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El fracaso de Estados Unidos en Iraq no apunta a «otro Vietnam»

Fuentes: Rebelión

  La mayoría de la izquierda mundial tiende a trazar un paralelismo mecánico entre la actual guerra en Irak y la que hubo hace cuarenta años en Vietnam. Según este paralelismo, como en Vietnam, los Estados Unidos (EU), ahora en Irak, se encaminan hacia una derrota enorme y estrepitosa, con innumerables bajas, provocada por: 1) […]

 

La mayoría de la izquierda mundial tiende a trazar un paralelismo mecánico entre la actual guerra en Irak y la que hubo hace cuarenta años en Vietnam.

Según este paralelismo, como en Vietnam, los Estados Unidos (EU), ahora en Irak, se encaminan hacia una derrota enorme y estrepitosa, con innumerables bajas, provocada por: 1) una irresistible y creciente presión interna por parte de una movilizada población estadounidense que llevaría a la Casa Blanca a capitular, y 2) un rechazo generalizado de la población iraquí a la ocupación, traducido en una exitosa y poderosamente organizada resistencia armada que estaría colocando al borde del colapso al ejército invasor.

Pero la comparación entre la derrota en Vietnam y el fracaso en el país árabe es desproporcionada. Vietnam fue el enfrentamiento rural entre dos ejércitos regulares e Irak es el enfrentamiento urbano entre un ejército de ocupación y una resistencia fragmentada, sin mando unificado. En Vietnam hubo decenas de miles de bajas estadounidenses mientras en la antigua Mesopotamia sólo se ha producido una pequeña fracción de aquellas. Además, si bien hay inconformidad de la población estadounidense sobre esta guerra, tal sentimiento no se traduce en movilizaciones equiparables en profundidad, amplitud y persistencia a las de hace cuarenta años. De Vietnam, EU tuvo que salir humillantemente, en Irak es complicado pronosticar eso.

 

I. El régimen iraquí bajo la ocupación

 

Un régimen de hegemonía chiíta confesional pro-iraní

 

El lugar común afirma que el actual gobierno iraquí es un simple gobierno títere de la Casa Blanca, que hace lo que los ocupantes le dictan. Nuri Kamal Al-Maliki, actual primer ministro de Irak, sería, bajo este razonamiento, «el hombre» de Washington. La realidad es menos simple.

 

Vietnam fue un caso completamente distinto a Irak en cuanto a la naturaleza de su gobierno. Ngo Dinh Diem fue el primer ministro de Vietnam del Sur de 1955 a 1963. Fue un claro títere de los EU; encabezaba el gobierno de otro títere, el emperador Bao Dai. Su gobierno no respondía a otro poder que no fuera el estadounidense y tenía muy poco margen para emprender un juego propio. Washington lo quitó cuando quiso a través de un golpe militar que terminó ejecutándolo, lo cual fue uno de sus peores errores porque este personaje al menos tenía la credencial de haber estado en contra de la ocupación francesa. A partir de 1963, los gobiernos de Vietnam del Sur fueron clara, transparente y abiertamente títeres, sin ninguna credencial de identidad política propia y con un mínimo respaldo social.

 

Escuchemos a Marvin R. Laird, quien fuera Secretario de Defensa de EU de 1969 a 1973 y cuya tarea fue nada más ni nada menos que la de sacar al ejército estadounidense de Vietnam.

 

«Aquellos que llaman al nuevo gobierno iraquí un ‘títere’ de Washington no saben lo que es un verdadero gobierno títere. […] En Vietnam, un estadounidense, el embajador Philip Habib, escribió la Constitución en 1967. Las elecciones fueron coreografiadas por los Estados Unidos para fortalecer a corruptos y egoístas que no eran más que dictadores disfrazados de hombres de Estado. […] Es cierto que las administraciones de ese tiempo subestimaron enormemente la necesidad de un gobierno legítimo en Vietnam del Sur y en lugar de eso asumieron que un gobierno lacayo y la fuerza militar podían arreglárselas perfectamente. En Irak, un gobierno legítimo, no en apariencia, debe ser el objetivo principal.»1

 

Maliki pertenece al Dawa, un partido confesional chiíta fundado en 1950, con muy fuertes vínculos con Irán. Fue propuesto por las seis agrupaciones de la lista más votada en las elecciones de enero y diciembre de 2005, la Alianza Unida Iraquí (AUI). Recordemos que en esas elecciones los ocupantes originalmente deseaban ponderar el voto, es decir, que hubiera un equilibrio entre la votación kurda, sunnita y chiíta. Pero el voto universal fue impuesto a EU por sus colaboradores chiítas que amenazaban con romper tal cooperación con los ocupantes; Washington no podía darse el lujo de restarse aliados.

 

Así fue como nació el actual régimen de hegemonía chiíta confesional pro-iraní. Sus lazos tendidos con Teherán no son cosa menor. Irán ha estado seriamente enfrentado al imperialismo estadounidense desde la revolución islámica de 1979. Su actual programa nuclear ha sido objeto de una intensa campaña a nivel mundial por parte de la Casa Blanca en contra de este régimen, donde el máximo líder político es a su vez el principal jerarca del islamismo en ese país. Hasta antes de la invasión a Irak, Irán era el único país gobernado por chiítas.

 

Los árabes chiítas pertenecen a la segunda rama del islamismo después de la mayoritaria rama sunnita. Irak es un país de mayoría chiíta igualmente2, pero que había sido gobernado por el Partido Baaz, principal institución de un régimen de hegemonía sunnita.

 

Al derrocar a Saddam en 2003 y desmantelar todas las instituciones de ese viejo régimen dictatorial, se generó un proceso de liberación de fuerzas centrífugas que los ocupantes militares no pudieron llenar y hoy por hoy se apunta a una fuerte autonomía en Irak para un norte kurdo, un centro sunnita y un sur chiíta. No son pocas las voces que sugieren ya a la partición del país como salida, si bien queda claro que sería la última opción. Así, los estadounidenses se encontraron con un radio acotado de sectores donde buscar (o construir) aliados. El éxito en la construcción de una «democracia» iraquí afín a Washington (¡casi nada!), pasó a depender de integrar, mediante fuertes concesiones, a partidos dispuestos a colaborar, que eran principalmente chiítas y kurdos. Ninguno de estos habría permitido el resurgimiento de la hegemonía sunnita luego de que ésta ya había sido desmantelada.

 

En el caso de los kurdos, que son una minoría de la población iraquí, casi todos viven en el norte del país y su expectativa siempre ha sido tener su propia Nación, no seguir atados a otros Estados que los oprimen. De esta manera, eran los sectores chiítas los llamados a encabezar Irak y hoy son el bloque predominante del actual régimen, el principal punto de apoyo de la ocupación. Así, el actual presidente del país, Jalal Talibani, es un kurdo y el primer ministro (principal jefe del Estado) un chiíta.

 

El vínculo del régimen iraquí con el némesis regional de EU, Irán, le otorga capacidad de juego propio, un cierto grado de independencia nada desdeñable. Sabe que Washington necesita de él… y él sabe que su estabilidad está basada en que la ocupación la sostiene. Dado lo anterior, tampoco es posible decir que Teherán controle plenamente a los partidos chiítas de Irak, pero sí goza de una influencia muy significativa.

 

 

Moktada al Sadr y el juego de Irán

 

Muchos medios señalan al clérigo chiíta Moktada Al-Sadr como el gran opositor a EU en Irak. Al Sadr, en abril de 2007, sacó a los seis hombres que tenía dentro del gabinete de Maliki, pero ha mantenido a sus legisladores en el parlamento. También está fuertemente ligado a Irán y había sido el principal apoyo del actual gobernante, formando parte de la AUI en las pasadas elecciones. Su milicia, el Ejército del Mahdi, con sus 60.000 efectivos, es la principal formación sectaria de Irak.

 

Casi inmediatamente después de la entrada de las tropas invasoras a Bagdad en abril de 2003, Moktada Al-Sadr comenzó a formar una milicia en Ciudad Sadr (suburbio de Bagdad). La existencia del Ejército del Mahdi fue formalizada en junio de ese mismo y comenzó a llenar el vacío de poder surgido en esa ciudad y una franja de ciudades sureñas (de mayoría chiíta). A pesar de su oposición a la ocupación, el clérigo no se unió a la resistencia armada sunnita y no fue sino hasta abril del 2004 cuando estallaron combates entre esta milicia y las tropas estadounidenses. El Mahdi fue derrotado militarmente ese mismo año; Moktada entró en negociaciones con los ocupantes y aceptó integrarse al régimen de colaboración y participar en las elecciones de 2005. Desde entonces está en tregua, con lo que su milicia dejó de ser una fuerza resistente, si bien cuenta con juego propio y su agenda no es la de Estados Unidos. Escuchemos a Carlos Varea, uno de los principales especialistas sobre Irak, simpatizante de la resistencia.

 

«Pese a pertenecer a las instancias colaboracionistas creadas por EEUU y Reino Unido, la corriente de Al-Sadr se posiciona abiertamente en contra de la permanencia indefinida de las tropas de ocupación en Iraq, recogiendo -y administrando- así el sentimiento anti-ocupación que es también mayoritario entre los chiítas iraquíes. Sin embargo, la corriente de Al-Sadr no es una fuerza resistente: no ha participado en la actividad armada contra los ocupantes (al menos desde los enfrentamientos del verano de 2004 de Nayaf) y ha respetado el edicto religioso (fatua) que, inmediatamente después de ocupado el país, emitió parte de la jerarquía religiosa chiíta retornada del exilio iraní prohibiendo atacar a las fuerzas de ocupación, prohibición que, salvo algún incidente, han respetado el conjunto de las milicias confesionales chiítas, incluido el Ejército del Mahdi.» 3 

 

El juego de Irán, gran beneficiado de esta guerra, puede leerse a través de lo que hacen sus aliados políticos en suelo iraquí. Busca consolidarse como una poderosa fuerza regional y nada mejor para ello que salir de su aislamiento obteniendo en Irak un régimen aliado de hegemonía confesional chiíta, al igual que él. Estados Unidos no puede obviar el papel de Irán en la guerra en Irak y están en aumento las voces que en Washington sugieren entrar en negociaciones directas con Teherán, reconociéndolo como una importante fuerza regional4. Estas negociaciones se han dado ya, con alcances limitados pues Washington insiste en sólo discutir «el tema de Irak» con los iraníes. Los estadounidenses ponen como condición para tratar cualquier otro tema (como las sanciones económicas), que Irán abandone primero su programa nuclear, y éstos se niegan a avanzar en el tema iraquí mientras no se entre en negociaciones completas.

 

La llamada «violencia sectaria» que sacude el suelo iraquí tiene a Irán como uno de sus principales promotores a través de los llamados escuadrones de la muerte, integrados por miembros de las milicias de los partidos chiítas colaboracionistas, como el Dawa, el Ejército del Mahdi o las Brigadas de Badr5.Tales escuadrones, avalados por Estados Unidos, han venido cometiendo asesinatos en masa de pobladores sunnitas. (Y para alimentar la espiral de violencia, los escuadrones de la muerte conformados por los mercenarios estadounidenses, como los de la compañía Blackwater, en retorno, también cometen asesinatos masivos en contra de la población chiíta, principalmente en Bagdad.) Irán busca crear un abismo entre los sunnitas y los chiítas para alimentar los sentimientos nacionalistas de estos últimos que, como mayoría de la población, serían la principal base social de un régimen afín a Teherán. Para ello, busca controlar la región que se extiende del centro al sur del país.

 

Sin embargo, tales direcciones políticas no son avaladas por la mayoría de la población chiíta, e incluso no por la totalidad de los milicianos, que frecuentemente desobedecen al mando político y atacan a la ocupación. Muestra de esto último fue la última ola de ataques armados contra las tropas estadounidenses, cuando elementos de base del Ejército del Mahdi tomaron parte en las acciones contra la ocupación en la provincia sureña de Al Qadisiya. Además, es sabido que en Basora operan grupos islámicos chiítas que frecuentemente atacan a la ocupación. Muy probablemente muchos de estos ataques no son de sectores disidentes o indisciplinados sino tan sólo parte de un cálculo iraní mientras no haya una negociación global que le favorezca.

 

Ahora bien; el hecho de que bajo la ocupación el régimen iraquí esté dominado por partidos de origen chiíta, no significa que el conjunto de la población de este credo simpatice con la ocupación y/o se haya sentido «liberada» por las fuerzas estadounidenses. Ciertamente estaban felices con el derrocamiento del anterior dictador, pero tampoco querían ser gobernados por una fuerza extranjera, menos aún si esta era el imperialismo norteamericano.

 

Queda claro que el actual régimen que gobierna a Irak, establecido en Bagdad, no es un régimen «a modo» de la Casa Blanca. Basado en el predominio de partidos chiítas confesionales pro-iraníes, la estabilidad del régimen depende de personajes tan cercanos a Irán como el célebre Moktada Al-Sadr, que están abiertamente en contra de la ocupación si bien hoy están neutralizados como resistencia armada.

 

En gran medida, el sur del país está bajo el control de numerosas y poderosas milicias dirigidas por las organizaciones chiítas, que son toleradas por las tropas de ocupación. En esta región, son menores los actos de resistencia armada contra la ocupación en comparación con el centro de país (sunnita). La invasión no es aceptada por la población chiíta, pero ese sentimiento se atenúa con la existencia de estas milicias «propias» y de un gobierno central «chiíta».

 

El norte de Irak no es Irak: la ocupación en medio de un equilibrio inestable

 

Caso aparte es el norte de Irak, hoy ya llamado entre el resto de la población iraquí como «Kurdistán». Analizar el interesante y dramático caso de la población kurda escapa a los marcos de este documento, por lo que aquí nos limitaremos a algunos elementos puntuales.

 

Esta zona, como resultado de la Guerra del Golfo Pérsico de 1991, se lanzó a la insurrección contra un Saddam derrotado y conquistó la independencia de facto. Desde entonces ha desarrollado su Gobierno Regional de Kurdistán, el cual goza de una enorme independencia y es considerado una descomunal conquista entre el resto de la población kurda, es decir, la que vive en Turquía, Siria e Irán. Los kurdos están entre los pueblos más grandes del planeta que carecen de territorio propio; viven en países donde son una etnia minoritaria y maltratada.

 

Los iraquíes árabes (sunnitas y chiítas) han aceptado ya esta separación de facto, al igual que el gobierno de Bush. Los kurdos de Irak son los únicos que sí recibieron a las tropas invasoras como sus libertadores; o más bien, como un factor a ser aprovechado para ganar independencia. Los peshmerga, la milicia kurda, es la principal fuerza armada en la zona y ha combatido lealmente al lado de las tropas estadounidenses desde el inicio de la invasión. Aquí, la bandera oficial de Irak está prohibida y no hay oficinas del gobierno central. Los kurdos tienen su propia bandera e himno y votaron, casi unánimemente, por la independencia en un referéndum informal realizado en enero de 2005.

 

La brutal oposición que durante décadas han tenido los gobiernos árabes y el turco al surgimiento de un Kurdistán como país independiente, llevó a que los pragmáticos dirigentes políticos de los kurdos en suelo iraquí se lanzaran a recibir el apoyo de cualquiera que se los ofreciera. De esta manera, los dirigentes del KDP (que en los noventa tuvo como escisión al PUK)6 se aliaron desde los años sesenta a los israelíes, quienes vieron la oportunidad de salir de su aislamiento apoyando su causa y así ganar aliados al interior de Medio Oriente. Los sionistas, sin embargo, no respaldan a los kurdos de Turquía, pues el régimen turco, que ha sido leal aliado de Tel Aviv, fue el primer país de mayoría musulmana en reconocer al Estado de Israel (tan temprano como en 1949). Hoy día, militares israelíes entrenan a los peshmerga7. Y no es que a Estados Unidos le emocione el surgimiento de un Kurdistán independiente; de ninguna manera. Apoya a sus dirigentes en Irak sólo hasta el punto que no signifique una total independencia, es decir, la creación de un país kurdo, pues eso sólo sería el primer paso para un desmembramiento en Siria, Turquía e Irán. Y en esto están de acuerdo con el PUK y el KDP, quienes de esta forma hacen todo por evitar materializar los legítimos deseos independentistas de la población kurda.

 

Entonces tenemos que el norte de Irak es en los hechos otro país… al que «sólo» le falta reconocimiento internacional. Cuenta con un régimen político estable y una economía próspera, vía la industria petrolera y las inversiones turcas. El régimen kurdo es lo más lejano a un «títere» de Estados Unidos. Aquí lo que opera es una alianza entre Washington y los pragmáticos políticos kurdos. No hay ocupación en esta zona; por lo mismo, no hay resistencia armada. En suelo kurdo sólo han muerto dos estadounidenses. En esta zona, se cumplió el objetivo militar de la Casa Blanca. Pero el resultado político, la cuasi-independencia kurda, es un peligroso factor en los cálculos de EU, quien ahora está envuelto en un delicado equilibrio regional. La equidistancia que mantiene entre sus aliados turcos y kurdos sólo es coyuntural y no puede ser eterna; tarde o temprano tendrá que mostrar su verdadero rostro: el de un imperialismo opuesto a la libre autodeterminación de los pueblos.

 

 

II. La resistencia armada contra la ocupación

 

Una resistencia armada predominantemente sunnita

 

Como sería de esperarse, donde el régimen tiene enormes dificultades para hacer pie es el centro de Irak de mayoría sunnita, que es la principal base social de la resistencia armada y donde hay mayores ataques a las tropas estadounidenses. Aquí fue donde las tropas invasoras libraron en 2004 la mayor y más difícil batalla, la de la ciudad sunnita de Fallujah. Una resistencia bien arropada por una población insurrecta, resistió la embestida de los invasores hasta que estos se lanzaron a barrer la ciudad en noviembre de ese año, dejándola completamente en ruinas. Se había desmantelado al principal bastión de la resistencia armada, la cuál se dispersó a otras ciudades, pero desde entonces había quedado claro que EU no podría dominar Irak. Así es como lo interpretó, ese mismo 2004, el ex primer ministro israelí Ehud Barak, quien «aconsejó en forma sensata al vicepresidente Dick Cheney que Estados Unidos ‘había perdido en Irak’, por lo que lo mejor era ‘escoger el tamaño de su humillación’.»8

 

La resistencia armada contra la ocupación no es homogénea en todo el país, como vemos en la tabla 1. Las muertes que ha habido en las provincias del norte de Ninawa y At Tamim, corresponden a las ciudades kurdas de Mosul y Kirkuk, y se deben a la fuerte presencia de sunnitas, lo que explica las acciones resistentes, pues además son ciudades afuera del Gobierno Regional de Kurdistán, donde no tienen jurisdicción los peshmerga, la milicia kurda. Las provincias donde hay más bajas, el 74% del total, son las de Bagdad, Anbar, SalahadDin, Ninawa y Diyala, que igualmente son donde están el grueso de la población sunnita que, como afirmábamos, son donde están concentrados los ataques a la ocupación. En las provincias chiítas vemos cifras menores, pero no hay suficiente información para distinguir en qué proporción esos ataques corresponden a la guerrilla que dirige el Baaz (seguro los menos), a guerrillas islámicas independientes o a las milicias dominantes (ya fueran a través de elementos indisciplinados de las mismas o a través de operativos diseñados por el mando).

 

Tabla 1. Bajas de las tropas de ocupación por provincia y año

Provincia

2003

2004

2005

2006

2007

Total

Anbar

54

385

323

356

159

1,277

Bagdad

127

175

242

266

394

1,204

SalahadDin

58

85

102

54

64

363

Ninawa

48

58

51

37

17

211

Babil

32

51

37

35

37

192

Diyala

22

27

31

20

117

217

Basrah

30

16

18

33

42

139

DhiQar

56

3

11

7

5

82

At Tamiz

6

11

12

24

31

84

Wasit

11

13

9

6

1

40

Najaf

6

18

0

5

2

31

Karbala

18

8

2

0

9

37

Qadisiyah

6

5

6

8

13

38

Maysan

6

5

5

4

3

23

Muthanna

4

2

0

0

0

6

Arbil

1

0

0

0

1

2

NA

95

43

48

12

11

209

Fuente: Iraq Coalition Casualty Count. icuasualties.org (28-Nov-2007)

 

 

Figura. Bajas de las tropas de ocupación por provincia

Fuente: Iraq Coalition Casualty Count. icuasualties.org (28-Nov-2007)

 

 

Cuando se habla de la Guerra en Irak, por esta se debe entender a la inestabilidad que hay en el centro y sur del país pues, como veíamos, el norte tiene una dinámica distinta.

 

 

Las dos alas de la resistencia armada

 

En cuanto a la resistencia armada, está muy lejos de ser homogénea, numerosa, imbatible, inmaculada, creciente, que va en éxito tras éxito, como muchos se imaginan. No puede pronosticarse que expulsará a los invasores en cualquier momento, en menos de lo que nos imaginamos y cuando menos nos lo esperemos. En pocas palabras, la resistencia iraquí no es el Vietcong.

 

En Vietnam, la guerrilla (el Vietcong) contaba con armamento moderno y mando unificado tanto militar como político. No había divisiones en su interior. Y este hecho no es una cosa menor, como bien observa Marvin R. Laird.

 

«En Vietnam los insurgentes estaban fuertemente financiados y bien equipados por la Unión Soviética. Seguían a un poderoso y carismático líder, Ho Chi Minh, quien alimentaba sus apasionadas metas nacionalistas. En Irak, la insurgencia está fragmentada, sin un comando central identificable y sin una teología, estrategia o visión unificadoras más que sacar a Estados Unidos del país. Si ese objetivo fuera conseguido ahora, se volverían unos contra otros, tal y como ya han hecho en numerosas escaramuzas. […]

 

«No hay manera de contar con un número preciso de insurgentes en la guerra de Irak, pero parece estar en los miles, que en términos comparativos es insignificante. Las fuerzas comunistas en Vietnam fácilmente rebasaban el millón en 1973.» 9

 

 

Hay dos alas en la resistencia armada iraquí, ambas predominantemente sunnitas y principalmente ubicadas en el centro de Irak. Una de ellas, la menor y más impopular, es la encabezada por Al-Qaeda en Mesopotamia. Es el sector taqfirista, o anatemizador, que considera que la población en conjunto es infiel por no seguir estrictamente los preceptos islámicos. Busca establecer en Irak un estado islámico ultra-ortodoxo y, para tal fin, le es igualmente válido atacar a la población o a los ocupantes; ambos le parecen ajenos al islamismo. Si atacan a los estadounidenses o aliados, golpean directamente a «Occidente». Si atacan a la población, piensan, inhiben el desarrollo de expresiones occidentales dado que estarían educando a los iraquíes en ser musulmanes ejemplares.

 

La otra ala está compuesta por expresiones políticas islámicas no-taqfiristas, nacionalistas, baazistas y algunos núcleos provenientes del Partido Comunista. Es un frente donde el grupo político más numeroso es el reciclado Partido Baaz Árabe Socialista, el mismo al que pertenecía Saddam Hussein. Así lo explica Abu Muhamad, uno de los principales dirigentes políticos de ese partido y de la resistencia.

 

«Tras la invasión de Iraq, el Baaz pasó de ser un partido en el poder a un partido de resistencia. Gracias a su gran experiencia y por contar con militantes militares y civiles muy expertos, que se incorporaron en todas las facciones de la resistencia patriótica, tanto nacionalistas como islámicas, empezó a dirigir una parte de las organizaciones resistentes, a orientar otras y a coordinarse con otros grupos. Así, el papel del Baaz en la resistencia resultó fundamental.» 10

 

Y es que la resistencia armada se vio enormemente alimentada por el desmantelamiento del Ejército Iraquí en 2003 y de todo el régimen del Baaz, justo después del derrocamiento de Saddam. No sólo derrumbó a un dictador sino a las instituciones de una dictadura, cuyos cuadros pasaron a oponerse a la ocupación. El propósito de Paul Bremer III, enviado de Washington a gobernar provisionalmente Irak, era «des-baazificar» el país. Hoy esa decisión es considerada de las más estúpidas. 400.000 efectivos, principalmente sunnitas, fueron pasados al desempleo y, luego de un tiempo, tomaron las armas en contra de los ocupantes. De esta forma, desde su génesis, la resistencia armada sunnita ha sido dirigida principalmente por una constelación de cuadros militares y políticos provenientes del partido de Saddam.

 

Actualmente, estas dos alas que mencionamos están profundamente enfrentadas. Ha habido intercambio de fuego entre ellos. Cada vez hay más reservas para considerar a los taqfirstas como parte de la resistencia por carecer de base social y ser odiados por el conjunto de la población. El pasado junio de 2007 hubo duros combates entre Al-Qaeda y la resistencia en Baquba y Bagdad, y fueron una especie de semi-insurrección por parte de la población principalmente sunnita en rechazo de los métodos de violencia indiscriminada de Al-Qaeda. Pobladores armados salieron a apoyar a varias organizaciones de la resistencia en su combate contra los taqfiristas.

 

«Abu Ahmad, de 40 años, un vecino de Adamiya que afirma haber participado en los combates pero no estar integrado en ninguna organización armada de la resistencia, señala:

 

«[…] Al-Qaeda [en Iraq] ha destrozado completamente Amiriya. [Sus miembros] asesinan a cualquiera que critica sus métodos, también si es sunnita. Lo que hacen los combatientes de Al-Qaeda no es yihad, [guerra santa] sino meros actos criminales. El combate ha de ser contra la ocupación, las milicias chiítas [asociadas al gobierno de Nuri al-Maliki] y todos aquellos que cooperan con los ocupantes. [Los miembros de Al-Qaeda en Iraq] han venido tan solo a asesinar iraquíes, no estadounidenses. Son como un cáncer que hay que extirpar del cuerpo iraquí.»11

 

 

El proyecto sectario del partido Baaz

 

Por otro lado, resulta más que evidente que el hecho de que la dirección de la resistencia armada sea el Baaz reciclado, no llevará las cosas a buen puerto. Sin embargo es necesario diferenciar a la dirección política del fenómeno social subyacente. Las masas sunnitas ven al actual régimen como uno que los oprime y discrimina. No están obviamente de acuerdo con la ocupación y es el sector que se siente más desplazado en el nuevo Irak. Este sentimiento pronto se tradujo en una heroica beligerancia armada que requería que esos sentimientos se plasmaran en un programa político. En este sentido, los cuadros del baazismo, que llenaron un vacío de dirección política, fueron los más hábiles para capitalizar el proceso, sin que se pueda decir que toda la población sunnita sea «baazista» y añore los tiempos de Saddam. Ahora bien, los cuadros baazistas se incorporan a la resistencia por entenderla como la única vía para regresar al poder y a sus antiguos empleos, de los cuales fueron expulsados por la ocupación. Así lo explicita el «Programa del Partido Baaz: El Programa de la Resistencia y la Independencia», elaborado en octubre de 2006.

 

Tal programa exige «La vuelta al servicio del Ejército iraquí y del resto de las Fuerzas Armadas nacionales de conformidad con sus leyes, normas y tradiciones vigentes con anterioridad a la ocupación y, asimismo, la derogación de la ley de erradicación del Baaz y el reconocimiento de su papel iraquí, pan-árabe e internacional en el liderazgo y la construcción de Iraq como un movimiento político, intelectual y social con una gran misión humanitaria, así como el fin a los ataques, persecuciones y detenciones de militantes del partido y de los combatientes de los diversos grupos armados de la resistencia [a él vinculados].»

 

A su vez, estipula, para que no quede ninguna duda, que una vez liberado el territorio, el nuevo gobierno provisional implementará «La reconstitución del antiguo Ejército nacional iraquí en todas sus formaciones, así como la de las antiguas fuerzas de seguridad y todos sus cuerpos; la restauración de todas las instituciones estatales disueltas mediante órdenes de la ocupación, la eliminación de los efectos demoledores de esas disposiciones y la compensación a quienes resultaron dañados, material o moralmente, por ellas.»

 

Y para garantizar lo anterior, eso futuro gobierno provisional también deberá impulsar «La disolución de las milicias que pertenecen a la ocupación y a los partidos aliados con ella, sin excepción alguna, así como la disolución del actual ejército [de mayoría chiíta], policía y servicios de seguridad, creados bajo la tutela de la ocupación y su actividad, y trabajar para llevar a cabo el desarme de todo Iraq.»

 

Estos objetivos del Baaz, marcadamente pro-sunnitas, explican que la mayoría de la población chiíta (y más aún la kurda) no se identifique con una resistencia que busca reinstalar el antiguo ejército opresor de mayoría sunnita y las demás instituciones que existían antes de la ocupación.

 

Sin embargo, hay que apuntar que los estragos que la resistencia baazista ha provocado a la ocupación han sido suficientes para que todo mundo en Washington reconozca el error que fue la des-baazificación. Desde 2006 los enviados de Washington han presionado al gobierno de Maliki para que revierta en parte esa política. Le piden que permita la inclusión de la corriente baazista a las instituciones del régimen. Pero Maliki y los partidos chiítas y kurdos colaboracionistas se oponen a otorgar un mayor perfil a los sunnitas.

 

III. La situación en casa para Washington

 

Las limitaciones de la oposición a la guerra dentro de EU

 

Decíamos al inicio que la izquierda mundial también afirma que Bush enfrenta una poderosa oposición doméstica a la guerra y que se encuentra contra la pared. Tal situación estaría alimentada, según esta visión, por las numerosísimas bajas que sufre el ejército estadounidense. Todo esto, tal como pasó en Vietnam.

 

En las tablas 2 y 3 podemos ver las bajas sufridas por el ejército estadounidense en la guerra de Vietnam e Irak respectivamente. En el primer caso, apuntemos que los años en que Washington mantuvo operaciones a gran escala fueron del año 1965 a 1971. Las bajas estadounidenses que ha habido en la guerra en Irak sólo son el 6.6% de las sufridas en toda la guerra de Vietnam y son el 8.1% de las habidas en Vietnam si comparamos los primeros cinco años con operaciones a gran escala de cada guerra (1965-1969 y 2003-2007). Las bajas en Irak son sólo una pequeña fracción de aquellas y no se vislumbra que llegue a alcanzar esos niveles. No cabe la comparación.

 

Tabla 2. Bajas de EU en la guerra en Irak

Período

Total anual

2003

486

2004

849

2005

846

2006

822

2007

875

TOTAL

3,878

Fuente: Iraq Coalition Casualty Count. icuasualties.org (28-Nov-2007)

 

Tabla 3. Bajas del ejército de EU en el sureste asiático

Período

Total anual

1957-1964

401

1965

1,863

1966

6,144

1967

11,153

1968

16,589

1969

11,614

1970

6,083

1971

2,357

1972

640

1973

168

1974

178

1975

160

1976

77

1977

96

1978

447

1979

148

TOTAL

58,112

Fuente: The Vietnam Veterans Memorial. thewall-usa.com

 

Esto influye directamente en el estado de ánimo de la población estadounidense. Las protestas que hubo en contra de la guerra en Vietnam eran atizadas por la enorme cantidad de muertos que había. Los estudiantes universitarios estadounidenses eran el principal motor de las movilizaciones, y su participación masiva había sido disparada por un factor que hoy no existe más: el reclutamiento forzoso (the draft). Las movilizaciones estudiantiles de aquella época iniciaron no en contra de la guerra, sino en contra del draft, y cuando el presidente aumentaba el reclutamiento, aumentaban las movilizaciones. En 1973 fue abolido el draft y desde entonces lo que opera es el enrolamiento voluntario en el ejército estadounidense.

 

Las movilizaciones en contra de la actual guerra no alcanzan en profundidad, amplitud y frecuencia a las de hace cuarenta años. El punto más álgido de aquellas movilizaciones, después de seis años de protestas constantes y crecientes, fue en mayo de 1970, cuando 100.000 marcharon en Washington D.C. y el 25 de agosto del mismo año 25.000 chicanos hicieron lo propio en Los Ángeles.

 

Cierto es que hubo en el mundo fuertes movilizaciones contra la guerra en Irak antes de que esta iniciara, alcanzando niveles francamente titánicos. El 15 de febrero de 2003 se movilizaron millones (literalmente) en el mundo. Entre uno y dos millones se movilizaron en Londres, más de 600.000 en Madrid, 300.000 en Berlín. En total, hubo protestas en 600 ciudades alrededor del mundo. Pero una vez iniciada la invasión, en marzo del mismo año, no volvieron a alcanzar esos niveles. Más aún, ya en marzo de 2003, encuestas del USA TODAY/CNN/Gallup Poll mostraron un incremento sustancial de apoyo a la invasión por parte de la población estadounidense, un sentimiento que reflejaba respaldo y solidaridad con «sus» tropas. A partir de entonces, el apoyo comenzó a disminuir nuevamente.

 

El 27 de enero de 2007, ante la propuesta de Bush de incrementar las tropas estadounidenses en Irak en 30.000 efectivos adicionales, más de 100.000 protestaron en Washington. Tal dato no es nada desdeñable aunque por el momento no haya atisbos de nuevas protestas. Tal despliegue, sin llegar a desatar una vorágine de movilizaciones, ha resultado un factor que dificultará que en el futuro próximo Washington aumente su apuesta en esta guerra. Esto es lo que obliga a Bush a negociar con actores como Irán. Pero lo que es un hecho es que la movilización de la población estadounidense no es aún un factor determinante en el desarrollo de la guerra en Irak, como sí lo fue con creces en la de Vietnam, aunque permanece como riesgo potencial.

 

 

Un despliegue militar muy menor frente al de Vietnam

 

Y es que como decíamos, y como podemos ver en las tablas 4 y 5, el propio despliegue militar en Irak es sólo una pequeña parte del habido en Vietnam. Por eso no hay tantas bajas ni las movilizaciones se han visto tan alimentadas. En Irak no se puede hablar de una catástrofe militar aunque sea claro el fracaso de los objetivos inicialmente propuestos para la invasión.

 

Tabla 4. Tropas de Estados Unidos en Irak

Año

Promedio anual de efectivos

2003

132,444

2004

133,917

2005

145,292

2006

138,500

2007

156,000

2008

145,286

Fuente: GlobalSecurity.org

 

Tabla 5. Tropas de Estados Unidos en Vietnam

Fecha

Total de efectivos

31-Dic-60

900

31-Dic-61

3,200

31-Dic-62

11,500

31-Dic-63

16,300

31-Dic-64

23,300

31-Dic-65

184,300

31-Dic-66

425,300

31-Dic-67

485,600

31-Dic-68

536,100

31-Dic-69

474,400

31-Dic-70

335,800

9-Jun-71

250,900

Fuente: GlobalSecurity.org

 

Eso no es todo. En la guerra en Vietnam había, afuera de Vietnam (en la costa, en Laos y Camboya), 1.2 millones de efectivos militares de Estados Unidos. En Irak sólo hay 30.000 efectivos afuera del país. La diferencia es igualmente elocuente en el costo de la guerra, cuya magnitud se puede medir por el porcentaje del PIB de EU destinado al Departamento de Defensa. En la guerra de Vietnam era el 10%, hoy día representa sólo el 3.74%12. Incluso la cantidad de civiles locales muertos (los verdaderos afectados) no se compara. En Vietnam murieron unos 5.1 millones de vietnamitas13. En Irak han muerto, hasta el 2006, unos 600.000 iraquíes14.

 

En resumen, estas diferencias entre una y otra guerra son las que hacen que Irak aún no se convierta en una catástrofe para Washington. Y si hacemos la comparación no es para disminuir la importancia y gravedad de lo hoy ocurre en Medio Oriente. Tampoco es para hacer gala de erudición académica. Se juega bastante en esta guerra. Pero no es posible dilucidar una política revolucionaria para el presente si se parte de pintar un cuadro que no se corresponde con la realidad. Asumir que Bush está acorralado sin salida y la guerra se avecina a una catástrofe significa subestimar a un imperialismo que todavía tiene margen de maniobra y aún no tiene el agua hasta el cuello. El cuadro que pone ya a un mismo nivel a Vietnam a Irak es una imagen autocomplaciente que invita a la contemplación, a cruzarse de brazos y esperar un pronto desenlace feliz. Pero incluso si hoy salieran las tropas de ocupación de Irak, ese cuadro dejaría desarmado a toda la izquierda, que viene esperando que ya sin ocupantes todo tendrá un desarrollo favorable. En realidad, bajo esa variante, que sin duda sería una victoria de los iraquíes, sobrevendría otro cuadro de crisis, de guerra civil entre milicias chiítas y sunnitas, alentado por sus direcciones políticas predominantes. Eso lo ve todo mundo, no sólo la Casa Blanca; no por nada el Baaz o el propio Moktada declaran que las tropas de ocupación se vayan de manera planificada, en uno o dos años, nunca inmediatamente. Pero el lugar común, tan extendido en la izquierda, no permite captar la complejidad del asunto y se contenta con hacer comparaciones que impiden prepararse para los eventos futuros o para comprender la dinámica de los presentes.

 

 

La «oposición» cómoda del Partido Demócrata

 

Otra afirmación común es la que sugiere que la guerra en Irak ha resultado tan catastrófica que es posible anticipar que el siguiente presidente de Estados Unidos tendrá que sacar inmediatamente las tropas. Se supone que ésta es precisamente la política del Partido Demócrata (PD), expresada en su oposición a la guerra tanto en la Cámara de Representantes como en la de Senadores.

 

Ciertamente los legisladores del PD han emprendido una dura campaña mediática en contra de la política de Bush de mantener a las tropas de manera indefinida en suelo iraquí. Todo este año han promovido resoluciones en ambas cámaras pidiendo el establecimiento de una fecha límite para el retorno de las tropas y han amagado también con votar el recorte del presupuesto a la empresa bélica. A pesar de siempre perder estas batallas parlamentarias (tal y como esperaban), el objetivo demócrata se alcanza con rotundo éxito: ganarse simpatías de parte de la población estadounidense, en la perspectiva de prepararse un terreno favorable en las próximas elecciones presidenciales.

 

Pero mientras los parlamentarios demócratas se desviven pidiendo la salida pronta de Irak, sus pre-candidatos presidenciales prefieren no astillarse la silla presidencial y optan por no fijar compromisos claros en cuanto a la retirada. En ese sentido, un primer acercamiento para dilucidar hacia dónde se dirige la guerra en Irak, se puede hacer viendo hacia dónde piensan llevarla aquellos que tienen mayores posibilidades de suceder a Bush en la presidencia.

 

«Aún cuando ellos abogan por el fin de la guerra y claman por el regreso a casa de las tropas, los candidatos presidenciales demócratas están externando posiciones que podrían dejar a Estados Unidos comprometido en Irak por años.

 

«John Edwards, el ex senador de Carolina del Norte, mantendría tropas en la región para intervenir en un genocidio de iraquíes y estar preparado para actuar militarmente si la violencia se contagia a otros países. La senadora Hillary Clinton dejaría fuerzas residuales para combatir al terrorismo y estabilizar la región kurda en el norte. Y el senador Barack Obama de Illinois dejaría una presencia militar de un tamaño aún no especificado en Irak para proveer seguridad a los oficinistas estadounidenses, combatir al terrorismo y entrenar iraquíes. […]

 

«Los candidatos [demócratas] no están únicamente tratando de garantizarse flexibilidad para sí mismos en caso de convertirse en presidente, dicen sus asesores, sino que también esperan impedir que se genere cualquier expectativa de que la guerra terminaría abruptamente si fueran electos. La mayoría no ha propuesto un nivel específico de tropas o lineamientos particulares para una presencia continuada en Irak, arguyendo que las condiciones a más de un año permanecen muy inciertas.» 15

 

En sus apariciones públicas, estos candidatos sugieren una rápida salida de esa guerra, pero en otros foros se manejan con suma cautela. Prevén que las tropas estadounidenses permanecerán aún varios años en Irak.

 

 

IV. ¿Hacia dónde va la guerra en Irak?

 

En Irak hay elementos que permiten una salida mediada, favorecida por fenómenos como el que desde finales del 2006 vino desarrollándose en la provincia de Anbar. Líderes tribales comenzaron a hacer frente común con los invasores para aplastar a Al Qaeda. Los ocupantes incluso llegaron a suministrarles armamento y a crear, con base en miembros de esas tribus, fuerzas policiales locales. La gran mayoría de esas tribus habían sido en un pasado no muy remoto parte de la resistencia armada contra las tropas estadounidenses.

 

Lo que parecía ser un fenómeno casual y aislado fue tomado como modelo para intentar ser aplicado de manera más extensiva en otras áreas de mayoría sunnita. El fenómeno se ha extendido más recientemente a la provincia de Diyala y a SalahadDin. Tal desarrollo es el origen de la reducción en los últimos meses de la violencia sectaria. La gran estrategia del jefe militar de la ocupación, el General David H. Petreaus, consiste en enfocarse en derrotar a Al Qaeda, lo cual empalma en parte con el rechazo generalizado de la población hacia este grupo. Petreaus ha logrado generar en la población iraquí sentimientos encontrados hacia la ocupación. Si bien la enorme mayoría está en contra de la ocupación, también son muchos los que estarían en contra de que las tropas se retiraran inmediatamente del país.

 

Escuchemos a un trabajador de Baquba, la capital de la provincia de Diyala, quien vívidamente describió su ambivalencia a una reportera del NYT, el pasado septiembre.

 

«‘El retiro de las fuerzas de ocupación es una necesidad porque han causado la destrucción de Irak, han cometido masacres en contra de inocentes, han engañado a los iraquíes con sueños’, dijo un trabajador, Ahmad Umar al Esawi, un sunnita. ‘Quiero que retiren todas sus tropas en un día’.

 

«Bajando el tono de su voz, continuó: ‘Hay algo que quiero decir aunque no me guste decirlo. Las fuerzas estadounidenses, que son una horrible fuerza de ocupación, se han vuelto algo importante para nosotros, los sunnitas. Somos una minoría y no tenemos una fuerza [militar] para enfrentar las milicias [chiítas pro-iraníes]. Si los estadounidenses se van, eso significaría la total eliminación de los sunnitas en Irak.’

 

«El sr. Esawi añadió, ‘Sé que dije que quiero que se vayan, pero si lo pensamos, entonces debo decir que quiero que se queden un tiempo hasta que termine todas las desconfianzas que tenemos unos sobre otros y tener un fuerte gobierno nacional.'»16

 

Es en este contexto, que sectores de la resistencia armada sunnita entraron ya en negociaciones con los invasores y hoy colaboran y se coordinan con ella para combatir a Al Qaeda. Es el caso de las Brigadas de la Revolución de 1920 y el Ejército Islámico (ambos de origen baazista)17. El 10 de Noviembre de 2007, en un caso ilustrativo, el Ejército Islámico intercambió fuego con Al Qaeda. Lo interesante es que «antes de la batalla, el comandante insurgente [Abu Ibrahim] personalmente contactó a la policía iraquí en Samarra para informar sus planes […]. Pidió a las autoridades iraquíes que informaran al ejército estadounidense sobre sus planes, y solicitó que las tropas de Estados Unidos no interfirieran» 18. Ese mismo día, hubo otra batalla contra los taqfiristas, esta vez, de parte de las Brigadas de la Revolución de 1920 en la provincia de Diyala. Los 60 extremistas capturados por este grupo fueron entregados al ejército iraquí (creado a instancias de la ocupación). El diario The New York Times afirma que «cientos de miembros de las Brigadas hoy trabajan como scouts y reúnen información para labores de inteligencia para soldados estadounidenses en Diyala.»19

 

Lo interesante sería conocer los incentivos otorgados por la ocupación a estos grupos con el pretexto (que es en gran parte realidad) de hacer frente común contra Al Qaeda. Todo parece apuntar a que los nuevos cuerpos policiales creados en territorio sunnita son ampliamente integrados por miembros que vienen de la resistencia armada. De ser así, Estados Unidos estaría dando pasos importantes en la estabilización del país, dando enormes concesiones materiales a aquellos a quienes venía combatiendo.

 

Son los anteriores elementos los que podrían apuntar a que EU pueda conseguir una salida mediada de Irak. El fracaso imperialista en Irak podría matizarse y ser menos doloroso de lo que parecía que iba a ser.

 

Es un hecho que la invasión militar a Irak es un fracaso. Es un hecho que Bush no alcanzará su objetivo en Irak. Se proponía «liberar» a los iraquíes, destronando a Saddam Hussein, lo cual, según su esquema, le permitiría instalar un régimen democrático afín a Washington. Y no sólo esperaban ser recibidos como héroes, sino además esperaban que inmediatamente surgiera una democracia estable; pero no sólo eso: adicionalmente esperaban que tal régimen fuera pro-estadounidense y permitiera alegremente que se llevaran el petróleo iraquí (ufff!). Pero la demostrada inasibilidad de estos objetivos no debe llevar a pronosticar precipitadamente una derrota tipo Vietnam; también existen las salidas mediadas. Y en este caso es posible una derrota atenuada al grado de no ser catastrófica. Vietnam e Irak se parecen en que ambos son fracasos, pero cada uno se distingue por el tamaño de la derrota.

 

Ahora bien, ¿en qué consiste el fracaso de Estados Unidos en Irak? El gran golpe que esta guerra le inflige al imperialismo norteamericano tiene que ver con que revela ante las masas del mundo el declive que viene sufriendo. En Irak, Bush esperaba recuperar para el imperialismo norteamericano el enorme poder y autoridad con que contaba luego de la Segunda Guerra Mundial (SGM). Pero no logra ganar esta guerra y se dilucida de manera nítida ante la población mundial una nueva percepción del poder que representa Estados Unidos en el actual orden global. En otras palabras, Bush con esta guerra esperaba desplegar una serie de cambios geopolíticos en desproporción con el actual peso específico de su imperialismo en el devenir de la situación política y económica mundial. Difícilmente podrá revertirse esta percepción de un imperialismo en declive pues no sólo es un fenómeno subjetivo sino que también se explica por los cambios económicos que están ocurriendo a nivel internacional y en los que EU se encuentra en repliegue.

 

Las masas del mundo han venido dando pasos importantes en el desarrollo de su conciencia y vienen de grandes victorias que le otorgan mayor confianza en sí mismas. La caída de numerosas dictaduras y otros regímenes despóticos, incluyendo al stalinismo, son fenómenos objetivos que incidieron poderosamente en la conciencia de las clases explotadas y oprimidas del mundo. Este factor subjetivo se transforma en un elemento objetivo del análisis político que permite entender la pérdida de margen de maniobra de actores como Washington e Israel, que vienen sufriendo una peligrosa parálisis en Medio Oriente. En otras palabras, ante una situación distinta de la lucha de clases a nivel mundial y un estado distinto de conciencia de las masas, los estrategas del imperialismo estadounidense habrían considerado como lo más adecuado hacer de Irak su colonia, pero en la actual situación, planteárselo incluso, es una estupidez, no podrían. Deben hallar la forma de construir fuertes instituciones locales que le permitan transmitir el centro de gravedad de la conducción del país de manos del ejército que ocupa a instituciones nativas. Y de la fluidez con que consigan eso depende el tamaño del ya indiscutible fracaso.

 

Entonces, el imperialismo y aliados no están ya acorralados y sin salida, y los revolucionarios del mundo estamos obligados a entender las contradicciones de la actual situación en Irak sin caer en los extremos de la complacencia, por un lado, o la desesperación, por el otro.

 

1 LAIRD, Marvin R. Iraq: Learning the Lessons of Vietnam. Foreign Affairs, Nov-Dic 2005.

2 En Irak, los chiítas conforman el 60%-65% de la población; los sunníes el 32%-37%; kurdos el 15%-20%; turcomanos y asirios un 5%. CIA World Factbook 2007.

3 VAREA, Carlos. Bush, al-Maliki y as-Sáder: dobles parejas. Iraq Solidaridad, 27-01-07.

4 Ver mi artículo «Irán podría ser un aliado de Estados Unidos». Pluma No. 7, verano de 2007.

5 Esta es la milicia del Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak (CSRII), partido que junto con el Dawa habían sido antes de la ocupación las principales fuerzas políticas chiítas opositoras a Saddam. Integró también la lista de la AUI que llevó a Maliki al poder.

6 La Unión Patriota del Kurdistán y el Partido Kurdo Democrático son los principales partidos políticos en el Kurdistán iraquí.

7 VAREA, Carlos. Asesores israelíes entrenan a ‘peshmergas’ kurdos en Iraq. IraqSolidaridad, 20-10-2006.

8 JALIFE-RAHME, Alfredo. ¿Balcanización de Irak y creación de Kurdistán? 11-07-2004.

9 Op. Cit.

10 Entrevista en Madrid con Abu Mohamad, portavoz de la resistencia nacionalista iraquí. CEOSI. 15-10-07.

11 VAREA, Carlos. Combates en Bagdad y Baquba entre la resistencia iraquí y Al-Qaeda. IraqSolidaridad, 04-06-2007.

12 LAIRD, Marvin R.. Iraq: Learning the Lessons of Vietnam. Foreign Affairs, nov-dic 2005.

13 French Press Agency. New release of 4-Apr-1995. http://www.rjsmith.com/kia_tbl.html

14 TAVERNISE, Sabrina. Iraqi Dead May Total 600,000, Study Says. NYT, 11-10-2006.

15 ZELENY, Jeff y SANTORA, Marc. Democrats Say Leaving Iraq May Take Years. NYT, 12-08-2007.

16 RUBIN, Alissa J. For Iraqis, General’s Report Offers Bitter Truth. NYT, 12-09-2007.

17 Ver VAREA, Carlos y ROJO, Pedro. EEUU y la resistencia iraquí podrían abrir próximamente negociaciones. IraqSolidaridad, 08-11-2006. También VAREA, Carlos. Cantos de sirena sobre la negociación con la resistencia. IraqSolidaridad, 03-04-2007.

18 The Associated Press. Roadside Bombs Across Iraq Kill Seven. NYT, 10-11-2007.

19 Ídem.