La estrategia de Estados Unidos ha cumplido otra parte del elaborado guión de los círculos neoconservadores de Washington. El diseño de una nueva articulación institucional para el Iraq libre sigue adelante con la supuesta aprobación de la nueva constitución. Al margen de importantes detalles como el desconocimiento generalizado del pueblo iraquí sobre lo que se […]
La estrategia de Estados Unidos ha cumplido otra parte del elaborado guión de los círculos neoconservadores de Washington. El diseño de una nueva articulación institucional para el Iraq libre sigue adelante con la supuesta aprobación de la nueva constitución. Al margen de importantes detalles como el desconocimiento generalizado del pueblo iraquí sobre lo que se estaba votando, las condiciones especiales de la votación misma, en plena ocupación y con un enfrentamiento armado generalizado por todo el país, lo cierto es que casi nadie dudaba del resultado final de estos comicios. Igual que ha ocurrido en Afganistán, Palestina o Estados Unidos (ya no se acuerdan del affaire de Florida) el resultado ha sido el que tenía que ser, así está escrito y no hay margen para la sorpresa.
Desde algunas fuentes norteamericanas se señala la posibilidad de que la Casa Blanca esté preparando una salida airosa de la situación en la que se está metiendo. No podemos olvidar que en estos momentos los frentes abiertos por Washington abarcan todo el planeta y se hace muy difícil económica, militar o políticamente mantener esa posición. Para encarrilar su estrategia, los neoconservadores están esperando apoyarse en esta supuesta democratización del país y en la formación de un Ejército local, probablemente de darse esta situación la «asistencia militar» de los aliados de Estados Unidos podría también retomar su presencia en Iraq, si los nuevos dirigentes «elegidos democráticamente» así lo solicitasen.
Eso sería hacer política ficción. En estos momentos lo que es evidente es que esas premisas que tanto desea impulsar Bush no se están cumpliendo. La democratización del estado iraquí hace aguas por todos los lados., la corrupción y el rechazo a las fuerzas colaboracionistas por parte de la población crece día a día. Junto a ello no podemos olvidarnos de la fragmentación social que se está produciendo, que amenaza a la deseada «integridad territorial» que tanto demanda Occidente.
Y en cuanto a la formación de unas Fuerzas Armadas iraquíes capaces de sustituir al actual contingente de la ocupación, también está fallando. La mayoría de las fuentes señalan que la verdadera imagen de aquellas es cualquier cosa menos la que Estados Unidos pretende. Más que un ejército de carácter estatal, es una fuerza que para algunos está claramente dominada por las milicias armadas de los principales partidos políticos chiítas (CSRI y al Dawa) y por ello puesto al servicio de sus propios intereses. Mientras que otros también apuntan que a través de esas mismas fuerzas la presencia de los servicios de inteligencia del vecino Irán en el corazón de este nuevo ejército es también bastante evidente.
A pesar de los sonidos de campana que desde algunos medios occidentales se pretende otorgar al resultado electoral, la realidad de Iraq es mucho más cruda y compleja que esos análisis coyunturales, y si nadie lo remedia, el guión escrito desde Washington lleva al país a las puertas del mismo infierno, si es que todavía no han llegado el mismo.
GAIN