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Informe Anual sobre la seguridad alimentaria de la FAO

El hambre cuesta millones de vidas y miles de millones de dólares, según el informe de la FAO sobre el hambre

Fuentes: FAO

El hambre crónica abruma a 852 millones de personas en todo el mundo

Según el informe anual de la FAO sobre el hambre: El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo (SOFI 2004), el hambre y la malnutrición producen un enorme sufrimiento a las personas, por su causa mueren más de cinco millones de niños al año, y tiene un costo para los países en desarrollo de miles de millones de dólares por la pérdida de productividad y de ingresos nacionales.

«Cada año, más de 20 millones de lactantes nacen con insuficiencia de peso en el mundo en desarrollo», informa la FAO. Estos bebés corren más peligro de morir en la infancia, y aquellos que sobreviven a menudo padecen discapacidades físicas y mentales durante toda su vida.

La FAO señala que es lamentable lo poco que se hace para combatir el hambre, si bien los recursos necesarios para evitar con eficacia esta tragedia humana y económica son minúsculos en comparación con los beneficios de invertirlos en esta causa.

El informe añade que si no hubiera que pagar los costos directos de los daños producidos por el hambre, habría más recursos para luchar contra otros problemas sociales. «Una primera estimación sugiere que estos costos directos suman un total de aproximadamente 30 000 millones de dólares al año, más del quíntuplo de la cantidad comprometida hasta la fecha para financiar el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria.»

Además, también están los costos indirectos de la productividad y los ingresos perdidos. Por ejemplo, el informe indica que tolerar los niveles actuales de malnutrición infantil se traducirá en pérdidas de productividad e ingresos durante la vida de estas personas que ascienden a entre 500 mil millones y un billón de dólares al valor de hoy.

Es una ironía, añade el informe, que los recursos necesarios para afrontar el problema del hambre sean pocos en comparación con los beneficios que produciría invertirlos en este causa. Cada dólar invertido en la lucha contra el hambre puede multiplicarse por cinco y hasta por más de 20 veces en beneficios.

Sí se puede avanzar

Tomando en cuenta que el número de personas que pasan hambre en el mundo aumentó a 852 millones entre los años 2000 y 2002, es decir, un incremento de 18 millones de personas desde mediados de los años 90, los costos humanos y económicos del hambre no dejarán de aumentar si no se revierte esta tendencia. La cifra total de personas que sufren hambre se compone de 815 millones de personas en los países en desarrollo, 28 millones en los países en transición y 9 millones en los países industrializados.

Pero si bien en los países en desarrollo la lucha contra el hambre crónica no está logrando cumplir los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación y los Objetivos de Desarrollo del Milenio, respecto a la reducción a la mitad para el 2015 del número de personas que pasan hambre en el mundo, el informe afirma que todavía es posible alcanzar esta meta.

El informe indica que «más de 30 países*, que comprenden casi la mitad de la población del mundo en desarrollo, no sólo han ofrecido pruebas de que un rápido progreso es posible, sino también lecciones de cómo lograrlo.» Estos países redujeron en los años 90 el porcentaje de personas que sufren hambre por lo menos en un 25 por ciento.

En el Africa subsahariana la proporción de personas subnutridas «cayó del 36 por ciento -cifra que se mantenía desde el período 1990-1992, al 33 por ciento.»

Hartwig de Haen, Subdirector General de la FAO, del Departamento Económico y Social, dijo: «Es posible que la comunidad internacional todavía no se dé cuenta del beneficio económico que obtendría invirtiendo contra el hambre. Ya se sabe cómo eliminarla, es hora de aprovechar el impulso para lograrlo. Se requiere voluntad política y darle prioridad a este problema.»

Se exhorta a los países a adoptar un doble enfoque

SOFI 2004 indica que «tenemos amplias pruebas de que es posible lograr rápidos avances mediante la aplicación de una estrategia de doble vía, que ataque al mismo tiempo las causas y las consecuencias del hambre y la pobreza extrema. La primera incluye las intervenciones destinadas a mejorar la disponibilidad de alimentos y los ingresos de la población pobre, fortaleciendo sus actividades productivas. La segunda vía engloba los programas selectivos destinados a facilitar un acceso directo e inmediato a los alimentos para las familias más necesitadas.»

Para cumplir los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación y los Objetivos de Desarrollo del Milenio, SOFI 2004 recomienda que los países adopten programas a gran escala para promover principalmente la agricultura y el desarrollo rural, de los cuales dependen los medios de subsistencia de la mayoría de las personas pobres y que pasan hambre.

También se debería dar prioridad a las medidas que tengan un impacto inmediato en la seguridad alimentaria de millones de personas vulnerables, señala el informe.

La edición de SOFI de este año contiene una sección especial sobre La globalización, la urbanización y la evolución de los sistemas alimentarios en los países en desarrollo, que comenta los efectos de los acelerados procesos de globalización y urbanización en los sistemas de producción de alimentos.

Analiza también la propagación en los países en desarrollo de las grandes cadenas de venta minorista de alimentos, como los supermercados e hipermercados, y las repercusiones de este fenómeno en los pequeños campesinos.

La FAO afirma que en los países en desarrollo este nuevo fenómeno comercial plantea serios desafíos a los responsables de la toma de decisiones y que están tratando de desarrollar las zonas rurales y mejorar las condiciones de vida de los pequeños campesinos. La FAO recomienda elaborar políticas y programas que ayuden a los pequeños agricultores a aprovechar las oportunidades que ofrecen los nuevos y dinámicos mercados.

El documento además trata el fenómeno de la urbanización, el incremento del hambre en las zonas urbanas y las modificaciones de la alimentación asociadas a la acelerada urbanización, comprendido el aumento de enfermedades de origen alimentario no contagiosas. El informe señala que «muchos países en desarrollo se enfrentan actualmente a un doble reto: el hambre generalizada, por un lado, y el rápido aumento de la diabetes y de las enfermedades cardiovasculares, por el otro.»

*Los países que han reducido su porcentaje de víctimas del hambre por lo menos un 25 por ciento son: Angola, Benín, Brasil, Chad, Chile, China, Costa Rica, Cuba, Gabón, Ghana, Guinea, Guyana, Ecuador, Emiratos Arabes Unidos, Haití, Indonesia, Jamaica, Kuwait, Lesotho, Malawi, Mauritania, Mozambique, Myanmar, Namibia, Nigeria, Perú, República del Congo, Siria, Tailandia, Uruguay y Viet Nam.