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Fuertes críticas de la Iglesia por el gran superávit con un enorme costo social

El gobierno de Lula superó las metas del FMI, pero con una dura retracción de gastos

Fuentes: Clarín

Es tan ciego el FMI que sólo quiere llevarse dinero? ¿Es que el Fondo no quiere el bien de ningún pueblo? No son interrogantes de algún dirigente de la izquierda si no del cardenal primado de Brasil, Geraldo Majella Agnelo. Autoridad máxima de la Iglesia Católica brasileña, Majella, también arzobispo de San Salvador de Bahía, […]

Es tan ciego el FMI que sólo quiere llevarse dinero? ¿Es que el Fondo no quiere el bien de ningún pueblo? No son interrogantes de algún dirigente de la izquierda si no del cardenal primado de Brasil, Geraldo Majella Agnelo. Autoridad máxima de la Iglesia Católica brasileña, Majella, también arzobispo de San Salvador de Bahía, criticó ayer al gobierno de Lula da Silva por «celebrar» el superávit fiscal récord conseguido en el primer semestre de este año.

Para el prelado brasileño, que representa la opinión de la Conferencia Nacional de Obispos, ese «ahorro» público, es decir el superávit, se realiza a expensas de «un enorme costo social».

Desencantado con el perfil humanitario de un gobierno de corte socialdemócrata, Majella fue inclemente: «No veo que la recaudación récord se refleje en beneficios para el pueblo. La recaudación está por los cielos, pero no hay un centavo para la parte social».

En Brasilia festejaron, sin embargo, la capacidad de apriete fiscal de que es capaz el gobierno de Lula. Claro que gran parte del superávit primario, que superó holgadamente las demandas del Fondo Monetario Internacional, fue una consecuencia directa de la feroz retracción de gastos e inversiones del gobierno federal. Incluso, programas sociales calificados como de máxima prioridad, sufrieron los efectos de esa contención. La Ley de Presupuesto de Brasil autorizó al Poder Ejecutivo a invertir 4.100 millones de dólares. De ese monto, el gobierno utilizó apenas 5,57%.

En el primer semestre, Lula y sus ministros, más las provincias y los municipios, «economizaron» 15.400 millones de dólares, que fueron a pagar los intereses de la deuda pública.

Entre tanto, un ministerio considerado clave para el crecimiento económico, como el de Transportes, apenas pudo usar 0.85% del presupuesto aprobado por el Congreso para esa repartición (800 millones de dólares). En cuanto al Ministerio de Salud, otra cartera fundamental, sólo le fue posible emplear 6% del dinero que le habían asignado (830 millones de dólares).

Programas sociales pensados como la vidriera del gobierno de Lula pasan también por una gran estrechez. Por ejemplo, el plan Primer Empleo, destinado a los jóvenes de bajos ingresos, apenas ejecutó 0,2% del dinero oficialmente destinado a ese fin.

De acuerdo con una investigación realizada por el diario Folha de Sao Paulo, casi la mitad de los programas de máxima prioridad social desembolsaron menos del 10% de sus asignaciones. El caso paradigmático es el plan conocido como «inclusión digital», al que se le había otorgado 650.000 dólares y no se gastó ni un solo centavo.

Por eso, si bien no es la primera vez que se escuchan cuestionamientos de la Iglesia a la política económica de Lula, en esta oportunidad las palabras del cardenal Majella resultan muy duras. Y amenazan provocar una onda expansiva. Según el cardenal primado brasileño, Lula debe evitar «recaudar dinero a cualquier costo apenas para cumplir con los compromisos del Fondo Monetario y los acreedores». El prelado comparó la situación brasileña a la argentina para decir: «El Gobierno y el pueblo argentinos hablaron fuerte y consiguieron reducir el valor de la deuda. ¿Por qué Brasil no puede también hablar alto?»

Sao Paulo, 1-8-04
Correspondencia de Prensa