El Movimiento de los Sin Tierra elaboró un Informe sobre la situación del campo brasilero y los derechos humanos para ser entregado a la relatoría de las Naciones Unidas (ONU) durante las celebraciones del aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos – 10 de diciembre. El Informe critica la fuerte presencia del agronegocio […]
El Movimiento de los Sin Tierra elaboró un Informe sobre la situación del campo brasilero y los derechos humanos para ser entregado a la relatoría de las Naciones Unidas (ONU) durante las celebraciones del aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos – 10 de diciembre. El Informe critica la fuerte presencia del agronegocio en el campo brasilero, que promueve una ofensiva de inversiones de capital extranjero en el país y amplía la concentración de la propiedad de las tierras.
Actualmente, la agricultura brasilera está bajo el dominio de 50 grandes conglomerados – algunos son brasileros, pero están asociados con las transnacionales. Para el Informe, el modelo del agronegocio no deja espacio para la agricultura familiar, ni para la Reforma Agraria.
«Al contrario, los pobres del campo serán expulsados hacia las ciudades o tendrán asistencia de medidas de compensación social, como la Beca Familiar, Funrural, entre otros», expresa el Informe. Agrega que la viabilidad de un programa de democratización de la tierra depende de la superación del modelo económico neoliberal. Así, es preciso derrotar a los intereses de las empresas transnacionales de la agricultura y cambiar el modelo del agronegocio.
«Los enemigos de la reforma agraria no son sólo los antiguos terratenientes atrasados, sino las empresas transnacionales y sus aliados, los hacendados capitalistas dichos ‘modernos'». Éstos tienen el apoyo del Estado, del Poder Judicial, y de los grandes medios de comunicación, que defienden al agronegocio como alternativa para el desarrollo de Brasil.
Según el Informe, son esas empresas del agronegocio que controlan el mercado interno y externo, los precios y los insumos industriales: «También producen los agrotóxicos y máquinas y dominan las grandes redes de agroindustrias, cada vez más concentradas y centralizadas. En cada cadena productiva, como leche, aves, carne de cerdo, sólo tres o cuatro empresas controlan el mercado y los precios».
Bastante contundente, el documento afirma que las tierras que el gobierno brasilero está mostrando como disponibles para la producción de agrocombustibles, ya tienen dueños: campesinos, quilombolas, pueblos indígenas. En ese sentido, el informe alerta: «Es una enorme irresponsabilidad continuar propagandizando la existencia de esas tierras como tierras disponibles, pues anticipa la violencia futura».
La explotación de mano de obra por parte de las industrias del agronegocio también es citada. Entre 1995 a septiembre de 2007, más de 24 mil trabajadoras y trabajadores rurales fueron encontrados en condiciones de trabajo esclavo. Una investigación de Repórter Brasil muestra que después de la pecuaria, con el 62% de los casos en Brasil, se encuentran la producción de carbón (12%), de soja (5,2 %), de algodón (4,7%) y de maíz (3,1%). La impunidad en los delitos contra los trabajadores rurales sin tierra es una de las principales causas de la permanente violencia en el campo.
Según el índice Gini 2006, Brasil tienen la segunda mayor concentración de tierras del mundo. Concentración que está relacionada históricamente con la ampliación de las desigualdades económicas y sociales, tanto en las ciudades como en el campo. Hasta inclusive las pocas tentativas del gobierno de incentivar la agricultura familiar tropiezan con la explotación de las empresas.
Traducción: Daniel Barrantes – [email protected]