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El gasto de Bush en defensa supera el déficit

Fuentes: La Vanguardia

El presidente norteamericano presenta un proyecto presupuestario polémico

Convencido, al menos en su discurso público, de que la democracia lo resuelve todo, el presidente estadounidense, George W. Bush, descubrirá pronto si una serie de draconianos recortes de programas sociales y un aumento del 7% del gasto en defensa serán compatibles con las aspiraciones republicanas en las elecciones legislativas de noviembre.

Bush anunció ayer un presupuesto -que debe ratificarse en el Congreso- por valor de 2,8 billones de dólares (2,35 billones de euros) que mantiene el compromiso de reducir el déficit público a la mitad antes del 2010. La Administración pretende reducir el déficit desde los 423.000 millones de dólares (353.500 millones de euros) que se prevé que alcance en este ejercicio fiscal hasta 208.000 millones en el 2009. Esta meta se mantiene pese a la expansión del gasto en seguridad nacional y defensa en la «guerra contra el terror». La megaburocracia de seguridad interna (Homeland Security) recibe un aumento de presupuesto del 8%, hasta 35.600 millones de dólares, gran parte de ello en medidas de control de fronteras, incluidos 1.500 policías y 6.000 plazas en centros de detención. El presupuesto de defensa sube casi un 7%, hasta situarse en 439.000 millones de dólares, ya algo más que el déficit previsto para el conjunto del año. Esto no incluye la hemorragia presupuestaria que supone la guerra en Iraq. La Administración pide un aumento para las guerras en Iraq y Afganistán de 120.000 millones de dólares (100.000 millones de euros).

Ala vez, el presupuesto incluye la propuesta de hacer permanentes los recortes de impuestos multimillonarios aprobados hasta el 2010 en los dos primeros años de la Administración de Bush. Se calcula que el coste fiscal de esta medida giraría en torno a 1,7 billones de dólares, casi el 15% del PIB de este año.

Por todo ello, el plan de reducción del déficit -que el Fondo Monetario Internacional considera imprescindible para evitar una crisis financiera en el futuro, dada la vulnerabilidad externa de EE.UU.- depende exclusivamente del gasto social. La Administración pretende ahorrar 65.000 millones de dólares en prestaciones sociales, entre ellos 36.000 millones en recortes en los próximos cinco años en el programa de sanidad Medicare que proporciona servicios médicos a los jubilados. Se efectuarán estos recortes mediante la reducción del presupuesto en hospitales.

En otro programa de sanidad, Medicaid, cuyos beneficiarios son, principalmente, familias de muy bajos ingresos, el recorte será de 5.000 millones de dólares en cinco años. A la vez, el nuevo presupuesto de la Administración de Bush prevé reducir un 6,5% el gasto en programas de apoyo a la agricultura, un 3,8% en enseñanza, y casi un 10% en transporte e infraestructuras. En total, Bush propone terminar o recortar 141 programas que «no cumplen prioridades esenciales».

Pero varios comentaristas políticos y económicos se mostraron escépticos respecto al grado de apoyo en el Congreso a estos recortes a nueve meses de las elecciones. «En presupuestos anteriores el Congreso ha pasado olímpicamente de los recortes, así que habrá que ver qué pasa», dijo Max Sawicky, del Economic Policy Institute de Washington. James Miller, ex asesor de Ronald Reagan, dijo que en un año electoral la mayoría de los recortes de gasto «no va a hacerse». Otro ex asesor de Reagan dijo antes de presentarse el presupuesto que «a diferencia de los años de Reagan no hay convicción en el Congreso de la necesidad de recortar el gasto».

En el resumen del plan, Bush parecía volver a lo que los críticos calificaban de «economía vudú» de los años de Reagan, al sostener que los recortes de impuestos, al impulsar la actividad económica, generaban «un aumento rápido de la recaudación fiscal que es clave para reducir el déficit». En el presupuesto se prevé que los ingresos fiscales crecerán un 6% (132.000 millones de dólares).