Primero fue don Margallo, el Ministro de Exteriores. Dijo lo que dijo sobre los resultados electorales del 14 de abril (¡la fecha la tienen atragantada las derechas españolas!). Más tarde, algunos empresarios con negocios e intereses en América Latina le llamaron un poco al orden, dijo otra cosa y rectificó sin reconocer que hubiera rectificado. […]
Primero fue don Margallo, el Ministro de Exteriores. Dijo lo que dijo sobre los resultados electorales del 14 de abril (¡la fecha la tienen atragantada las derechas españolas!). Más tarde, algunos empresarios con negocios e intereses en América Latina le llamaron un poco al orden, dijo otra cosa y rectificó sin reconocer que hubiera rectificado. Fue un malentendido señaló.
Vale, vale, de acuerdo, fue eso. No nos pongamos exquisitos.
Pero han vuelto a hablar. Y sin malentendidos esta vez. El gobierno de don Mariano ha decidido rebajar el nivel de la representación de España en la toma de posesión de Nicolás Maduro como presidente venezolano. ¡Pretende castigar a la revolución bolivariana, con el apoyo unánime de los medios de intoxicación hispánicos y la dura reacción neofranquista! No irá Felipe de Borbón, el hermano de doña Cristina, la imputada, sino la tercera autoridad del Estado, el presidente del Congreso de Diputados.
Los ciudadanos venezolanos bienintencionados acaso puedan pensar que teniendo en cuenta el antecedente de aquel infame «por qué no te callas», el gobierno ha tenido un átomo de consideración. No quieren meter la pata de nuevo; incluso ellos tienen sus límites.
Nada de eso. A pesar de que la Monarquía borbónica española es una institución en neta y cabalgante descomposición (el nivel de rechazo popular he llegado a sus máximos históricos), la decisión -tomada tras largas y numerosas reuniones- está directamente relacionada con el sendero conservador de siempre: abonar los nudos más serviles y reaccionarios de la política internacional. Como está mandado, como el Imperio dicta y ordena. Está en su ADN político, en todas sus bases.
Los antecedentes y características de la tercera autoridad del Estado están al alcance de todos. Wikipedia es una de las fuentes posibles (poco crítica por supuesto). Como si no fuéramos, como si el gobierno español no quisiera estar presente… aún estando presente para guardar las apariencias. ¡Que se lo guisen y se lo coman, y para ellos solitos! ¿Y doña Cospedal sin ilustraros con algunas de sus sesudas reflexiones sobre nazis, escraches, hipotecas y sacrificios?
Eso sí. Nos queda una carta de afable «venganza» política para los próximos meses (no hablo ya de años): en la toma de posesión de la presidenta (¡tiene que ser una compañera ciudadana!) de la III República de Sefarad, otra república democrática de trabajadores y trabajadoras, la ciudadanía española, con el apoyo de todas las nacionalidades y regiones hermanadas, espera gozosa y conmovida la presencia del presidente de la Venezuela bolivariana, el compañero Nicolás Maduro. ¡Hasta pronto presidente!
Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia)
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