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El fantasma de la reforma laboral brasileña

Fuentes: Correspondencia de Prensa

Un fantasma persigue ahora el Brasil: el fantasma de la reforma laboral. En un momento de fuerte recesión económica, el gobierno interino brasileño ha sancionado una reforma [1] que cambia significativamente la estructura del mercado de trabajo brasileño, siendo la más dañina ofensiva a la clase obrera brasileña observada en los últimos años. Propagada a […]

Un fantasma persigue ahora el Brasil: el fantasma de la reforma laboral. En un momento de fuerte recesión económica, el gobierno interino brasileño ha sancionado una reforma [1] que cambia significativamente la estructura del mercado de trabajo brasileño, siendo la más dañina ofensiva a la clase obrera brasileña observada en los últimos años.

Propagada a través de un discurso neoliberal, bajo el pretexto de que las relaciones de trabajo en este país necesitaban ser «modernizadas» para que fuera posible generar más empleos, la ofensiva propuesta fue impuesta en régimen de urgencia por el gobierno Temer a la clase obrera, demostrando, en primer, total desprecio por las cuestiones sociales, y, en segundo, que el gobierno en vigor preserva los viejos modos de hacer efectivas las políticas de cuño privatista y antinacionalista.

Propulsor de Estado mínimo a los trabajadores, y máximo a los bancos ya los grandes empresarios, Temer exterioriza por medio de sus pronunciamientos, quién se beneficiará con la reforma al decir que ella «viene a flexibilizar las relaciones de trabajo», y así adaptar las legislaciones laborales «a las necesidades de las empresas». Esas son algunas de las declaraciones pronunciadas por Temer para dar seguimiento a un retroceso de casi un siglo, momento en que no había derecho laboral y protección social en Brasil.

Sin embargo, el presidente interino intenta enmascararlas, al pronunciar que «la reforma está siendo emprendida con fines de generar empleos», lo que es en verdad, una falacia, como subraya la economista Liana Carleial. Para ella, la reforma laboral no fue concebida para crear empleos sino para «flexibilizar las relaciones de trabajo», dado que, lo que genera empleo «es el desarrollo».

En la misma dirección de las reformas laborales implementadas en España en 2010 y en México en 2012, la reforma brasileña, viene para alterar el código laboral en Brasil, son más de 100 modificaciones en la CLT (Consolidación de las Leyes Laborales). Entre estos cambios, podemos apuntar: la prevalencia de acuerdos colectivos sobre la legislación; la regulación del trabajo intermitente, la autorización de mujeres embarazadas realizando trabajo en espacios insalubres; la demisión en común acuerdo por las empresas; la tercerización de las actividades principales; la ampliación del trabajo temporal ya tiempo parcial; la limitación de las condenaciones por daños morales; la creación de la figura del «autónomo» como exclusivo; el fin de la obligatoriedad de la contribución sindical; y otras tantas modificaciones, que además de daños a los trabajadores, resulta una doble debilidad: limitación de la actuación de los sindicatos y creación obstáculos en la actuación de la Justicia del Trabajo.

Estos cambios introducen, potencialmente, nuevas modalidades de trabajo. El sociólogo Ricardo Antunes nos recuerda que son modalidades notables ahora la acentuación de los trabajos en espacios compartidos, de los trabajos uberizados, de los trabajos en plataformas, de los trabajos a tiempo parcial, del tele trabajo (incluso trabajos on-line), de la «formalización» ilegal de los microemprendedores individuales, el auto empleo, el emprendedurismo en masa, los prestadores de servicios, el intercambio de trabajo por alimentos o por hogar, entre tantas otras modalidades que ya venían siendo implementadas y se institucionalizaron.

Si en México, un rasgo fuerte de la reforma fue el aumento de la informalidad, que de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) pasó del 39,2% en 2010 al 57,2% de la población activa mexicana en 2017, el caso brasileño no sería diferente. Los datos del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA) indican alrededor de 45,2% de la fuerza de trabajo activa de Brasil (estimada en 90 millones) están en los moldes de la informalidad.

La tasa de desempleo también viene acompañando las tendencias observadas en países que implementaron la reforma laboral anteriormente. En el caso de que se pueda observar en las bases estadísticas del Instituto Nacional de Estadística (INE), que demuestran la disminución de los puestos de trabajo con cartera firmada en España, siendo que en 2009 presentaba el 21,9%, y pasó a presentar en 2015, cerca de 26,5%. La Búsqueda Nacional por Muestra de Domicilios (PNAD) continuada de Brasil, apunta un aumento de 9 millones en 2016 a aproximadamente 13,8 millones de desempleados en 2017.

Los datos y las previsiones que se divulgan por los institutos y los investigadores indican que en las próximas décadas no son nada positivas. La profesora de Derecho del Trabajo Aldacy Rachid Coutinho apunta que debemos tener en cuenta que la reforma laboral representa mayor disparidad de ingresos, más desigualdad social y precarización de las relaciones de trabajo.

La reforma laboral brasileña, reorienta también, la cuestión de la vivienda social. En consecuencia, al alterar los derechos laborales, las reformas subvierten la dinámica de producción y de reproducción del espacio, lo que acelera así, sugiere la geógrafa Arlete Moysés Rodrigues, la contradicción entre el proceso de producción social del espacio y el proceso de apropiación (de la vivienda).

Sin embargo, nuestra época, la época de las contradicciones, se caracteriza por haber acentuado los antagonismos de clase.

A partir de este panorama presentado, podemos indicar que la reforma laboral que desmantela el Estado social, tiene el mundo del trabajo como principal blanco. En estos términos, incluso para llamar la cosa por su verdadero nombre, estamos con aquellos que identifican la reforma con como un retroceso, como una contrarreforma.

En suma, la reforma endosó la fórmula de una cara más avasalladora del neoliberalismo en Brasil, la cual, sus consecuencias abrumadoras, que ni siquiera, se están midiendo. Es tiempo de volver a los cuestionamientos del profesor Horario Capel: ¿Qué las generaciones futuras pensarán sobre nuestras acciones actuales? Después de todo, somos nosotros quienes debemos ayudar a construir el futuro.

En verdad, frente a esa ofensiva, la manifestación debe partir de la organización del conjunto de trabajadores. Solo falta que se decidan a hacerlo, cada uno de acuerdo con sus capacidades. La tomada de los espacios, las luchas, las resistencias son, sin duda, caminos para para espantar este fantasma que tiene detrás de los paños el capitalismo.

Flávio Lima geógrafo y discente del programa de postgrado en Geografía de la Universidad Federal de Paraná. El texto fue traducido por el propio autor.

Nota
[1] El 11 de noviembre de 2017 empezó a regir la nueva ley laboral en Brasil.

Bibliografía
CAPEL, Horário. La historia, la ciudad y el futuro. Revista Scripta Nova (Barcelona), Vol. XIII, p. 1-40, 2009.
ANTUNES, Ricardo. Precariado do Brasil, uni-vos. Disponible en: http://alias.estadao.com.br/noticias/geral,precariado-do-brasil-uni-vos-reforma-de-temer-diminuira-direitos-trabalhistas-diz-sociologo,10000086549. Acceso en: 10 de novembro de 2017.
LIMA, Flávio Ribeiro. Contradições do trabalho informal. In. COUTINHO, Aldacy Rachid (org.). Anais do encontro nacional da rede Renapedts. Florianópolis: Editora Empório do Direito, p. 367-377, 2016.
RODRIGUES, Arlete Moysés. Propriedade Fundiária Urbana e Controle Socioespacial. Revista Scripta Nova (Barcelona), Vol. XVIII, p. 1-16, 2014.

Fuente: https://correspondenciadeprensa.wordpress.com/2017/11/26/brasil-el-fantasma-de-la-reforma-laboral-brasilena/