El 16 de mayo del pasado año, seis meses antes de que la victoria electoral de Barack Obama cerrase el ciclo de derrotas políticas del movimiento neoconservador norteamericano, un comentario irónico de Satyam Khama en una página web progresista desataba un diluvio de comentarios de sus lectores. ¨Un prominente sitio web neoconservador va abajo¨, era […]
El 16 de mayo del pasado año, seis meses antes de que la victoria electoral de Barack Obama cerrase el ciclo de derrotas políticas del movimiento neoconservador norteamericano, un comentario irónico de Satyam Khama en una página web progresista desataba un diluvio de comentarios de sus lectores. ¨Un prominente sitio web neoconservador va abajo¨, era su título, y se refería a la imposibilidad de consultar la página oficial del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano, el programa neo que desde junio de 1997 proclamase los objetivos estratégicos a lograr por los Estados Unidos para la recuperación de su liderazgo mundial. Es bueno recordar que esta especie de hoja de ruta imperial sirvió de plataforma al gobierno de George W. Bush para desatar las guerras expansionistas y hegemónicas que se disfrazaron en guerras contra el terrorismo, a partir de los sucesos del 11 de septiembre del 2001.
Satyam Khama tenía toda la razón del mundo para ironizar con la noticia, y sus lectores para sentir júbilo y bromear con la situación: la página web de los representantes mimados de las grandes corporaciones del Oeste, del Complejo militar-industrial, del lobby sionista y de las agencias de inteligencia no caía derrotada por la censura, ni corroída por las guerras culturales ni la batalla de ideas, sino por una razón mucho más pedestre: el no pago de su hospedaje durante más de dos meses.
Pero más allá de las bromas y el júbilo, pronto se fueron abriendo pasos las dudas del sentido común en el intercambio de comentarios de los lectores provocados por el comentario de Satyam Khama. En rigor, ¿cómo entender que a la insolvencia de ideas y de razones históricas que justificasen sus posturas políticas y su desmedida afición por los métodos represivos y el uso desproporcionado de la fuerza militar, dentro y fuera del país, los neoconservadores uniesen ahora la insolvencia económica?
Y fue el análisis de este lado de la cuestión la que propició el consenso final, tras emitirse más de 160 opiniones y debatirse todas las aristas del futuro de un movimiento que copó, en los últimos 30 años, los escenarios principales de la derecha norteamericana, venciendo a rivales poderosos como los conservadores tradicionales, los libertarios, los paleo-conservadores, la Nueva Derecha y la derecha radical; que formó gobierno y aportó los funcionarios de más alto rango en todas las administraciones republicanas, desde Ronald Reagan hasta el presente; que marcó la pauta para el despliegue de una política exterior confrontacional y aislacionista, basada en un supuesto excepcionalismo norteamericano; que diseñó las más agresivas políticas militares y de seguridad nacional, jamás antes implementadas, y que impuso al resto del mundo, mediante malabarismo teóricos, presiones y chantajes, las políticas neoliberales de las Escuelas de Chicago y Stanford. ¿Cómo un clan tan poderoso, que disfrutó de las más entusiastas bendiciones del American Enterprise Institute, de Rand Corporation, de Heritage Foundation, y otros tanques pensantes millonarios, es incapaz de pagar una simple tarifa de hospedaje de su página web en Internet?
Y, claro está, lo absurdo de la situación, disparó las señales de alarma y provocó una interesante zambullida de los lectores en las profundidades de ese mar tormentoso y surrealista que es el movimiento neoconservador norteamericano. Y las sospechas aumentaron en la medida en que se recordaba que estos seguidores de la filosofía maquiavélica de Leo Staruss, estos adoradores del genio perverso de un estratega de la talla de Albert Wolhstetter, siempre se jactaron, en voz alta y sin remordimiento alguno, de que habían aprendido de sus maestros que el secreto y el engaño son las normas de la vida política, y que una elite decidida y cohesionada por lealtades y fanatismos compartidos, era capaz de torcerle el rumbo a la Historia, si antes se había despojado, decían, de remilgos y escrúpulos innecesarios, y de toda sombra de esas molestias inútiles que son la moral y los principios.
Los lectores de Satyam Khama, justificadamente escépticos, no creyeron en la hábil jugada de engaño, en el mensaje taimado de aceptación de la derrota que los siempre arrogantes neoconservadores enviaban con aquella humilde aceptación de su insolvencia. ¨El PNAC, como los zombies, nunca muere-alertaba un lector identificado como ¨Political Jerk¨-Regresarán, se infiltrarán de nuevo en nuestra política exterior y la contaminarán de nuevo con sus ideas malvadas¨. Para ¨Mary¨, los neoconservadores,… ¨regresarán reencarnados, tan malvados como siempre fueron¨. ¨Noliesplease¨, alertaba, por su parte, que… ¨esto no acaba aquí. Los neocons controlan la Reserva Federal, y seguirán manipulando al resto del mundo para su propio beneficio.¨ Robert Seattle vaticinaba que…¨pasados seis meses, el sitio web volverá¨, lo cual no era compartido por ¨Wmhogg¨, un especialista en programación. ¨El anuncio que aparece, anunciando que el sitio ha sido suspendido, demuestra que la suspensión no está motivada por un retorno planificado. Para esos casos se dejan anuncios que respondan a las preguntas de los usuarios, especialmente cuando la página se restablecerá. Este no es el caso, lo cual demuestra que el PNAC perdió su interés en él, y probablemente por ello dejaron de pagar dos o tres meses por el hospedaje. Pero estos tipos(los neoconservadores) gastan mucho más en comidas y bebidas durante una cena, que lo que tendrían que pagar aquí…¨
Las opiniones críticas hacia los neoconservadores y su Proyecto para el Nuevo Siglo Americano iban subiendo de tono, en la medida en que se debatía la sospechosa suspensión de su web oficial, por falta de pago. ¨Maplestreet¨ expresaba sus ¨…fuertes sospechas de que han cerrado la web, con toda intención, para eludir la posibilidad de que cualquiera de sus palabras pueda ser usada en su contra¨. Para ¨Zuch¨, ¨los principios neoconservadores no morirán hasta que no se les clave una estaca en el corazón. Regresarán bajo un nuevo manto de plumas¨, en lo que coincidía ¨1984¨, al afirmar que…¨la agenda neoconservadora sigue viva¨. ¨Piltdown¨ iba aún más lejos: ¨Los del PNAC no se van, se quedan agazapados en lo profundo del nuevo gobierno. No quieren llamar, por ahora, la atención. Necesitan ser olvidados por un tiempo¨. En ese mismo sentido, sentenciaba ¨Singe_101¨: ¨El PNAC ha pasado a la clandestinidad. Se retiran hasta el 2012, donde seguirán con su misa y Obama será ofrecido como el cordero del sacrificio¨
Las sospechas y acusaciones contra los neoconservadores en aparente fuga, eran resumidas por ¨Conniptiontift¨, ¨Ann Gunnuts¨ y ¨Watching Closely¨, quienes respectivamente concluían:
-¨¿ Alguien encendió la luz, que las cucarachas están huyendo a esconderse¨
– ¨Los tipos del PNAC son traidores y seguirán siéndolo hasta ser detenidos. Hay que arrestarlos, condenarlos y ejecutarlos por traidores a los Estados Unidos, por el bien de la nación y el mundo¨
-¨Este es un intento para que los olvidemos. La mayoría de la gente en este país no sabe nada del PNAC. Puede que regresen bajo un nuevo nombre y aspecto, de hecho, ellos están seguros de que regresarán. Pienso que son los nuevos nazis…¨
No estaba nada desencaminados quienes, en mayo del 2008, cuando George W. Bush aún no había dejado la presidencia, anunciaban que la inminente derrota electoral neoconservadora no significaría su retirada de la escena política norteamericana, ni la aceptación de su desplazamiento del poder. Hay pruebas de que, antes de la victoria de Obama, comenzó un repliegue organizado, de lo cual es muestra la salida del gobierno en el 2007 de Karl Rove, cuando era evidente la debacle que se avecinaba. Los planes pasaban por el desmantelamiento del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano y su sustitución por otra organización similar. Por ello, en un editorial de u nebuloso proyecto ¨Fronteras de Libertad¨, el propio Rove afirmó:
¨En el 2012 Estados Unidos necesita de otro presidente Reagan¨
Pues bien, transcurrido apenas un año, y casi al arribar el presidente Obama a sus primeros cien días en el cargo, he aquí que se empiezan a cumplir, con pasmosa exactitud, las profecías de aquellos avispados lectores de Satyam Khama: en marzo del 2009 se anunció la aparición de una organización neoconservadora que pretende ser el relevo transformista del extinto PNAC: la Foreign Policy Initiative (FPI), un producto de la conjunción de los esfuerzos de William Kristol, hijo de Irving Kristol, padre del movimiento, de Robert Kagan, uno de los fundadores del PNAC, y de Dan Senor, alto funcionario de la administración Bush.
Un análisis de Daniel Luban y Jim Lobe, aparecido el pasado 26 de marzo en ¨CommonDreams.org¨, resume la situación y pone en perspectiva este contraataque imperial:
¨ La creación del FPI puede ser una señal de que sus fundadores(los neoconservadores), esperan lograr una política exterior más agresiva durante sus años de exilio de la Casa Blanca, con el objetivo de lograr su retorno al poder¨.
Como diría mi abuelo, ¨perro huevero, aunque le quemen el hocico…¨
Para entender, en profundidad, los planes neoconservadores de regresar al poder en las elecciones del 2012, es necesario precisar mejor las razones de su salida, de la debacle que, en noviembre del 2008, hizo que el electorado norteamericano en las urnas, y mucho antes, el establishment desde las sombras, coincidieran en que su tiempo había pasado y que era hora, por razones diferentes, de propiciar un relevo político en la Casa Blanca.
Acostumbrados a usar un lenguaje apocalíptico para denunciar los supuestos peligros y amenazas que acechan a la nación, ¨mientras esta duerme¨, y en consecuencia, eternos promotores de guerras, crecientes presupuestos militares y de seguridad, recortes de las libertades públicas, los derechos civiles y la vigencia de la Constitución; partidarios de invasiones y ocupaciones de otros países, de imponer la democracia que dicen defender, sin tener en cuenta las leyes ni el orden internacional, proclives a llenar el planeta de centros ilegales de detención, campos de concentración y de tortura, los neoconservadores sufrieron un gran desgaste político durante los ocho años de administración de George W. Bush, de la cual fueron ideólogos, doctrinarios y artífices, tras copar sus más altos puestos . Fracasaron al intentar aplicar, a inicios del Tercer Milenio, las mismas recetas expeditas de ¨fuerza militar y claridad moral¨ que tan buenos resultados les reportaron durante la década de los 80, del Siglo XX, cuando jugaron el mismo papel durante la administración Reagan.
En el 2004, al producirse la victoria electoral que otorgó un segundo mandato a Bush Jr, y en consecuencia, la prolongación de el programa de contrarrevolución y extensión definitiva de la hegemonía imperial norteamericana en las condiciones del mundo unipolar, que fue el Proyecto para un Nuevo Siglo Americano, vaticiné que… ¨en la medida en que el movimiento neoconservador represente con fidelidad y defienda con éxito, como hace hoy, los intereses de las grandes corporaciones que dominan los Estados Unidos y el mundo, y especialmente, del Complejo militar-industrial, a los cuales debe alimentar con guerras infinitas y crecientes gastos militares, gozará de su apoteosis. Cuando deje de ser necesario, u ose rebelarse, creyéndose poseedor de voluntad o poder propios, será fulminado por algún rayo de Júpiter Tonante o hundido para siempre en el Averno¨[1]. Es en buena medida lo que ha ocurrido, no porque los neoconservadores no encarnasen fielmente estos intereses imperialistas, sino porque no han tenido el éxito esperado en su defensa y promoción. Algunas señales de semejante descalabro, que sin dudas influyeron en el ánimo de sus patrocinadores, a la hora de inclinar su voto ante los candidatos a las elecciones del 2008, fueron:
-La crisis económica y financiera global, que ha estremecido a las grandes corporaciones, y a los cimientos del capitalismo mundial, comparada por Joseph Stiglitz con lo que representó la caída del Muro de Berlín para el comunismo.
-El empantanamiento de las guerras de Irak y Afganistán y el descrédito en que ha caído la nación y las soluciones militares para resolver los problemas de la Humanidad.
-El ascenso de las luchas sociales y las ideas socialistas, de la defensa de la democracia y la soberanía, especialmente en América Latina, pero también en otras regiones del planeta.
-El aislamiento internacional de los Estados Unidos y la pérdida de sus aliados tradicionales en Europa y otras regiones. La imposibilidad de imponer sus planes de la manera tradicional.
-La crisis cultural, ética, cívica y simbólica del modelo estadounidense, y del capitalismo globalizado.
Cuando en el 2006 uno de los neoconservadores de primera fila, como Francis Fukuyama, desertó de sus filas y publicó el libro ¨America at the Crossroad: Democracy, Power and the Neoconservative Legacy¨, fijo sus discrepancias de fondo con ese proyecto apelando a su excesivo uso de las respuestas y soluciones militares para los problemas complejos del mundo, muchos de los cuales dependen más de respuestas culturales y sociales. No es casual que le haya tocado el turno de gobierno a una administración que dice basar sus planes en el consenso, el cambio, la diplomacia pública y el poder suave e inteligente. Y que haya llegado al poder apoyado por buena parte del mismo establishment que antes lanzó a los neoconservadores a la cima.
Lo que ha provocado el regreso de los demócratas y liberales vencidos de ayer no se debe tanto a su rápida capacidad de recuperación, ni a su capacidad de liderazgo partidista, como a los errores garrafales cometidos por los neoconservadores y el agotamiento de un modelo que estaba desmontando autoritariamente las instituciones y valores del país. Un conjunto de crisis y reveses de gobernabilidad, financieros, de representación, culturales, simbólicos, militares, diplomáticos, ideológicos y cívicos se conjugaron para hacer del proyecto neoconservador un proyecto impopular y derrotado, desgastado y carente de credibilidad dentro y fuera del país. En ese escenario, no es de extrañar que el propio establishment, haciendo gala de su experiencia política, su astucia y su sentido de auto-conservación, haya apoyado ese cambio de enfoque y de políticas, de prioridades y de estilos que tuvo en la figura de Barack Obama su buque insignia, por sus virtudes, su biografía y condiciones, pero que no representa necesariamente un cheque en blanco al partido Demócrata, ni a los liberales, pues la política real en esa nación, ya se sabe, está por encima de las diferencias partidistas y anida allí donde radican los grandes intereses económicos, que están por encima de los partidos.
Los tiempos del cambio no se iniciaron con los discursos electorales del, por entonces, joven y prometedor senador negro de Illinois, sino con las evidencias de fraude que surgieron desde la primera elección en la que resultó vencedor George W. Bush, en el año 2000, y que se aceleraron con los sucesos del 11 de septiembre del 2001, las guerras desastrosas de Irak y Afganistán, las medidas represivas instauradas en el país, de las cuales fueron símbolos el Acta Patriótica, la prisión de la Base Naval de Guantánamo, la legalización de los secuestros y las torturas, y el nuevo fraude del 2004. Todo ello, junto a la sensación de decadencia y aislamiento, de descrédito y derrota nacional que acompañó a los dos períodos de Bush Jr, fueron detonantes de una situación que, como se puede apreciar, tuvo su final en los comicios presidenciales de noviembre del 2008, pero que empezaron mucho antes.
La resistencia de los pueblos, el ascenso de las luchas sociales, el triunfo de modelos alternativos en América Latina, especialmente el aporte de Cuba y Venezuela, fueron también contribuyendo al desgaste y descrédito de esa estrategia imperialista de dominio global que es el movimiento neoconservador. No poco influyó la existencia de Internet como vía alternativa de difusión de ideas e informaciones, ampliamente usada por las clases y grupos resistentes al imperialismo. También jugaron su papel las reservas morales y cívicas de la nación norteamericana, de sus instituciones democráticas que son, en gran medida, contrarias a los métodos imperialistas y totalitarios, típicos de las políticas neoconservadoras.
Pero ya se sabe, la condición neoconservadora implica la tozudez y la arrogancia de políticos y doctrinarios fanáticos, que se creen predestinados a iluminar a las turbas de ciudadanos norteamericanos con su sapiencia; que están seguros de tener la sagrada misión de conducir a la Humanidad hacia la Verdad Revelada, como Moisés condujo a su pueblo a través del desierto. Por todo eso, ¡pobre del analista político que imagine que este clan ha aceptado cívicamente su derrota y se ha sumido en el examen y rectificación de sus errores!
Entre las razones que hacen pensar a los neoconservadores que un regreso republicano en el 2012 es posible, están la crisis económica global que legaron a los demócratas, y que bien podría tener una salida de derecha, si sus consecuencias o duración rebasasen las previsiones; el desgaste político del gobierno de Obama, si fuese incapaz de cumplir sus promesas electorales o estar a la altura de lo esperado; la ocurrencia de nuevos ataques terroristas a gran escala; el empantanamiento de las guerras de Irak y Afganistán, o una vuelta de las ideas socialistas o revolucionarias, a escala planetaria. Cuentan también con que las políticas de soft y smart power propugnadas por la nueva administración, una vez implementadas, pondrían en peligro las ganancias del complejo militar-industrial, y el poder indiscutible de la comunidad de inteligencia del país, lo cual se tornaría intolerable.
En este sentido, la tarea actual del movimiento es la reconstrucción de las filas neoconservadoras, para lo cual cuentan con el apoyo del movimiento fundamentalista religioso nacional, o teo-conservadores, que ve con malos ojos las medidas demasiado audaces de una administración que ya levantó las prohibiciones para la experimentación con células madres, con fines médicos, las que habían sido excluidas bajo argumentos éticos de raíz cristiana. Otras alianzas no son descartables, por ejemplo, con los conservadores tradicionales o paleo-conservadores.
Para constatar los nuevos argumentos de los neoconservadores contra el gobierno de Obama, y la manera en que ya comienzan a ejercer la oposición despiadada que acostumbran, debe verse el discurso de Charles Murray en la cena anual del American Entreprise Institute, del pasado 11 de marzo, al recibir el premio ¨Irving Kristol¨.
En resumen, los neoconservadores siguen siendo una fuerza en la arena política norteamericana, que espera agazapada, lista para saltar, los errores y el desgaste de la actual administración. Vienen de una tradición en la que el dominio de los medios, el uso de la mentira, el chantaje con amenazas exteriores, la más absoluta falta de escrúpulos, y la exacerbación de los miedos del ciudadano promedio, garantiza buenos dividendos políticos, sin importar los fracasos anteriores, ni su número reducido. Su futuro va estrechamente ligado al futuro político del actual presidente y lo que significa.
Es por ello que apenas comienza este remake del que es apenas el inicio la fundación de ese clon transformista del Proyecto para Un Nuevo Siglo Americano que es la recién estrenada Foreign Policy Initiative (FPI) neoconservadora.
La lucha entre los Estados Unidos del cambio y la esperanza que dice encarnar Obama, y las peores tendencias del imperialismo brutal, totalitario y fanático que representan los neoconservadores, no ha hecho más que empezar.
Y este remake se llamará ¨La Pasión de Obama¨.
[1] Eliades Acosta Matos: ¨El Apocalipsis según San George¨. Casa Editora Abril. La Habana, 2005, P. 344