«Aprendan a ver en lugar de mirar tontamente, actúen en lugar de charlar. / Y piensen que una vez eso estuvo por dominar el mundo! / Los pueblos consiguieron vencer; pero nadie / Debe cantar victoria antes de tiempo… / ¡aún es fecundo el vientre del que salió lo inmundo!». Con estas palabras, Bertolt Brecht, […]
«Aprendan a ver en lugar de mirar tontamente, actúen en lugar de charlar. / Y piensen que una vez eso estuvo por dominar el mundo! / Los pueblos consiguieron vencer; pero nadie / Debe cantar victoria antes de tiempo… / ¡aún es fecundo el vientre del que salió lo inmundo!».
Con estas palabras, Bertolt Brecht, culminaba su maravillosa obra de teatro La Resistible Ascensión de Arturo Ui, en la que denunció el ascenso del fascismo en Alemania y el resto de Europa, así como la postura complaciente de las potencias capitalistas de la época.
La situación hoy en Venezuela no puede ser banalizada ni asumida como las posturas calenturientas de unos caribeños que no saben sentarse a conversar. Lo que está sucediendo en Venezuela es que el fascismo pretende, una vez más, liquidar las conquistas del pueblo y arrasar con el Gobierno y el proyecto que ese mismo pueblo respaldó libremente y en las urnas.
El pueblo venezolano ha resistido estoicamente «guarimbas» (manifestaciones violentas), golpes de Estado, paros patronales, cierre de universidades por parte de sus propios rectores de oposición, el desconocimiento de todos los procesos electorales, guerra económica, golpes blandos, desabastecimiento provocado, las terribles manipulaciones en torno a la enfermedad y muerte del comandante Hugo Chávez, entre otras decenas de estrategias elaboradas por los think-tank financiados por el imperialismo norteamericano. Y sin embargo, ese pueblo ha soportado estos con firmeza y continúa resistiendo.
La estrategia de la oposición es clara: sostener un permanente conflicto que doblegue a la base social del chavismo y por tanto reduzca los niveles de apoyo al proceso bolivariano. Ya sea para tomar el poder a través de un golpe de Estado o bien triunfando en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015 o promoviendo un referendo revocatorio del mandato presidencial en 2016.
Es la estrategia «del policía bueno y el policía malo», por eso jamás la «oposición moderada» critica a la «oposición radical» o viceversa. Cualquiera de las dos estrategias en curso -el golpe o el desgaste para luego medirse en elecciones- tiene el mismo objetivo: hacerse del poder y echar atrás la Revolución Bolivariana.
«Venezuela no escapa a la fascistización -aún cuando cabe advertir que el poder popular, que imbrica Estado y Pueblo, es un disuasivo eficaz. El huevo de la serpiente está presente, anidado en el odio y el sentimiento de violencia de un sector social y político que conducen elementos definitivamente no democráticos, que emplean cualquier escenario para estimular la regresión. Estos utilizan dos vías: una, abiertamente subversiva y, otra, con apariencia institucional desde la cual atacan al Estado de derecho», decía el destacado periodista y político José Vicente Rangel en julio de 2012.
Los actores
Para esto, la oposición venezolana también ha adoptado dos estrategias distintas: apelar a las viejas figuras de la política venezolana, militantes del Partido Social-Cristiano Copei y de Acción Democrática conocidos en todo el mundo pero profundamente desprestigiados dentro del país como los interlocutores válidos de la oposición ante el concierto de las naciones.
Miríadas de ex diplomáticos venezolanos pertenecientes a las filas de la IV República (cuando se perseguía a los comunistas y la consigna para las fuerzas de la represión era «disparar primero y preguntar después») pululan en organismos internacionales y en giras por los diversos países para intentar restar legitimidad al Gobierno de Nicolás Maduro, como antes hicieron con el del comandante Hugo Chávez.
Estos expertos en agitar el hielo de los vasos y codearse con lo más refinado de las clases dominantes en cada país, han dejado fuertes lazos (muchas veces económicos) que suponen les garantizan la condena al Gobierno venezolano.
Si bien en algunos países han obtenido resultados positivos, particularmente en nuestro continente se han enfrentado a una barrera de solidaridad de pueblos y gobiernos, que pretenden descalificar convirtiendo en supuestos tráficos de prebendas las relaciones cada vez más estrechas entre Venezuela y América Latina.
La otra estrategia consiste en colocar directamente al frente de la oposición a «fichas» de las más aristocráticas familias de Venezuela. La oligarquía salió a pelear por lo que considera suyo y lo hizo poniendo al frente a los dueños del negocio.
Las mismas familias que traicionaron a Bolívar, las que se adueñaron de las tierras, las que entregaron el petróleo, las mismas que auparon las diversas dictaduras del siglo XX venezolano.
Así aparecen María Corina Machado Zuloaga, Leopoldo López Mendoza, Henrique Capriles y otros. Estos apellidos que en Uruguay pueden no significar nada, en Venezuela representan a los amos del país desde la colonización hasta nuestros días.
Y aparecen como se planta un oligarca: con petulancia, exigiendo, imponiéndose, pretendiendo echar abajo todo lo que se interponga en su camino.
Es así que participan de golpes de Estado, firman decretos que suprimen los poderes, asaltan le Embajada de la República de Cuba, queman la Ley de Tierras públicamente, intentan liquidar al Gobierno una y otra vez.
Y cada vez, el pueblo venezolano resiste y resiste y resiste. Y demuestra una y mil veces más que está dispuesto a ser libre.
Apropiarse de los mensajes
Además de utilizar una estrategia legal y otra que busca derribar el Estado de derecho, así como de utilizar dos tipos de actores distintos, la oligarquía venezolana ha pretendido usurpar las banderas, los símbolos y el mensaje de los revolucionarios y la izquierda en general.
Particularmente han intentado apropiarse de los reclamos en torno a los derechos humanos, invirtiendo totalmente la lógica y pretendiendo consolidar la impunidad para los violadores de los mismo, contraria a la verdad, justicia y reparación imprescindibles para las víctimas y para la construcción de una sociedad que pueda mirar hacia adelante.
«Los torturadores de ayer son los golpistas de hoy, los que nos masacraron por décadas», expresó este martes el presidente Nicolás Maduro, quien reivindicó la memoria de los más de 3.000 venezolanos desaparecidos durante el 27 de febrero de 1989.
«En los 60 los venezolanos vivieron la persecución y el asesinato de quien había sido presidente de la Junta Patriótica, Fabricio Ojeda, en el Palacio Presidencial, lo ahorcaron, y no hubo pronunciamiento de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), de la Organización de Estados Americanos (OEA) o de ningún gobierno de Estados Unidos, la masacre era dirigida por la misión norteamericana que estaba en Fuerte Tiuna, entrenando sobre tortura a nuestros cuerpos de seguridad», agregó.
En la década de los 70, el pueblo vivió asesinatos selectivos, «de revolucionarios como Jorge Rodríguez. Lo capturaron el 23 de julio de 1976, lo llevaron a la Disip y lo torturaron sin parar dos días. Apareció el ministro de entonces (…) diciendo que había muerto de un ataque al corazón», agregó.
Entre los responsables de las muertes de los 60, 70 y 80 estaba Antonio Ledezma (ahora Alcalde de Caracas), hoy capturado por haber sido implicado en la preparación de una serie de atentados golpistas que iban a ser perpetrados por algunos militares y civiles.
Le recomendamos investigar sobre lo que estamos afirmando aquí. Quizás releer algunas de las pasadas notas publicadas en El Popular y que están publicadas en cajaderespuestas.blogspot.com. Solamente hay que horadar un poquito el cerco mediático, quitarse los posibles prejuicios y animarse a buscar a través de la cáscara del huevo de la serpiente.
No debió suceder
Hace apenas unas horas, en la ciudad de San Cristóbal, se produjo el asesinato de un adolescente de 14 años por parte de un funcionario policial que le disparó en el rostro.
El defensor del pueblo, Tarek William Saab, calificó como un hecho lamentable el suceso y exigió «condenar de manera contundente la acción impropia de este funcionario policial, esperamos que sea por el delito de homicidio en su máxima expresión para que sea ejemplarmente sancionado (…) No hubo ni habrá impunidad».
«Condeno este asesinato», dijo el presidente Nicolás Maduro a pocas horas del mismo. «Quiero transmitir mis condolencias a los padres», agregó, al tiempo que anunció que el efectivo responsable del vil crimen ya estaba detenido.
El mandatario se dirigió a la oposición y les dijo que si «quieren hacer política o los que quieren construir modelos alternativos al socialismo, a la democracia protagónica, a la constitución o al Plan de la Patria, háganlo, pero en paz respetando la Ley, luchando leal y pacíficamente. Basta de conspiraciones y doble bandas, se acabó en Venezuela. No lo voy a aceptar mientras esté yo aquí como Presidente», concluyó.
* Publicada originalmente en el semanario El Popular (Montevideo, Uruguay, número 297, 27 de febrero de 2015)
Fuente: http://cajaderespuestas.blogspot.com/2015/03/el-huevo-de-la-serpiente.html