El Foro Social de las Américas (FSA) tiene dos grandes tareas por cumplir: una defensiva y otra ofensiva. La primera consiste en defender a la Revolución Cubana, la Revolución Bolivariana, los gobiernos progresistas y los movimientos populares de la Patria Grande. La segunda radica en la formación de un poderoso movimiento social-estatal latinoamericano en pos […]
El Foro Social de las Américas (FSA) tiene dos grandes tareas por cumplir: una defensiva y otra ofensiva. La primera consiste en defender a la Revolución Cubana, la Revolución Bolivariana, los gobiernos progresistas y los movimientos populares de la Patria Grande.
La segunda radica en la formación de un poderoso movimiento social-estatal latinoamericano en pos del Bloque Regional de Poder (BRP) con horizonte estratégico postcapitalista, vanguardizado en torno a su principal fuente dinamizador, el Presidente Hugo Chávez.
Las dos tareas forman, como es obvio, una unidad dialéctica. La defensa de ambas revoluciones en su esencia humanística no es posible, a mediano plazo, fuera del Bloque Regional de Poder. Asimismo, la construcción del BRP-Patria Grande sólo será exitosa, si cuenta con el apoyo y la iniciativa del equipo latinoamericanista de Hugo Chávez y el de la Revolución Cubana.
Considerando que en toda guerra la ofensiva es la via regia del triunfo, al Foro Social de las Américas habrá que acudir, por lo tanto, imbuido de espíritu ofensivo y de unidad. Espíritu ofensivo no significa, por supuesto, espíritu de violencia, de militarismo o de imposición, sino de percepción adecuada de las dinámicas mundiales y la construcción de la praxis de liberación que ellas ofrecen.
Espíritu ofensivo es un estado mental que trasciende al status quo y la actitud práctica que de él emana. Se trata de una actitud de comprensión racional, combatividad afectiva y conducción ética, tendiente hacia el cambio consciente, radical y democrático, es decir, con las mayorías, del status quo.
Espíritu defensivo es un estado mental que queda atrapado dentro de la inmanencia del status quo. Es reactivo en lugar de protagónico. La lucha contra el ALCA, por ejemplo, es defensivo. La construcción de la Alternativa Bolivariana para América Latina (ALBA), de Hugo Chávez, en cambio, es ofensivo. La tasa Tobin es defensiva, la abolición de la banca capitalista es ofensivo.
Hay diferentes maneras de conceptuar encuentros como el FSA y el Foro Social Mundial. Ignacio Ramonet, por ejemplo, caracteriza al Foro Social Mundial de Porto Alegre, según www.rebelión.org (20.7.) como un evento, «que formaliza el proyecto utópico de la reunión de todas las gentes del planeta en una Asamblea de la Humanidad, representada en sus Asociaciones y Movimientos y que funciona como una Universidad de Verano.»
«Allí se explican las experiencias grupales ante la globalización, las propuestas ante ella y sus soluciones alternativas. Especialmente entre los indígenas y campesinos, que con sus propuestas se constituyen en los líderes del movimiento altermundialización, frente a los obreros que lo fueron en la Revolución Industrial.
Al Foro se le ha cargado la responsabilidad de formular propuestas, pero no un Programa Alternativo que no existe, aunque ya contamos con bastantes elementos.»
Ante la pregunta ¿Qué podemos hacer?, el director de Le Monde Diplomatique y cofundador de Attac «propone elaborar un Manifiesto Alternativo, ante el fracaso global de otras utopías. La tarea hoy es la presentación del Manifiesto-Programa de Porto Alegre elaborado grupalmente y discutido internacionalmente para que sea adoptado en el Foro Social Mundial.» Algunos puntos de este Manifiesto son la promoción de la prohibición de los Paraísos Fiscales, la supresión de la Deuda Externa, el problema del Agua potable, la aplicación de la Tasa Tobin, la supresión de las subvenciones a las exportaciones agrarias, un impuesto sobre hidrocarburos, armas y la revisión del tratamiento dado a la inmigración. No cabe duda que se puede estar de acuerdo con esas demandas programáticas en ciertos contextos tácticos, siempre y cuando haya conciencia de que contradicen tres tendencias objetivas de evolución de la historia mundial y de la civilización burguesa.
En primer lugar, la evolución objetiva del Sistema Dinámico Complejo Humano (SDCH) que llamamos «sociedad global» avanza, como es científicamente demostrable sin ningún problema, hacia la sociedad poscapitalista, es decir, la democracia auténtica con economía no-mercantil, democracia universal participativa y Estado no-clasista.
Todo programa de una «Asamblea de la Humanidad» que pretende trazar «el proyecto utópico de la reunión de todas las gentes del planeta», sin tomar en cuenta la lógica evolutiva del sistema mundial de la especie humana, es, por supuesto, irreal, o como dice el mismo Ramonet, utópico.
En segundo lugar, la propuesta programática no considera que la miseria de las masas del Tercer Mundo no es el resultado de una política o comprensión equivocada de los amos del sistema mundial (G-7), es decir, un problema subjetivo de las elites que se puede componer, sino un resultado objetivo de la lógica sistémica de la sociedad burguesa y de la correspondiente voluntad de sus elites de defender esta lógica, al precio que sea.
La clase dominante burguesa es clase dominante mientras realiza la lógica del sistema, al igual que el Vaticano es ente dominante, mientras sigue la lógica de la enajenación y manipulación de los feligreses. El día que decidan enfrentarse a esas lógicas sistémicas, en aras de liberar a la humanidad del yugo de la miseria y de la superstición imbecilizante, desaparecen de la historia mundial.
Es la economía política del capital que dicotomiza a la especie en un mundo humano y otro infrahumano. Si se quiere acabar con el inframundo hay que acabar con la crematística que lo genera. Y dado que el suicidio de sus benefactores no es muy probable, no queda otro sujeto de liberación que la comunidad de víctimas de la crematística mercantil. Por lo tanto, un Manifiesto Alternativo para una «Asamblea de la Humanidad» —y no olvidemos que la mayoría de «la humanidad» es del inframundo— en Porto Alegre, Brasil, no puede carecer de este horizonte estratégico de lucha so pena de parecer un producto ideológico de la clase media liberal europea.
El inframundo capitalista no sólo existe en la periferia. La brutal destrucción del Estado keynesiano en la Unión Europea (EU), implementada actualmente mediante una inmisericorde ofensiva general del capital a través de la plusvalía absoluta, está condenando decenas de millones de jóvenes y desempleados a una existencia sin futuro. La militarización de la sociedad europea, bajo la incitación de la Casa Blanca y la ideología de seguridad del 11 de septiembre, no es otra cosa que el reflejo estatal de este blitzkrieg de la elite europea y su Fuehrer coyuntural, el Plusvalor Absoluto.
La afirmación de Ramonet, de que «un Programa Alternativo no existe», es, por supuesto, falsa. El Programa Alternativo existe tanto en su dimensión estratégica como táctica. En lo estratégico conocemos con rigor científico la institucionalidad de la sociedad postcapitalista, en particular la economía democráticamente planificada de equivalencias basada en el valor objetivo (time inputs), que sustituye a la crematística capitalista.
En cuanto al programa de la transición latinoamericana, este existe ya en el paradigma de la Unión del Sur y de la Alternativa Bolivariana para América Latina (ALBA) que adelanta el Presidente Hugo Chávez y su equipo latinoamericanista —apoyado por el Comandante Fidel y crecientemente, el gobierno de Néstor Kirchner, así como por múltiples movimientos sociales— y que se encuentra en una forma más elaborada en el programa del Bloque Regional de Poder (BRP).
Trabajar con ciertas propuestas programáticas de Ramonet para el Foro Social Mundial de Porto Alegre —y de las fuerzas políticas europeas que representa— es posible, por la misma dialéctica que existe entre reforma y transformación profunda. Tal coexistencia constructiva en los foros internacionales presupone, por supuesto, que ambos polos de la dialéctica sean reconocidos y que se nutran mutuamente en el debate público.
Si esa dialéctica no es integrada al Foro Social Mundial de Porto Alegre, su pretensión de ser una «reunión de todas las gentes del planeta en una Asamblea de la Humanidad» que explica las «soluciones alternativas», queda en la retórica. De todas formas, tratándose de una dialéctica objetiva, no hay fuerza en el mundo que pueda suprimirla. Si se oprime en el FSM, encontrará sus propios caminos para tomar cuerpo.
El Foro Social de las Américas es una gran oportunidad para avanzar la lucha de nuestros pueblos y forjar la alianza estatal-social latinoamericana en pos de la Patria Grande. Sobre los más reconocidos conferencistas, como Adolfo Pérez Esquivel, Nora de Cortiñas, Mónica Baltodano, Evo Morales, Eduardo Saman, Rigoberto Menchú y Francois Houtard, entre otros, recae una responsabilidad particular en este sentido.
Esperemos que con espíritu ofensivo y de unidad el FSA sepa jugar su papel histórico en esta coyuntura única que permite la Constitución del Bloque Regional de Poder, que es la precondición para desterrar a los jinetes apocalípticos de la Doctrina Monroe, del capital financiero y del militarismo imperial-oligárquico, de la tierra americana.
22.7.2004