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El fracaso del «SI», la debacle de Telesur

Fuentes: Rebelión

Dos grandes y rotundos fracasos debe encarar el gobierno de Hugo Chávez para este próximo año 2008. Por un lado el espaldarazo al NO sobre la reforma de 69 artículos de la actual Constitución, uno de los cuales permitiría al hoy mandatario, volver a presentarse a una futura reelección presidencial, como suele acontecer en decenas […]

Dos grandes y rotundos fracasos debe encarar el gobierno de Hugo Chávez para este próximo año 2008. Por un lado el espaldarazo al NO sobre la reforma de 69 artículos de la actual Constitución, uno de los cuales permitiría al hoy mandatario, volver a presentarse a una futura reelección presidencial, como suele acontecer en decenas de países europeos y americanos. De otro, el hundimiento paulatino de Telesur, cadena que en dos años no ha logrado ni siquiera un 5 por ciento de la audiencia, no sólo ya en el país desde donde emite, sino en el resto de las naciones donde la señal del satélite permite ver la programación del canal, es decir Argentina, Brasil, Cuba y Uruguay, además de Venezuela. Todas ellas apadrinaron el nacimiento de este medio de comunicación, en el que la programación debería descansar sobre una alternativa clara ante las demás cadenas existentes: objetividad en la información, rigor periodístico, veracidad, calidad y entretenimiento, es decir, virtudes de las que carecen el 90 por ciento de las emisoras privadas de todo el mundo, incluidas las de Venezuela, México, Estados Unidos, Italia, España, etc.

En mi modesta opinión, las respuestas a ambos fracasos hay que buscarlas, en el primero de los casos, en la maniobra hábil y saducea, desarrollada ampliamente por todos esos medios de la oligarquía, (apoyados por otros como los que detenta el grupo español Prisa y la norteamericana CNN) desinformando a los ciudadanos sobre los contenidos de los artículos en cuestión y los beneficios que obtendría el pueblo venezolano si se aprobara el referéndum, además de todo tipo de ataques mediáticos, chantajes y pagos a estudiantes, amenazas y demás estrategias típicas del fascismo neoliberal imperante en EEUU y Europa. En el segundo de los casos, la respuesta hay que buscarla en la absoluta falta de sintonía entre los espacios propuestos por Telesur y la audiencia a la que se dirigía el canal, es decir, a toda la población venezolana, además de los posibles espectadores de los países involucrados económica y profesionalmente en el ilusionante proyecto.

El presidente de Telesur, el vicepresidente y el consejo de dirección del canal, deberían dimitir en bloque inmediatamente, habida cuenta no ya del rotundo fracaso de audiencia, sino porque, entre otras soluciones al desaguisado, no se les ha ocurrido otra cosa que llamar con urgencia a los mentores de una productora española (Mediapro), para que les saquen del impasse en el que se encuentran actualmente. Eso y el caos interno que existe en el canal desde su creación, la inexistencia de un comité de empresa, el abandono de los periodistas, la carencia de material, y demás lacras propias de un proyecto en absoluto estudiado, han echado por tierra las expectativas puestas en él.

Los excelentes (me consta) profesionales que trabajan en Telesur, no son culpables de los contenidos, programación y diseño del canal. Las responsabilidades de todo tipo que se derivan de esta debacle hay que exigirlas sin dilación. Esconder la cabeza como el avestruz al ser perseguida, no deja de ser una solemne estupidez, inimaginable en profesionales honestos, honrados y situados en la izquierda, en el socialismo, en la revolución bolivariana.