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El Imperio en el Año 2005

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Carlos Sanchis

El desarrollo mundial en el 2005 estará determinado por los eventos y tendencias más importantes  acaecidas en el 2004.

Ante todo, el 2004 demostró de la manera más dramática y definitiva que la máquina del ejército imperial norteamericana puede ser derrotada. La resistencia iraquí ha demostrado que el Imperio norteamericano no es invencible. Con más de 1500 muertos en combate, cerca de 25000 soldados heridos y más de 35000 afectados por graves «enfermedades mentales», el ejército de ocupación norteamericano es incapaz de llevar la guerra colonial a una conclusión victoriosa. Las fuerzas coloniales norteamericanas y sus satélites se enfrentan a más de 100 ataques diarios por todo el país. Informes fiables de soldados que retornan sugieren que la desmoralización y la desafección es absolutamente penetrante. En contraste, la resistencia iraquí está creciendo, al entrar miles de nuevos voluntarios en combate; el 95% de los cuales son iraquíes.

La resistencia iraquí y la debilidad norteamericana significan que es improbable que los EE.UU. lancen una guerra importante por tierra a cualquier «país enemigo» en el 2005 – (Irán, Siria, Venezuela). La menguantes fortuna de la guerra colonial norteamericana y la creciente retirada de las fuerzas satélites (Hungría, Polonia, Ucrania) provocarán un importante debate en 2005. Varios dirigentes del partido demócrata, incluida Hilary Clinton, republicanos y sionistas están pidiendo profundizar la guerra y movilizar más tropas; hasta 100 000. La mayoría de los congresistas «liberales» críticos con Rumsfeld son más belicosos, más militaristas: el 2005 va a ver una mayor implicación militar de los EE.UU. en Irak, más bajas y una creciente oposición de las familias de veteranos, soldados que regresan y » americanos medios».

Durante los inicios del 2005 la economía norteamericano continuará expandiéndose basada en la financiación externa y en las ganancias especulativas. El acusado declive del dólar en el 2004 se acelerará en el 2005 y llevará a que se evaporen importantes reservas del dólar. A mediados del 2005, podemos esperar una crisis importante en la economía dolarizada, un descenso severo en el stock de los EE.UU. y una venta general de dólares devaluados en Japón, y posiblemente en China. Es probable que esto provoque una crisis económica general que debilitará las bases domésticas del Imperio norteamericano.

Los conflictos de las elites dentro de los EE.UU. se intensificarán a una escala sin precedentes. Los «nuevos militaristas» (demócratas liberales, neo-conservadores y sionistas) se enfrentarán a Bush/Rumsfelt «debilitados» en Oriente Medio. El ejército profesional y las fuerzas de seguridad (FBI) desafiarán el control sionista / neo-conservador de la política del Pentágono. Tendrán lugar arrestos y procesos a líderes del mayor lobby israelí, la AIPEC, acusados de espiar para Israel y pueden provocar divisiones entre las organizaciones judías principales. Igualmente importante, aumentará el conflicto entre los ideólogos neo-conservadores del Pentágono y las principales multinacionales norteamericanas y banqueros sobre la política hacia China en el 2005. Al crecer China y su alcance económico en ultramar, asegurándose el acceso a la energía y a los recursos de materias primas, los neo-conservadores (y sus aliados «derechos humanos») exigirán una confrontación política y militar más agresiva. En contraste, los realistas de Wall Street comprenden que la adquisición de bonos norteamericanos por parte de China es crucial para prevenir un derrumbamiento del dólar; la inversión total norteamericana en China supera los 300 mil millones de dólares y el cincuenta por ciento de las exportaciones chinas a los EE.UU. se efectúan mediante corporaciones multinacionales norteamericanas.

La crisis económica y militar exterior, y los conflictos inter-elites, estimularán un aumento de la protesta social de un movimiento anti-guerra revitalizado. Sin embargo la burocracia sindical permanecerá como una fuerza aislada, impotente, inactiva, representando sólo 8% del sector privado. La mayoría de «intelectuales progresistas» continuarán protestando por la guerra en Irak pero todavía se negarán a enfrentarse a los «nuevos militaristas», sobre todo los Sionistas del Pentágono y los tratantes liberales de la guerra, como Clinton.

Europa y China continuarán rivalizando y colaborando con el Imperio americano, ganando ventajas a los adversarios norteamericanos como Irán y Siria, y compitiendo por el control estratégico de las fuentes del crudo y de materias primas. En el 2004 China firmó inversiones importantes y acuerdos de comercio con Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia, Chile, Cuba y Rusia que le garantizan a gran escala y a largo plazo suministros de energía, minerales y productos agrícolas, y la entrada a sus mercados industriales y de consumo. Europa y Japón están invirtiendo fuertemente en Irán, Rusia, Libia y África para afianzarse suministros de energía. Esta competición inter-imperial ahonda la dependencia de América Latina en su papel tradicional en la división internacional del trabajo como un proveedor de materias primas e importador de artículos industriales. Éste es particularmente el caso con China que es, principalmente, un inversor en industrias extractivas no renovables para proveer a su economía industrial. Los acuerdos latinoamericanos con China, al tiempo que diversifican mercados, siguen exactamente el modelo de pillaje colonial que fue introducido por España, ampliado por los EE.UU. y practicado ahora por el nuevo imperio global emergente de China.

En América Latina, los EE.UU. continuarán focalizados en Colombia y en una victoria político-militar sobre las fuerzas populares de la guerrilla. Aumentarán la presencia de fuerzas mercenarias norteamericanas, ejercitarán mayor vigilancia directa de las tropas de elite colombianas y profundizarán la colaboración con los ministerios de defensa ecuatoriano, venezolano y brasileño y con las fuerzas de seguridad, obligando a estrechar el «cerco» externo a la guerrilla mientras perseguirán una política interior asesina de vaciar el campo de campesinos. Las compañías multinacionales norteamericanas del petróleo intensificarán su presencia en América Latina, sobre todo en México, Venezuela, Argentina y Ecuador, alcanzando importantes acuerdos de «colaboración» para la exploración, muy favorable a los EE.UU.

Políticamente los EE.UU. continuarán presionando el régimen de Chávez en Venezuela y al gobierno de Kirchner en Argentina para llegar a acuerdos importantes en políticas domésticas y exteriores. En ambos regímenes, la influencia norteamericana encubierta está presente en las más altas esferas de las fuerzas armadas, ministerios de exteriores y en las fuerzas de seguridad. Puede esperarse que los EE.UU. lleven una política de «dos carriles», de apoyar a la extrema derecha fuera del gobierno (Macri, Menem y Murphy en Argentina y a la pro golpista Convergencia en Venezuela) y a los llamados «moderados» dentro de los regímenes.

EE.UU. continuará dando fuerte apoyo a los regímenes neo-liberales en Brasil, Bolivia, Perú y Ecuador pero también trabajará estrechamente con la oposición neo-liberal.

Dada la débil posición militar de los EE.UU. debido a la situación en Irak, trabajarán todavía más estrechamente con las fuerzas militares y de seguridad latinoamericanas para reprimir la creciente oposición política.

Washington se centrará en presionar a Argentina, Brasil y Venezuela para debilitar sus lazos comerciales y de seguridad con Cuba ya sea vía acuerdos «interamericanos» o vía «cooperación en temas de seguridad» con el régimen clientelar norteamericano de Colombia.

El desafío principal a los EE.UU. y sus lacayos políticos en América Latina en el 2005 vendrá de una multiplicidad de nuevas y renovadas fuerzas: obreros organizados en Argentina; obreros, desempleados y grupos de campesinos en Bolivia; el nuevo sindicato ‘ CONLUTA’ en Brasil junto con los sectores militantes de los MST y sectores de los sindicatos de empleados públicos; el movimiento indio revitalizado CONAIE en Ecuador y una contra-ofensiva mayor de lo esperada de los movimientos popular y guerrillero en Colombia. En la arena electoral, la candidatura de López Obrador para presidente y la formación de una alianza independiente y «transversal» de obreros, campesinos y grupos cívicos podría llevar a una polarización política elevada en México con implicaciones políticas importantes. En Venezuela probablemente habrá una importante polarización entre la base popular del movimiento Chavista e importantes sectores de la dirección «moderada».

El año 2005 mayoritariamente será testimonio del «fin de las ilusiones» sobre las alianzas electorales de «centro-izquierda»; de nuevas polarizaciones políticas en Venezuela, Brasil y México. Washington, atado por su guerras asiáticas y en el Medio Oriente, confiará en lacayos políticos, como Lula y Uribe para llevar la pelota y, en caso de emergencia, en las fuerzas armadas locales. Al empezar el Nuevo Año las perspectivas militares y económicas para el Imperio norteamericano, sin embargo, son peores que hace un año. Podemos prever un «Nuevo Año» de mayores guerras, de crisis económica y creciente acción directa.

En Irak, como en Vietnam, más derrotas llevarán al incremento de la escalada de la guerra – más soldados, más armas, mayor uso de la tortura, matanzas generalizadas y la destrucción de la sociedad Iraquí. La guerra total norteamericana convertirá una lucha de liberación nacional en una «guerra de todo el pueblo.» Los regímenes clientelares norteamericanos, cada vez más aislados en sus ámbitos locales y previendo una derrota seria en Irak, irán abandonando cada vez más a los EE.UU. En el 2005, los regímenes títeres y las elecciones llegarán y se irán, pero la guerra chirriará incluso con más ferocidad – obligándo al público norteamericano a enfrentar la realidad de que su gobierno no puede, no va a ganar: que ellos, la gente, están pagando los costos por una guerra perdida. Pero Washington no se retirará: los militaristas de civil han invertido todas sus creencias ideológicas en los EE.UU. como una potencia invencible y unipolar; los sionistas del Pentágono están comprometidos en mantener un poder israelí incontestado en la región, aun cuando signifique debilitar el Imperio norteamericano en el resto del mundo. La clase política (demócratas y republicanos) y la mayoría de los generales creen que una retirada – una derrota – animará a otros países a desafiar la supremacía mundial americana. La lógica de Washington para 2005 es que la Guerra debe continuar, la victoria debe afianzarse – no importa el costo en vidas humanas, iraquíes o de los EE.UU.. La tesorería y el presupuesto son rehenes de la Lógica de Guerra: para defender la imagen de invencibilidad imperial, el imperio será puesto de rodillas.

24 de diciembre de 2004