Desde el final del año pasado, se evidenciaba un cambio en la política económica del gobierno Dilma Rousseff, buscando atender las presiones de los grandes capitales, en alboroto con el agravamiento de las crisis que se avecinaba. En ese nuevo cuadro, más allá de penalizar centralmente a la clase trabajadora, las distintas fracciones dominantes que […]
Desde el final del año pasado, se evidenciaba un cambio en la política económica del gobierno Dilma Rousseff, buscando atender las presiones de los grandes capitales, en alboroto con el agravamiento de las crisis que se avecinaba.
En ese nuevo cuadro, más allá de penalizar centralmente a la clase trabajadora, las distintas fracciones dominantes que se beneficiaron de los gobierno del PT, comenzaban a disputar entre sí quién se iría a alzar con la carga de la crisis. Ese escenario ya explosivo se agudizó con la ampliación de la crisis política recurrente de la corrupción en Petrobras.
Sabemos que, en los partidos del orden, la corrupción es más una regla que una excepción. Pero cuando ella alcanza a un partido que tiene orígenes de izquierda como el PT, gana un sabor especial para las derechas. Ese factor trajo aparejado un componente explosivo para desestabilizar la alianza partidaria que dio sustento al gobierno Dilma Rousseff.
Además del PT, el PMDB también fue duramente golpeado por saque. Teniendo algunos de sus principales dirigentes acosados por la Operación Lava Jato, se iniciaron las dimisiones, justamente en el partido que garantizaba la mayoría de votos en el Congreso Nacional.
Se comenzaba a desmoronar el pacto frankenstein diseñado años atrás por Lula. Eduardo Cunha, político archiconservador, con fuertes relaciones con sectas religiosas y cuyo pasado floereció en la era Collor, de colaborador pasó a exigir que el gobierno se tomase de rehén, asumiendo el papel de la oposición.
Se dio, entonces, una conjunción explosiva: la ampliación de la crisis económica global y la victoria ajustada en la últimas elecciones, con una alta dosis de propuestas fraudulentas usada por casi todos los candidatos (basta recordar que Aécio Neves siempre negó que haría un ajuste si fuera electo). En seguida, vimos la intensificación de la crisis política, consecuencia de las denuncias de corrupción involucrando al PT.
La desestabilización del heterodoxo arco de alianzas que daba sustento al gobierno se profundizó y, si todo eso no bastara, las revueltas populares contra las medidas de «ajuste fiscal» ampliaron aún más la base social del descontento y de la rebelión. Todo eso que hizo aumentar la tensión creciente entre el PT, Lula y Dilma, permite ver que la descomposición política del gobierno avanza en cada medida que toma o deja de tomar.
Este cuadro turbulento fortaleció la contraofensiva de las derechas que consiguieron, a su modo tosco y rudo, politizar posteriormente, en 2015, las jornadas desarrolladas en junio de 2013, turbinando su bandera principal: luchar contra la corrupción del gobierno Dilma y presionar al Parlamento (que no pocas veces ejerció aventuras golpistas, como en 1964) para conseguir el apoyo institucional necesario para el impeachment.
Así se puede resumir el discurso agresivo de los conservadores: convivencia con la corrupción de las derechas, pero «guerra de movimiento» y de «posición» contra Dilma y el PT. Si así no fuera, la disolución política debería extenderse también al PSDB.
La ira conservadora se vuelve contra la totalidad de las izquierdas, sociales y políticas, incluso aquellas que hacen abierta oposición al gobierno Dilma, como el PSOL, PSTU y PCB, entre otros. Cuando hasta el papa de la Iglesia Católica va a Cuba, las derechas ven en los comunistas rabanitos de las vacaciones libres.
En medio del caos, el gobierno Dilma Rousseff, que un día apareció sólido, se evapora en pleno invierno desertificado. Pero todavía es difícil saber si se estancará en la crisis, se conseguirá recuperarse o si terminará pr zozobrar.
* Profesor titular de sociología de la Unicamp (Universidad de Campinhas), autor entre otros libros de «¿Adiós al Trabajo?» (Editorial Cortez) y la «Riqueza y Miseria del Trabajo en Brasil Volumen III» (Editorial Boitempo)
Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.