Go-tea 郭天 / Visual Hunt, CC BY-SA
Los beneficios que nos traerá el confinamiento, al contribuir a ralentizar la curva de contagiados de COVID-19 y así evitar el colapso de los servicios sanitarios, son un buen ejemplo de lo que la teoría económica llama un bien público. Este se caracteriza por dos propiedades: la de no rivalidad en el consumo y la de no exclusión. Toca ver ahora cuáles serán las decisiones del homo œconomicus al respecto.
Teoría: la intervención del Estado es necesaria
No hay rivalidad en el consumo de un bien público. Si el confinamiento surte efecto todos nos beneficiaremos de la vuelta a la normalidad. No habrá competición: mi beneficio no disminuirá el beneficio de otra persona.
No se puede excluir a nadie del consumo de un bien público. Los que no hayan respetado las normas de confinamiento se beneficiarán igual que los que las hayan respetado. Esta propiedad de no exclusión tiene un efecto perverso y genera un conflicto entre el interés individual y el interés colectivo.
Una persona que se preocupa exclusivamente de su bienestar individual tiene un incentivo para no confinarse. Si considera que tiene pocas posibilidades de enfermar podría seguir disfrutando de paseos y relaciones sociales, y aprovecharse de los esfuerzos de los demás. Este comportamiento se llama «free riding«.
Un free rider (un gorrón) no paga el coste de producir el bien público aunque se beneficia de él. Si todos actuamos de esta manera llegamos a una situación donde el bien público no se produce.
La teoría económica supone que las personas adoptan un comportamiento individualista y considera que la intervención del Estado es necesaria para la producción de los bienes públicos. La manera de conseguir los beneficios del confinamiento es que el Estado nos obligue a respetarlo. No se puede conseguir de manera espontánea.
Resultados de la economía experimental
La economía experimental permite testar la veracidad de ciertos presupuestos de la teoría económica. En particular, ha estudiado el comportamiento de los individuos cuando existe un conflicto entre el interés individual y el interés colectivo.
En el experimento de bienes públicos los participantes reciben una cantidad que tienen que repartir entre una cuenta pública y una cuenta privada. La cuenta pública tiene un rendimiento menor que la cuenta privada. A cambio beneficia a todos, mientras que la cuenta privada beneficia exclusivamente al individuo que ha invertido. Se pide que los participantes repartan la cantidad varias veces, después de observar la cantidad obtenida en la cuenta pública del periodo anterior.
Los diferentes experimentos que se han realizado muestran que algunos individuos se comportan como free riders: no contribuyen o contribuyen poco a la cuenta pública y se benefician de las contribuciones de los demás. Se estima que entre un 10% y un 30% de los participantes se comportan de esta manera.
El comportamiento más frecuente (el de al menos la mitad de los participantes) es lo que se puede llamar cooperación condicional. Los cooperadores condicionales contribuyen a la cuenta pública si los demás han contribuido en los periodos anteriores.
Otros participantes se comportan como cooperadores condicionales durante los primeros periodos y como free riders en los últimos. Finalmente, hay participantes que contribuyen de manera significativa al bien público. Unos individuos son altruistas y se preocupan por los pagos de los demás. Otros obtienen satisfacción por el hecho de contribuir (satisfacción moral). Sanciones monetarias y no monetarias (exclusión y aislamiento) aumentan la cooperación.
¿Cuál es el comportamiento en la situación actual de confinamiento?
Estos patrones de comportamiento en los experimentos pueden resultar útiles para explicar ciertos comportamientos observados estos días. Antes del estado de alarma se observaron comportamientos de free riding. Aunque las autoridades sanitarias recomendaban limitar las interacciones sociales, algunos ciudadanos participaron en eventos multitudinarios porque consideraban que ellos no corrían ningún riesgo. Todavía existe el free riding: individuos que no aceptan confinarse, a pesar de la obligación y las posibles sanciones.
Las reacciones frente a los refractarios se pueden explicar por la cooperación condicional: estaremos más dispuestos a respetar las normas si vemos que los demás también las respetan. La campañas como la de #Yomequedoencasa fomentan el altruismo, la satisfacción moral y la cooperación condicional. Y hay que esperar que en la situación actual los cooperadores condicionales no se cansen y se transformen en free riders. Las sanciones serán seguramente una medida efectiva.
En la práctica
La teoría económica y la experiencia justifican la intervención del Estado en un problema de salud pública como el actual. No todos los individuos contribuyen a un bien público de manera espontánea. Solo el Estado puede obligar a los ciudadanos a contribuir a un bien público.
En este caso la contribución tendrá que ser doble: por una parte, con el respeto de las normas de confinamiento; por la otra, con la contribución a la financiación de este esfuerzo. No habrá que olvidarlo a la hora de rellenar nuestra declaración de la renta.
Annick Laruelle. Profesora IKERBASQUE de Fundamentos del Análisis Económico, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Fuente: https://blogs.publico.es/otrasmiradas/30829/el-homo-oeconomicus-confinado/