La mayoría de los países pobres no avanzan lo suficiente para alcanzar los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio en materia de pobreza, hambre y mortalidad infantil, advirtió el Instituto de Investigaciones sobre Política Alimentaria (Ifpri).
La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptó en 2000 ocho metas que deben alcanzarse en 2015, pero hasta ahora muchas naciones en desarrollo no muestran grandes progresos para reducir la pobreza y el hambre a la mitad y la mortalidad infantil en dos tercios para esa fecha.
El informe de 60 páginas, titulado «El Desafío del Hambre 2007», emplea una herramienta conocida como Índice Global del Hambre para evaluar los avances realizados por 118 países hacia la concreción de esos objetivos.
El índice lo mide a partir de tres indicadores: mortalidad infantil, desnutrición infantil y el porcentaje de personas cuya alimentación no incluye suficientes calorías.
Según ese análisis, sólo América Latina, el Caribe, el área del Pacífico y el sudeste de Asia realizaron los avances necesarios. Las calificaciones para las otras regiones del mundo van desde «progresando pero no en el buen camino» hasta «estancamiento» y, aun peor, «rápido retroceso».
«Si no se acelera el ritmo del progreso, algunos países no alcanzarán» los objetivos, dijo Doris Wiesmann, la investigadora del Ifpri que elaboró el índice.
En América Latina, Cuba es la que más avances realizó. Venezuela aparece entre los últimos diez países, lo que indica un «retroceso lento».
La mayoría de las naciones rezagadas pertenecen a África subsahariana. Treinta y ocho de los 42 países de esta región están mal encaminadas en lo que hace a la mortalidad infantil, 35 en desnutrición infantil y 27 respecto de reducir el porcentaje de población con insuficientes calorías.
Nueve de los 10 países con los mayores niveles de hambre también se encuentran en esa región de África, según el estudio.
Sin embargo, Ghana y Mozambique realizaron «avances considerables» para reducir el hambre. Según los expertos, esto se debe a que Ghana tiene estabilidad política y Mozambique se está recobrando de décadas de guerra civil.
La violencia política y la corrupción frecuentemente no sólo determinan el nivel general de bienestar de una nación, sino que también contribuyen en la incidencia del hambre y las deficiencias nutricionales, según el informe.
Burundi y República Democrática del Congo, que aparecen en los últimos puestos del índice, sufrieron décadas de violencia étnica. Corea del Norte figura entre los últimos cinco a causa de su aislamiento, mal manejo de la economía y la militarización de la sociedad, señala el estudio.
Además de la inestabilidad política, otros factores que contribuyen a perpetuar el hambre son la discriminación de las mujeres, la epidemia de sida, la falta de educación y la ausencia de infraestructura de salud, dicen los expertos.
Mientras países del sur de Asia, como Bangladesh, India, Nepal y Pakistán tienen menores tasas de mortalidad infantil que África subsahariana y un mayor porcentaje de población que ingiere diariamente las calorías necesarias, al mismo tiempo se registran allí los casos más graves de desnutrición infantil. Más de la mitad de los bebés que nacen con bajo peso en el mundo lo hacen en esa región.
Las culturas del sur de Asia frecuentemente favorecen a los hombre por sobre las mujeres, indica el informe. En partes de India, por ejemplo, los hombres comen primero, dejando a las mujeres lo que ellos no ingirieron. Los hijos de madres desnutridas o anémicas tienen mayor posibilidad de nacer con bajo peso.
En países como Swazilandia, el hambre se mantiene a causa de otros problemas de salud vinculados con la pobreza y la inadecuada infraestructura sanitaria. Ese país ha sido devastado por la epidemia de sida en los últimos años y aparece antepenúltimo en el índice en cuanto a su progreso hacia los objetivos.
Wiesmann afirmó que, para superar los problemas de países como Swazilandia, «una revolución verde en África sería de gran ayuda, tal como en el caso del sur de Asia décadas atrás».
Se refería al espectacular aumento de la producción agrícola en los años 70 y principios de los 80, cuando el hambre en esa región era entonces incluso mayor que en África subsahariana.
Expertos de todo el mundo colaboran para desarrollar estrategias de autosuficiencia nutricional, como en los casos de los denominados «centros de atención terapéutica», que ahora son una práctica aceptada por la Organización Mundial de la Salud.
A diferencia de los centros que se dedican específicamente a la nutrición, que frecuentemente se encuentran a distancia considerable de las aldeas, los de «atención terapéutica» funcionan dentro de ellas a cargo de profesionales de la salud locales.
Por lo tanto, los pacientes «ya no tienen que pasar hasta 30 días lejos de sus casas» para su tratamiento, señaló el informe.
«En septiembre de 2000, líderes de 189 países adoptaron la Declaración del Milenio, un plan para atender las necesidades de las personas más pobres y hambrientas del mundo para 2015», dijo Wiesmann. «Ahora estamos a mitad de camino de esa fecha tope.»
«Al llamar la atención sobre las naciones y regiones que no están bien encaminadas para el logro de las metas de reducir el hambre y la mortalidad infantil, tenemos la esperanza de que el índice motive a los líderes locales y mundiales a tomar las medidas necesarias para que se concreten esos objetivos», concluyó Wiesman.