Desde la década de los 70′, una nueva doctrina económica, política y social comenzó a extenderse por la mayoría de países del mundo. Esta doctrina nacía en contra del modelo que había impulsado el desarrollo del Estado de Bienestar y volvía a un modelo caracterizado por la reducción del Estado, las privatizaciones, el individualismo, la […]
Desde la década de los 70′, una nueva doctrina económica, política y social comenzó a extenderse por la mayoría de países del mundo. Esta doctrina nacía en contra del modelo que había impulsado el desarrollo del Estado de Bienestar y volvía a un modelo caracterizado por la reducción del Estado, las privatizaciones, el individualismo, la mercantilización de los derechos sociales y la acumulación de riquezas de aquellos que más tienen. Thatcher y Reagan fueron los impulsores políticos de la Revolución Neoliberal, auspiciados ideológicamente por Hayek, Mises o Friedman entre otros. El capitalismo entraba así en una nueva fase caracterizada por la subordinación de la economía real a favor de un mundo financiarizado especulativo.
El neoliberalismo se extendió rápidamente por todo el mundo, y América Latina fue uno de sus principales laboratorios de experimentación e implementación. Ecuador no quedaría ajeno a esta impronta y rápidamente se convirtió en vanguardia de sus políticas que llevaron al país a una situación de crisis política, económica y social que tienen su punto culmen en el feriado bancario del 99.
El feriado bancario, junto al resto de políticas de (des)ajuste, desencadenaron el empobrecimiento general de la población, el aumento de la desigualdad, la desconexión del poder político y el pueblo… y culminó con la dolarización de la economía ecuatoriana, con la consiguiente pérdida de soberanía del Ecuador en materia de política monetaria.
El malestar social iba en aumento. Unos se quedaban en casa sufriendo condiciones de vida infrahumanas, y otros hacían las maletas para salir (expulsados) del país buscando un destino mejor. Sin embargo, no perdieron todos. Hubo un ganador llamado Señor Banquero. Ellos fueron los beneficiados de esta crisis gracias a un raquítico Sector Público que hizo política económica a favor de este privilegiado agente económico-financiero.
Principalmente fueron 3 los destinos de aquellos que hicieron hacer las maletas y salir del Ecuador: España, Italia y Estados Unidos. En estos países confiaban encontrar un modelo más justo y unos políticos honestos que no estuvieran al servicio del gran capital. Pero tampoco fue así. La alegría duró poco porque le neoliberalismo hizo estragos por todas partes, y también en seno de los países centrales. Nuevamente, las mismas políticas para salvar a la banca en detrimento de las mayorías. Por ejemplo, aquellos que se fueron a España o Italia sufrieron desde el año 2008, una nueva ofensiva neoliberal: la salida de la crisis del neoliberalismo con más neoliberalismo.
En el caso de España, estas políticas llegan al extremo. La gran estafa bancaria de las hipotecas provoca que los bancos desahucien a ciudadanos de sus casas, pero con la obligación de tener que seguir pagando la deuda hipotecaria. Un robo financiero a favor del sector bancario. Muchos ecuatorianos, al igual que muchos españoles, sufrieron en carne propia este tipo de políticas anti humanas. Quedaron así miles de casas vacías y miles de familias sin casa. Los bancos, al igual que en el Ecuador de 1999, habían recibido dinero público para «sanear» sus cuentas aunque fuera a costa de «enfermar» a la ciudadanía.
En Ecuador, este próximo domingo 19 de febrero hay una importante cita electoral a la que uno de esos banqueros se presenta con todas sus credenciales. El banquero Lasso, ahora candidato presidencial, viene a representar al neoliberalismo en esta disputa electoral tan importante para Ecuador como para toda América Latina. Pero en la lista de candidatos opositores, Lasso no está solo. A él, también se suma otra candidata neoliberal, Cynthia Viteri, que presenta al banquero Mauricio Pozo como su Vicepresidente. La elección está clara: votar por la banca o votar por el modelo económico al servicio de las mayorías. Votar por un gobierno plutocrático al servicio del gran capital financiero o votar por un gobierno ciudadano.
Sergio Martín-Carrillo / Investigador CELAG
Artículo publicado en: http://www.celag.org/el-
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