalización del euskera. Nació en Beasain y el euskera es su lengua materna. Eskizabel está preocupada por su retroceso en lugares como su municipio y mira esperanzada los nuevos respiraderos lingüísticos. Es tajante cuando asegura que el euskera nunca puede ser un privilegio y alerta de los riesgos que tiene contraponer los derechos lingüísticos con los laborales. Responde a las preguntas de El Salto en euskera en una entrevista que se publica en castellano.
Desde que asumiste la dirección de Kontseilua te he visto sostener unas cuantas pancartas contra las sentencias del euskera en la administración. ¿Qué está pasando?
Que a través de lo judicial se están revirtiendo los pasos que se han dado en los últimos 40 años en favor de la normalización, como son, por ejemplo, la exigencia de perfiles lingüísticos. A veces, parece que las políticas de impulso del euskera son algo abstracto, pero son derechos fundamentales. Las políticas públicas deben ser herramientas para la igualdad y contra la discriminación de las minorías, pero estas sentencias rompen con esta posibilidad. Además, en un contexto de globalización, el panorama para las lenguas minorizadas como el euskera se ha complicado y hace todavía más necesario nuevas herramientas que lo fortalezcan. Estas sentencias nos arrebatan las herramientas que ya teníamos. Es una situación muy preocupante.Cuando son más necesarias que nunca, estas sentencias nos arrebatan las que ya teníamos. Es una situación muy preocupante.
Sueles estar acompañada, pero hay ausencias. Algunos partidos, sindicatos e instituciones no creen que haya un ataque al euskera, ¿entiendes su postura?
El tema del euskera es una cuestión de democratización, justicia social, convivencia y derechos humanos, por eso cuesta entender las ausencias, porque en esa defensa los vemos en otros temas; y, además, con mucha sensibilidad. Nuestras compañeras de Baleares o Valencia se sorprenden de la situación aquí, porque esa postura se parece a la que el PP y VOX toman en sus territorios. Te preguntas, ¿por qué aquí no caminamos juntos? La respuesta que encuentras es el supremacismo lingüístico que entiende que el español es el centro y el resto, la particularidad y el privilegio.
El euskera tiene muchos agentes. Vamos por partes. Empecemos por la labor Institucional. En la CAV acaba de salir el decreto del euskera. Aseguras que no es suficiente, ¿las instituciones están cejando en su labor de euskaldunizar a la sociedad?
Estamos más en la línea de hacer frente al ataque judicial que en avanzar. En este contexto se enmarca el decreto, que tiene medidas preventivas para evitar la judicialización, pero que se queda corto en propuestas valientes para la normalización.
A veces se busca contraponer los derechos lingüísticos con los laborales y eso es perverso. En una sociedad capitalista, cualquier proceso de acceso a la administración es una competición y hace falta cumplir algunas condiciones. Solo cuestionamos el euskera como condición de acceso, pero, no lo hacemos con el inglés u otros títulos.
Si tenemos en cuenta el relevo generacional y el conocimiento de euskera entre la juventud, en 15 años podríamos tener una administración con los conocimientos suficientes en ambos idiomas oficiales. Para eso es necesario un plan que Kontseilua ya tiene elaborado con la mayoría sindical. En Navarra, por el contrario, el euskera ni siquiera es considerado un mérito y en Iparralde tenemos que hablar de emergencia lingüística. Esa es la realidad.
Con la ley de educación también has sido critica. Yo terminé con un B2 el cole y después estuve cuatro años en un euskaltegi. Si la escuela no llega a euskaldunizar, ¿cuáles serán los efectos?
Con la nueva ley el paso por la escuela no será suficiente para la euskaldunización. El euskera es una lengua oficial y no asegurar su aprendizaje es un fraude de ley. Además, está la urgencia de la alfabetización de adultos, en especial de quienes han llegado a vivir a Euskal Herria. Es necesario poner todos los recursos para que puedan aprenderlo. Por eso creemos que en este momento solo hay dos posiciones posibles: un gran acuerdo por la universalización del euskera desde el compromiso cívico donde estemos todas o el discurso de la libertad de Ayuso que pone en riesgo la igualdad lingüística y la pervivencia misma de la comunidad euskaldun.
En ese gran acuerdo, a las instituciones les pedimos que aseguren el aprendizaje y hagan las inversiones necesarias y, a la ciudadanía, que comprenda y apoye esas inversiones y no obstaculice el aprendizaje, por ejemplo, de sus hijos con la coletilla de la supuesta libertad.
En algunas cosas soy positiva. Soy de Gasteiz y cada vez escucho más euskera en la calle. Tengo la sensación de que los bastiones del castellano ya no lo son tanto. ¿Cómo leemos la situación del euskera desde el territorio?
La sociedad está cambiando de forma acelerada y esto afecta a las prácticas lingüísticas. En lugares donde el castellano ha estado muy presente se están construyendo respiradores lingüísticos sociofuncionales, un ambiente de calle más favorable al euskera. Eso es muy positivo. Sin embargo, nos movemos en una ambivalencia. La digitalización hace que la vida situada en el territorio, en el contacto con las demás, sea cada vez más escasa y, a la vez, hay una fuerte necesidad de echar raíces. Creo que el euskera puede ser la herramienta que nos permita ese arraigo. Aquí tenemos un fuerte interrogante sobre cómo construir comunidad.
También me ha pasado escuchar castellano en lugares en los que el euskera ha tenido mayor presencia. ¿Avanzamos a la vez que retrocedemos?
Justamente por influencia de la hiperglobalización y de la digitalización en muchos pueblos que son respiraderos del euskara estamos viendo fenómenos de retroceso. Estamos viendo que el castellano está permeando con fuerza. Ocurre como con otras muchas cuestione sociopolíticas: este contexto global actual hace más fuerte al fuerte y más frágil al débil.
Todas las sociedades tienden a construir sus propios imaginarios. A mí me suelen decir mucho eso de “hablas muy bien euskera para ser de Gasteiz” o se sorprenden cuando hablo en euskera con Abdu. ¿Por qué pasa esto?
El euskera es una lengua que la practican hablantes minorizados y en situación de discriminación y esto tiene un efecto en dos direcciones que no nos ayuda. Opera, por un lado, una acumulación de complejos vinculados al imaginario de los bárbaros o de la inferioridad y, por otro lado, emerge una actitud de soberbia que es un mecanismo para hacer frente a esos complejos y a la vivencia de la minorización. Esa dualidad, a veces, nos lleva a crear mecanismos de autenticación que pueden ser excluyentes.
A través de esos dos mecanismos opera un imaginario que nos lleva a pensar que el verdadero euskalduna es un hombre, heterosexual, gipuzkoano y del agro. Una especie de Olentzero. Esta idea puede obstaculizar la integración en la identidad de lo que es ser euskaldun. Pero la realidad es que nadie quiere ser ese Olentzero, es más, es una figura denostada, casi ridícula. Tendríamos que ver también el peso en todo esto de la mirada exotizadora que se ha ejercido durante siglos sobre lo euskaldún. Por eso, es tan importante construir un dialogo constante sobre esto, un para romper con esos imaginarios que son irreales y encontrarnos.
En los últimos años veo propuestas muy interesantes desde el feminismo a la estrategia de euskaldunización. Estoy pensando en las formas de comunicación del Movimiento Feminista o en producciones como Lisipe o Eskafandra. ¿Qué aporta el feminismo a la normalización del euskera?
El diálogo con el feminismo era un ejercicio que teníamos pendiente. Lo que nos ha dado son herramientas teóricas y prácticas para entendernos como comunidad minorizada y para empoderarnos desde esa mirada.
¿Puede hacerse a su vez un uso perverso del feminismo, el antirracismo o la mirada de clase para colar discursos eukerafóbicos?
En los últimos años ha habido un intento de igualar el hecho de hablar euskera con el privilegio y esto es peligroso. Lo que hoy en día da privilegio es el castellano o el francés, porque sin ellos no vas a acceder a ninguna élite, ni siquiera a la ciudadanía. Desde una mirada exógena se ha creado un estereotipo del euskalduna como conservador y burgués, que como todo estereotipo puede representar a una parte, pero que en absoluto está ligado al idioma ni a la totalidad ni mayoría de la comunidad euskaldun.
Llevo años haciendo mi actividad profesional en ambas lenguas. Y siempre siento que el valor de mi trabajo es muy diferente según en qué idioma lo haga. El euskera te abre un mundo, pero también te lo cierra. ¿Cuáles son los efectos materiales de hacer una apuesta por el euskera?
Cuantificar estos efectos sería un buen ejercicio. Los sueldos de muchas organizaciones que trabajan en euskera son bajos y con equipos que hacen un trabajo enorme. Estoy pensando, por ejemplo, en periódicos en euskera, en profesores de euskaltegi…Trabajar en euskera es una apuesta que puede empobrecerte.
Te quiero confesar una cosa. Llevo toda la entrevista con miedo a no tener el nivel. El euskera no es mi lengua, es mi apuesta y convivo con el complejo, la frustración… Quiero darle valor a esto. Mi objetivo es que esto que muchas sentimos no nos lleve a abandonar. ¿Cómo lo hacemos?
Tenemos que crear mecanismos para dialogar, entendernos y acogernos continuamente. Esa es la clave.