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El general en su laberinto

Fuentes: Barómetro Internacional

La repentina defección de las filas de la Revolución Bolivariana del general Raúl Isaías Baduel ha provocado una sacudida generalizada en la sociedad venezolana. Uno de los hombres claves del proceso, identificado con él desde sus más lejanos inicios (allá en el Samán de Güeres, dónde un grupo de militares realizaran un juramento que los […]

La repentina defección de las filas de la Revolución Bolivariana del general Raúl Isaías Baduel ha provocado una sacudida generalizada en la sociedad venezolana. Uno de los hombres claves del proceso, identificado con él desde sus más lejanos inicios (allá en el Samán de Güeres, dónde un grupo de militares realizaran un juramento que los comprometió con los cambios sociales en el país), abandona a través de una sorpresiva rueda de prensa su identificación plena con el presidente Chávez, y llama a votar por el No en el referéndum que considerará las reformas a la constitución, planteadas por el presidente y la Asamblea Nacional.

La primera pregunta que surge en muchos es: ¿cuál es el motivo de este cambio de posición?

Las pasiones encendidas a partir de este hecho establecieron como explicaciones simples o que fue comprado por la derecha, o que se dejó llevar por aspiraciones personales de poder que no fueron tenidas en cuenta.

Estas dos hipótesis parecen por lo menos ligeras. No es fácil de creer que alguien que en pleno paro petrolero fue tentado con una inmensa suma (quinientos millones de dólares) para «saltar la talanquera» y los rechazó, haya sido hoy corrompido con dinero. Tampoco es sencillo de admitir la ambición personal de poder de quien fue requerido sistemáticamente durante más de dos años a ocupar posiciones de alto rango en las fuerzas armadas y se resistió argumentando sus deseos de llegar al retiro desde su puesto de comandante de los paracaidistas de Maracay.

Se ha llegado hasta a argumentar que sus lecturas del Arte de la Guerra de Zum Tzu, o sus orientaciones taoístas/budistas le han provocado una confusión ideológica que lo lleva a no aceptar el socialismo. Quienes establecen esta hipótesis no conocen bien la mística oriental, budismo y taoísmo son estados del espíritu y no condicionan la posición política de quien los practica, ya que en ninguno de ambos existe un dogma y una iglesia universal, sino que constituyen caminos personales e íntimos. Respecto al Arte de la Guerra, nos basta recordar que Nyguyen von Giap explicó detalladamente, como un factor fundamental en su victoria heroica sobre los norteamericanos residía en el modo como los vietnamitas conocían y usaron las enseñanzas de este antiguo texto.

Es posible entonces que no esté hoy a nuestro alcance conocer las reales motivaciones que expliquen este brusco cambio de timón. Posiblemente están relacionadas con hechos del alto gobierno que no son públicos, o con íntimos vericuetos del alma del general. Sólo el tiempo nos dirá si alguna vez podremos saber con certeza las verdaderas razones que lo llevaron a tomar esta decisión y esta posición.

Lo que sí podemos intentar establecer es el aspecto político de la situación. Un análisis detallado del video de la rueda de prensa nos permite constatar que la declaración del general va mucho más allá de dejar sentada una diferencia personal de opinión con la forma en que se está conduciendo la Revolución Bolivariana.

Su discurso configura claramente una posición política. La calificación de «golpe de estado que viola el texto constitucional» al proceso en marcha para someter la propuesta de reforma a un referéndum, el uso en tres ocasiones en 15 minutos del calificativo «usurpación fraudulenta», así como la calificación de «violación» del texto constitucional actual por parte del proyecto de modificación de la constitución; son categorizaciones propias de un argumento político, con proyección futura en este terreno y no la simple exposición de una discrepancia personal. El propio presidente Chávez, percibiéndolo, dijo en su intervención telefónica en el programa Contragolpe del canal del Estado, «será (acaso) el próximo líder de la oposición».

Finalmente, al culminar con una exhortación al pueblo venezolano y a las fuerzas armadas a votar por No a la reforma propuesta, está asumiendo un lugar en el esquema político del país, colocándose en una posición pública de opinión en busca de seguidores. El futuro inmediato será quien nos muestre si el general Baduel continuará en el desempeño del rol de factor político.

Si esto fuera así, podríamos estimar como algo torpe este primer paso político. Calificar lo que está sucediendo como «golpe de estado» es por lo menos un exabrupto. Un militar bien formado como Baduel conoce muy bien todos los significados e implicaciones del coup d’état, y en este caso su uso sólo puede constituir parte de una arenga política de tipo barricada de no mucho nivel. Igualmente, el uso repetido del adjetivo «fraudulento», exige en un discurso sólido la fundamentación del término, a riesgo de asimilarse con lo sucedido al grito continuado de «fraude» de la oposición cuando el referéndum presidencial, que por no estar asentado en ningún tipo de pruebas llevó sólo a la pérdida de credibilidad de quienes lo esgrimieron.

Finalmente, dejando de lado todo apasionamiento con respecto a lo sucedido, es obvio que la deserción de Baduel tiene para el proceso bolivariano un costo político. Le será necesario para compensarlo afirmar la campaña por el Sí, ir a la búsqueda del apoyo de indecisos, confundidos por este acontecimiento y simpatizantes sin definir, lo cual posiblemente implique retoques en la estrategia y hasta la creación repentina, en la recta final electoral, de nuevas orientaciones tácticas.

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