Un día después de anunciar la propuesta final de reestructuración de la deuda, el ministro de Economía sorprendió con una fuerte crítica a los organismos de Washington. Hay diversas interpretaciones. ¿Será el anticipo de una nueva escalada del conflicto con el Fondo?
Un día después de anunciar la propuesta para la reestructuración de la deuda en default, el ministro Roberto Lavagna criticó duramente a los organismos financieros internacionales. «No cumplen el rol para el que fueron creados», sostuvo. En vez de contrarrestar las crisis, como surgía de los estatutos fundacionales de Bretton Woods, estuvieron «asociados a procesos que facilitaron la creación de burbujas financieras». El ataque del ministro generó rápidamente distintas hipótesis interpretativas, entre ellas la posibilidad de que el Gobierno evalúe no retomar el acuerdo con el FMI tras el canje.
La versión más moderada es que Lavagna se estaría adelantando a las posibles presiones del Fondo sobre el nivel de adhesión al canje. Según Lavagna, los organismos se caracterizarían por una completa asimetría entre discurso y acción. «Está claro que no están jugando el rol para el que fueron creados en la segunda posguerra», afirmó el ministro. Además de haber contribuido a las burbujas, «han tenido un papel procíclico, en vez de contracíclico», en la resolución de las crisis, destacó.
Las declaraciones del titular del Palacio de Hacienda despertaron variadas interpretaciones. Los kirchneristas más ortodoxos las vincularon al anuncio que estaría por realizar el Presidente en los próximos días. Fuentes con acceso a la Casa Rosada dijeron a este diario que el Gobierno evalúa la posibilidad de no volver a retomar el suspendido acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Las idea sería pagar los vencimientos sin renegociarlos y de esa manera evitar la constante ingerencia del organismo en la determinación de la política económica.
El próximo año, la Argentina tiene vencimientos totales con organismos por 4500 millones de dólares. A ello deben sumarse otros 4300 millones por los intereses de Boden, Préstamos Garantizados y, si todo va bien, por los pagos de la deuda reestructurada. El agregado de estos rubros suma 8800 millones. Suponiendo que en 2005 se repita el extraordinario superávit de 2004, que se estima en 6000 millones de dólares, todavía faltarían casi 3000 millones para lograr la «independencia», y ello sin contar los vencimientos de capital. Si la opción es un mecanismo para pagarle al FMI sin retomar el acuerdo, el Poder Ejecutivo debería contar con el por ahora desconocido «as en la manga» al que habría aludido el presidente Néstor Kirchner.
Una interpretación menos espectacular es la de «curarse en salud». Según esta versión, Economía se estaría adelantando a las presiones del Fondo por el nivel de aceptación del canje. Los economistas de la city, tradicionales voceros de las demandas de los organismos financieros, ya comenzaron a comparar el canje local con la aceptación de otras reestructuraciones importantes. En países como Uruguay o Rusia, por ejemplo, la adhesión fue del 98 por ciento. Pero las diferencias con Argentina son cuanto menos notables. En Uruguay la deuda elegible fue de «apenas» 5400 millones de dólares y sin quita en valor presente. En Rusia, la mayor reestructuración anterior a la argentina, el monto fue de 37.000 millones. En el canje local la quita es del 60 por ciento y el volumen a reestructurar multiplica por 15 la operación de Uruguay. Esta hipótesis tiene como antecedente la reciente suspensión del acuerdo con el FMI, cuya lógica fue precisamente evitar las constantes presiones del organismo a favor de los acreedores, presiones que resultaban incompatibles con el normal desarrollo del canje. La cronología comenzó con la demanda para que el país negocie de «buena fe» y siguió con la exigencia de una adhesión superior al 80 por ciento. Todo ello luego de que el FMI se hubiera asegurado pagos del 100 por cien del capital sin haber padecido nunca la cesación de pagos. Aunque en el Ministerio de Economía creen que la propuesta dada a conocer este lunes logrará un buen nivel de aceptación en torno del límite crítico del 66 por ciento,consideran también que muy probablemente estarán por debajo de las demandas maximalistas del Fondo.
Una mirada más institucionalista tomó otra parte de las declaraciones de Lavagna en el 45 Congreso del Instituto Latinoamericano del Fierro y el Acero (Ilafa). El ministro dijo que es necesario «un replanteo de las instituciones multilaterales tanto financieras como políticas», porque «el mundo en desarrollo está subrepresentado» en la dirección de esos organismos. Esta visión interpreta que una conducción más democrática del FMI, controlado en los hechos por el Grupo de los 7, daría lugar a una reducción de la injerencia del organismo en las políticas internas de los países endeudados.