Se supone que la izquierda radical debe criticar todas las formas capitalistas donde se ponga de manifiesto la apropiación privada de la riqueza social y que los productos sociales sean empleados para el enriquecimiento desproporcionado de los individuos. En este sentido no entiendo por que los líderes políticos e ideológicos de la izquierda radical no […]
Se supone que la izquierda radical debe criticar todas las formas capitalistas donde se ponga de manifiesto la apropiación privada de la riqueza social y que los productos sociales sean empleados para el enriquecimiento desproporcionado de los individuos. En este sentido no entiendo por que los líderes políticos e ideológicos de la izquierda radical no critican con dureza a las élites del fútbol. Está a la vista de todos que es una clara manifestación de la globalización capitalista en su sentido negativo, con una explotación de masas que no tiene parangón. Se ha convertido, además, en un negocio televisivo fuera de toda medida y control. Sin embargo, los líderes de la izquierda radical actúan como si esa tremenda injustica social no existiera.
Últimamente por el caso Ronaldo se ha hablado en los medios de comunicación de los derechos de imagen. Los futbolistas de élite ingresan ingentes sumas de dinero por este concepto, pero encima crean sociedades instrumentales con el fin de pagarle menos a Hacienda. No obstante, esta es la parte accidental de dicho fenómeno económico. Así que no debería acaparar nuestra atención principal. Porque perdidos en lo accidental nos olvidamos de lo sustancial. O mejor: con lo accidental se oculta lo sustancial. Y lo sustancial es que lo que ingresan los futbolistas de élite es una de las grandes injusticias sociales de nuestra época. Mientras que por otra parte todos sabemos lo difícil que les resulta a las pequeñas empresas y a los autónomos generar beneficios para ampliar sus negocios.
La izquierda radical debería ser muy dura en este sentido. Debería señalarlos con sus nombres: Messi, Ronaldo, Neymar, Bales, Ramos,… Y debería gritarles a la cara: las cifras astronómicas que ustedes ingresan no es fruto de sus esfuerzos, sino del sistema económico que ha hecho del fútbol una mercancía con forma capitalista. A las empresas les vamos a prohibir que usen sus imágenes para vender. Ya ganan en exceso. Y a sus clubes les vamos a prohibir la venta de los derechos televisivos. Los partidos de fútbol deben ser emitidos con carácter gratuito. Queremos arrinconar a la propiedad privada dominante en el fútbol y vamos a hacer lo imposible para que ustedes no ganen más de 50.000 euros anuales. El 98 por ciento de lo que ustedes ingresan no es fruto de sus trabajos, sino de la enorme explotación de masas a nivel mundial. Y si esto es así, y es así, ustedes son unos enormes explotadores que se apropian de trabajo ajeno en cantidades ingentes. Ustedes son causantes de una parte de la pobreza, porque cuando en un extremo alguien se apropia de mucha riqueza es porque en el otro extremo muchos otros solo pueden apropiarse del mínimo de riqueza para vivir dignamente.
Los periodistas deportivos son unos de los principales aliados de las élites deportivas. Sin ir más lejos el otro día unos de estos periodistas, Roberto Gómez, pedía que Sergio Ramos, que gana 10 millones de euros limpios al año, ganara más. Y estos mismos periodistas, como tantos otros que no están especializados en el fútbol, son al mismo tiempo quienes critican a los políticos por los bajos salarios de los españoles o por la falta de atención a los refugiados. Qué fácil es criticar al Estado, como ente abstracto y neutral, de la pobreza, y qué difícil es criticar con dureza a las causantes individuales de ese mal que tiene deshumanizado a millones de personas en el mundo.
Sigo sin entender la falta de valentía de la izquierda radical contra una de las manifestaciones más evidentes de la desigualdad económica generada por la globalización, que no es otro que el fútbol. ¡Malditos sean todos!
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