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El gobierno de Colombia y su papel en la crisis interna venezolana

Fuentes: Rebelión

Cuando el Almirante Kurt Tidd, Jefe del Comando Sur sin ningún desenfado declara «que la situación en Venezuela podría acabar exigiendo una respuesta a nivel regional» ello aclara cuales son los planes imperiales para Venezuela, la intervención militar, como hubiera dicho mi padre «verde y con punta Guanábana». Los planes de intervención no es una […]

Cuando el Almirante Kurt Tidd, Jefe del Comando Sur sin ningún desenfado declara «que la situación en Venezuela podría acabar exigiendo una respuesta a nivel regional» ello aclara cuales son los planes imperiales para Venezuela, la intervención militar, como hubiera dicho mi padre «verde y con punta Guanábana».

Los planes de intervención no es una novedad, desde hace muchos años, las condiciones para tales propósitos se han venido preparando, desde que el Comandante Hugo Rafael Chávez Fría, declaró el carácter bolivariano y socialista de Venezuela, para Washington y las elites regionales, especialmente la colombiana, una Revolución Bolivariana y Socialista es inaceptable, y se preocuparon de que ese ejemplo se extendiera por la región y especialmente para el vecino más cercano, ello ponía en peligro no solo la influencia e intereses económicos estadounidense en lo que considera su patio trasero, también para estas oligarquías criollas.

A partir de aquel momento, se hizo más firme la idea de que Venezuela era un mal ejemplo para la región y quien mejor que el presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez para que encabezará la cruzada para el derrocamiento del presidente Chávez. Mientras el presidente Andrés Pastrana, cuando el golpe de Estado de la derecha contra Chávez, ejecutado el 11 de abril del 2002 y fracasado 48 horas después, no sólo había reconocido al ilegitimo gobierno de Pedro Carmona, sino que le ofreció refugio en Bogotá, a él y a un grupo de golpistas, que no solo habían cometido el delito de secuestrar y derrocar al presidente legítimamente elegido por el pueblo, sino que habían sido cómplices de asesinatos y llamado a la violencia en Venezuela.

Uribe por su parte había iniciado una campaña en contra del gobierno bolivariano y apoyado por los paramilitares que actuaba en la frontera con Venezuela, desarrollaron y continúan desarrollando sus acciones terroristas, y desestabilizadores, entrenaban a ganaderos y terratenientes venezolanos que conformaron bandas armadas, quienes junto a los colombianos participaron y aún hoy realizan actividades violentas en los Estados de Táchira, Zulia y Miranda, todos ellos apoyados por el mismo liderazgo opositor, que hoy continua pidiendo la intervención extranjera en su país.

En el marco del Plan Colombia, se realiza el acuerdo de los presidente Álvaro Uribe y Barak Obama, de instalar siete o más bases militares estadounidense en territorio colombiano, la participación de altos oficiales del Comando Sur en los llamados Plan Patriota y Consolidación, entre los años 2003 y 2004 diseñado para derrotar a la guerrilla de las FARC-EP, planes que debilitaron a la insurgencia, pero no la derrotaron. Esos planes no tenían solo el objetivo de solucionar militarmente el conflicto social y armado interno, el tema era impedir la existencia de una retaguardia estratégica para una Venezuela agredida. Uribe fracasó al no lograr como anunciara desde el 7 de agosto del 2002 que derrotaría a la guerrilla de las FARC-EP.

Como no pudieron derrotar a la insurgencia, unos años después, en el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, convertido en el gran pacificador, inicia el proceso de paz con las FARC-EP con el decidido apoyo del gobierno del presidente Chávez, que prestó su territorio desde el año 2011 para que se iniciaran los primeros contactos entre las FARC-EP y representantes del gobierno de Juan Manuel Santos, conversaciones que continuaron en Cuba en febrero del 2012, hasta que en octubre de ese año en Oslo, Noruega, se hicieron públicas las conversaciones y se dejo constituida oficialmente la Mesa de Diálogo de Paz, que continuaron en noviembre en La Habana, Cuba, hasta que cuatro años después, se firmaron los llamados Acuerdos de La Habana, el pasado mes de noviembre del 2016 en Bogotá, Colombia.

Los Acuerdos de La Habana actualmente están en una fase de implementación, pero los serios incumplimiento del gobierno de dichos acuerdos ha tensado las relaciones entre la Comisión de las FARC-EP y el Gobierno encargados de su ejecución, es en este contexto que se manifiesta la debilidad del gobierno de Juan Manuel Santos y este se acrecienta seriamente cuando las garantías para los combatientes de las FARC aprecian el peligro de ser objetos de venganzas, porque el Gobierno niega la existencia de los paramilitares, pero lo cierto es que desde finales del pasado año y lo que va de este, decenas de líderes comunales, sociales y sindicales han sido asesinados, por los paramilitares, acusados de ser colaboradores de la guerrilla, así como también la muerte de miembros de la guerrilla que están en proceso de desmovilización.

Estas tensas relaciones entre las FARC-EP y el Gobierno pueden lesionar el proceso, pero más aún cuando la fragilidad del Gobierno se profundiza en el orden interno, debido a la crisis económica, los reclamos de los sectores campesinos, docentes, de salud y las contradicciones al interior de su gobierno con su vice-presidente Germán Vargas Llera, lo que se ha visto agravado por las acusaciones del ingreso de dinero de la empresa trasnacional brasilera Odebrecht, a su campaña presidencial en el 2012, que ha llevado al Presidente a rendir declaraciones el pasado viernes 21 de abril al Consejo Nacional Electoral.
Llama la atención que en medio de esta crítica situación interna de su gobierno, Juan Manuel Santos ordenará a su canciller, elevar al Secretario General de las Naciones Unidas la petición de que atienda el serio conflicto de gobernabilidad en Venezuela, buscando internacionalizar un conflicto interno y que como se sabe, no es más que una gran conspiración interna y externa contra el gobierno de Nicolás Maduro, creada y orientada desde Estados Unidos. La entrevista de los ex-presidente colombianos Andrés Pastrana y Álvaro Uribe con el presidente Trump, apadrinada por el senador republicano Marcos Rubio, operador de la oposición venezolana en Estados Unidos, solicitando la intervención en la tierra de Bolívar, evidencia que Colombia busca crear un conflicto con su vecino y justificar el plan intervencionista, como ha propuesto Luis Almagro, los 11 países latinoamericanos que lo apoyan en la OEA y el Comando Sur anunciado por su jefe el Almirante Kurt Tidd, sus declaraciones se corresponde con el decreto del ex-presidente Barak Obama, de que Venezuela es una «amenaza inusual y extraordinaria para los Estados Unidos».

* Tony López Rodríguez es periodista, politólogo y analista internacional cubano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.